18:11 Jesús dijo a Simón Pedro: "Envaina tu espada. ¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?"
Jesús ante Anás
18:12 El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.
18:13 Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año. 
18:14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo".
La primera negación de Pedro
18:15 Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, 
18:16 mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. 
18:17 La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?" Él le respondió: "No lo soy". 
18:18 Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.
Jesús ante el Sumo Sacerdote
18:19 El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza. 
18:20 Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.
18:21 ¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho".
18:22 Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?"
18:23 Jesús le respondió: 
"Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?" 
18:24 Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás.
Nuevas negaciones de Pedro 
18:25 Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". Él lo negó y dijo: "No lo soy". 
18:26 Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?" 
18:27 Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.
Jesús ante Pilato 
18:28 Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua. 
18:29 Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?" Ellos respondieron: 
18:30 "Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado". 
18:31 Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie". 
18:32 Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir. 
18:33 Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?" 
18:34 Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?" 
18:35 Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?" 
18:36 Jesús respondió: 
"Mi realeza no es de este mundo.  
Si mi realeza fuera de este mundo, 
los que están a mi servicio habrían combatido 
para que yo no fuera entregado a los judíos. 
Pero mi realeza no es de aquí". 
18:37 Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?" Jesús respondió: 
"Tú lo dices: 
yo soy rey. 
Para esto he nacido 
y he venido al mundo: 
para dar testimonio de la verdad. 
El que es de la verdad, escucha mi voz". 
18:38 Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?" Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo. 
18:39 Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?" 
18:40 Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!" Barrabás era un bandido. 
CAPÍTULO 19 
La flagelación y la coronación de espinas 
19:1 Pilato mandó entonces azotar a Jesús. 
19:2 Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto de color púrpura, 
19:3 y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los judíos!", y lo abofeteaban. 
19:4 Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena". 
19:5 Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto de color púrpura. Pilato les dijo: "¡Aquí tienen al hombre!" 
19:6 Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!" Pilato les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo". 
19:7 Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios". 
19:8 Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. 
19:9 Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?" Pero Jesús no le respondió nada. 
19:10 Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?" 
19:11 Jesús le respondió: "Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave". 
Jesús condenado a muerte 
19:12 Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César". 
19:13 Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata". 
19:14 Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey". 
19:15 Ellos vociferaban: "¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?" Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el César". 
19:16 Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron. 
La crucifixión de Jesús 
19:17 Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo, "Gólgota". 
19:18 Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. 
19:19 Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz. 
19:20 Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. 
19:21 Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos"". 
19:22 Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está". 
El sorteo de las vestiduras 
19:23 Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, 
19:24 se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que dice: 
Se repartieron mis vestiduras 
y sortearon mi túnica. 
Esto fue lo que hicieron los soldados.
Jesús y su madre 
19:25 Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. 
19:26 Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". 
19:27 Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
La muerte de Jesús 
19:28 Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. 
19:29 Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. 
19:30 Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu. 
La herida del costado 
19:31 Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. 
19:32 Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. 
19:33 Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, 
19:34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. 
19:35 El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. 
19:36 Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: 
No le quebrarán ninguno de sus huesos. 
19:37 Y otro pasaje de la Escritura, dice: 
Verán al que ellos mismos traspasaron.
La sepultura de Jesús 
19:38 Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús —pero secretamente, por temor a los judíos— pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. 
19:39 Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. 
19:40 Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. 
19:41 En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. 
19:42 Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. 
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