"La verdadera tragedia de los pueblos no consiste en el grito de un gobierno autoritario, sino en el silencio de la gente"
Martin Luther King
La cita de Martín Luther King es más que clara y contundente. La leí y sentí la verdad y la vergüenza que se abrían paso en mi conciencia. Desde su poderosa palabra, intento una reflexión sobre ese, nuestro silencio como acto íntimo y nuestro a la vez. Nuestro como sociedad, nuestro como pueblo, nuestro y de cada uno entre los tantos que callamos cuando no debimos o cuando no debemos callar, frente a esas situaciones de la vida, en donde hace falta imperativamente que seamos protagonistas.
La tragedia, el silencio de cada uno y el de todos, en el entorno del autoritarismo, no únicamente como forma de gobierno, no solo permite su advenimiento y perdurabilidad como poder omnímodo, sino también, en gran parte y esencialmente; desde nuestro lugar en lo social, en aquel espacio que ocupamos en la extensa y compleja trama colectiva, en el sentido sistémico del término; además, lo produce. Ese silencio hace, ese silencio "construye", ese silencio es cómplice... Ese silencio resignado es parte fundamental en el armado de una autoridad desmedida, porque lo que cada individuo resigna es precisamente poder, delegándolo a otro, para que lo ejerza tan desmedidamente como él no lo puede, no lo quiere o no le conviene hacer...
Nuestro silencio es devastador cuando se trata de consentir, de subordinarse, de claudicar el derecho que nos compete como personas y como pueblo frente a la injusticia. ¡¡Qué esclavizados podemos estar, si nos doblegamos pacientemente a la fuerza de nuestra propia comodidad y no hacemos nada cuando el poderoso sistematiza la impunidad a nuestra costa!! ¡¡Qué tan detestable podemos llegar a ser, si no tenemos ni conciencia, ni vergüenza de nuestras actitudes que nos condenan a caer en la obsecuencia típica de los lacayos, que solo se desviven por satisfacer a sus señores!!
Nuestro silencio obliga... Nos obliga, nos sustrae a una realidad lacerante de no saber quiénes somos, de no saber cuál es nuestra capacidad para levantarnos desde nuestras propias y subjetivas limitaciones, no nos deja que nos conozcamos, nos aliena. Nuestro silencio es un arma... En sí misma y como tal, se puede aseverar lo valiosa que es acorde con la aplicación que le demos. Nuestro silencio entonces, es una tragedia en condiciones concretas donde ese "grito autoritario" es más fuerte y silencia nuestro poder, el que todos llevamos por naturaleza y que en definitiva, es más fuerte porque "su grito se escucha, precisamente, por nuestro silencio"...
Cuando dejamos que todo pase, que todo se haga, que todo se decida, nos masificamos. En la masa no importa quienes somos, ni como somos, "el hombre" masificado no es hombre, es silencio útil para otros.
¿Qué habría sido de nuestras vidas, si no hubiésemos guardado silencio, cuando la dictadura cívico-militar y genocida, ejecutó el golpe del 24 de marzo del '76? No se podría haber sostenido, o le hubiera sido muy difícil hacerlo, sin el indispensable apoyo de amplios sectores de la sociedad, que en silencio, dejaron paso al terrorismo de Estado. Ese silencio nuestro, fue más activo, más fuerte que las manos de los asesinos, ese silencio nuestro, levantó sus brazos para que reprima, detenga, torture y haga desaparecer a tantísimas victimas... ¡¡Qué distinto sería todo sin ese silencio nuestro, que nace del miedo y que es más poderoso y efectivo, cuando ese miedo se hace todo silencio como postura, como actitud de supervivencia!!
Hay hitos en la vida que deben afrontarse con toda la dignidad, con todo el coraje, con toda la fe que podamos tener...Recuerdo a muchos que dieron testimonio en horas inciertas donde uno no valía nada, donde la existencia era un plus para verdugos que tenían el "privilegio" de impartir sentencia y condena sumarísima. Los recuerdo a todos, tan humanos y tan íntegros hasta la ultima hora y se que están mi corazón y en mi mente para doblegarme frente a mis propias miserias cuando ya no sé que hacer y mi silencio aparece como lo más conveniente...
Hay hitos en la vida que deben afrontarse con toda la dignidad, con todo el coraje, con toda la fe que podamos tener...Recuerdo a muchos que dieron testimonio en horas inciertas donde uno no valía nada, donde la existencia era un plus para verdugos que tenían el "privilegio" de impartir sentencia y condena sumarísima. Los recuerdo a todos, tan humanos y tan íntegros hasta la ultima hora y se que están mi corazón y en mi mente para doblegarme frente a mis propias miserias cuando ya no sé que hacer y mi silencio aparece como lo más conveniente...
Raúl Olivares.-
Todos los derechos reservados.-
1 comentario:
CUANTA VERDAD!
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