miércoles, 28 de marzo de 2018

CRISTO MUERE EN LA CRUZ


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EVANGELIO DE JUAN


LA MUERTE DE JESÚS

capítulo 18


El arresto de Jesús




18:1 Después de haber dicho esto, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos. 

18:2 Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. 


18:3 Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas. 


18:4 Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: "¿A quién buscan?"

18:5 Le respondieron: "A Jesús, el Nazareno". Él les dijo: "Soy yo". Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos.


18:6 Cuando Jesús les dijo: "Soy yo", ellos retrocedieron y cayeron en tierra



18:7 Les preguntó nuevamente: "¿A quién buscan?" Le dijeron: "A Jesús, el Nazareno".



18:8 Jesús repitió: "Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen que estos se vayan".



18:9 Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste".



18:10 Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.

18:11 Jesús dijo a Simón Pedro: "Envaina tu espada. ¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?"


Jesús ante Anás



18:12 El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.

18:13 Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año. 

18:14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo".


La primera negación de Pedro



18:15 Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, 

18:16 mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. 

18:17 La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?" Él le respondió: "No lo soy". 

18:18 Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.


Jesús ante el Sumo Sacerdote


18:19 El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza. 

18:20 Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.

18:21 ¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho".

18:22 Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?"

18:23 Jesús le respondió: 

"Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?" 

18:24 Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás.


Nuevas negaciones de Pedro 


18:25 Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". Él lo negó y dijo: "No lo soy". 

18:26 Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?" 

18:27 Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.


Jesús ante Pilato 


18:28 Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua. 

18:29 Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?" Ellos respondieron: 

18:30 "Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado". 

18:31 Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie". 

18:32 Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir. 

18:33 Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?" 

18:34 Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?" 

18:35 Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?" 

18:36 Jesús respondió: 

"Mi realeza no es de este mundo.  

Si mi realeza fuera de este mundo, 

los que están a mi servicio habrían combatido 

para que yo no fuera entregado a los judíos. 

Pero mi realeza no es de aquí". 

18:37 Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?" Jesús respondió: 

"Tú lo dices: 

yo soy rey. 

Para esto he nacido 

y he venido al mundo: 

para dar testimonio de la verdad. 

El que es de la verdad, escucha mi voz". 

18:38 Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?" Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo. 

18:39 Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?" 

18:40 Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!" Barrabás era un bandido. 


CAPÍTULO 19 

La flagelación y la coronación de espinas 


19:1 Pilato mandó entonces azotar a Jesús. 

19:2 Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto de color púrpura, 

19:3 y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los judíos!", y lo abofeteaban. 

19:4 Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena". 

19:5 Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto de color púrpura. Pilato les dijo: "¡Aquí tienen al hombre!" 

19:6 Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!" Pilato les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo". 

19:7 Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios". 

19:8 Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. 

19:9 Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?" Pero Jesús no le respondió nada. 

19:10 Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?" 

19:11 Jesús le respondió: "Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave". 


Jesús condenado a muerte 


19:12 Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César". 

19:13 Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata". 

19:14 Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey". 

19:15 Ellos vociferaban: "¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?" Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el César". 

19:16 Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron. 


La crucifixión de Jesús 


19:17 Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo, "Gólgota". 

19:18 Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. 

19:19 Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz. 

19:20 Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. 

19:21 Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos"". 

19:22 Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está". 


El sorteo de las vestiduras 


19:23 Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, 

19:24 se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que dice: 

Se repartieron mis vestiduras 

y sortearon mi túnica. 

Esto fue lo que hicieron los soldados.


Jesús y su madre 


19:25 Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. 

19:26 Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". 

19:27 Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.


La muerte de Jesús 



19:28 Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. 

19:29 Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. 

19:30 Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu. 

La herida del costado 


19:31 Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. 

19:32 Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. 

19:33 Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, 

19:34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. 

19:35 El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. 

19:36 Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: 

No le quebrarán ninguno de sus huesos. 

19:37 Y otro pasaje de la Escritura, dice: 

Verán al que ellos mismos traspasaron.


La sepultura de Jesús 



19:38 Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús —pero secretamente, por temor a los judíos— pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. 

19:39 Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. 

19:40 Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. 

19:41 En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. 

19:42 Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. 




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