lunes, 24 de diciembre de 2018

HAGÁMOSLE UN LUGAR PARA QUE NAZCA





"Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores."

Evangelio de Lucas 2, 1-20.-




A mis hijos.-





Ellos recibieron un anuncio extraordinario, increíble, ellos, sin embargo, creyeron, se pusieron en marcha y fueron a Belén para ser testigos de lo que había sucedido. Eran pastores y ese anuncio excepcional,  no lo hizo el Señor a otros, sino a los más sencillos, a los hombres más pobres de ese lugar y de ese tiempo. De este modo, Dios,  que nos ama a todos, y que desde su siempre, siempre quiso ofrecernos ese Amor único; en ese instante histórico concreto y trascendente, nos lo hace con Jesús de Nazareth Nace en épocas de dominio imperial romano omnímodo, brutal y cruel, preservando de hecho a reinos como el de Herodes Antipas, que en si, no eran más que arcaicas dinastías tan corruptas y perversas como aquel régimen de Roma. Siendo, en este sentido, una estirpe cuya característica preponderante fue la incondicional subordinación a sus objetivos e intereses estratégicos de dominación en la región. Así es, como a través de una intrincada red de organización gubernamental, el predominio de los Cesares, somete a toda la vasta Palestina, económica, militar, religiosa y políticamente: 

"En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconitide, y Lisanio virrey de Abilene bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías en el desierto" (Lc 3,1-2)

En este contexto de opresión, Dios se entrega a si mismo interviniendo en la historia, en un pueblo que desde hacia tiempo esperaba al Mesías, al Cristo, al Ungido, como un líder épico que restauraría a Israel, aplastando al invasor e instaurando su Reino Mesiánico. No fue así, fue con un niño humilde, amantado por su madre en la emergencia de una situación limite y en un lugar, también, de última necesidad.

Un censo decretado por Augusto, en pleno embarazo de María, fue la causa de una exigencia que determinó dónde y cómo nacería Jesús: 

"En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue." Lc. 2,1-7.-

Aquella noche que de oscura resignación se vuelve toda Jubilo, Dios les envía a Aquel que tanto aguardaban, el tan esperado por todo el pueblo, haciéndose carne en un bebe, en condiciones de una extrema pobreza campesina, habitual en los hijos de aquella clase social; nacido en un establo, envuelto en pañales y puesto en un pesebre donde los animales comen... No, no se trata de una estampa abonanzada o naif como la cultura del poder nos ha inculcado siempre. Se trata de un suceso, un acontecimiento excepcional por su significación salvadora y liberadora, en las condiciones materiales que el propio Dios eligió para encarnarse como el más pobre entre los pobres y porque así también, al mundo, expresado en una pequeña aldea, le fue apático, indolente, que una joven mujer pariera en cualquier otro lugar, menos en una de las tantas casas a las que acudió. Nadie le hizo lugar en Belén de Judea... Nadie!!

Los pastores, recibieron una BuenaNoticia, un Evangelio que no callaron, al contrario, presurosos se lanzaron a anunciarla a José y a María primero, y luego, la extendieron a todos. Fueron ellos los primeros mensajeros, los enviados privilegiados de la Promesa hecha realidad. Y dice Lucas que 

"María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón", ella ya sabia del designio de su hijo, ella ya sabia, y en su corazón, amaba, reflexionaba, oraba... María la Madre, María la mujer, Ella, enaltecida por el Amor y escogida por Dios para entregarnos a su único Hijo. María bendecida y a través de ella, toda otra mujer. Con su Sí, todo fue posible, toda la Palabra creció en su vientre.

Al llegar la hora de dar a luz, tuvieron que golpear muchas puertas, pedir una y otra vez por una sencilla habitación para el alumbramiento. Fue muy difícil, el censo había llenado las posadas y ninguno abrió su corazón, todos dijeron no o ni siquiera atendieron el llamado de dos padres desesperados ante la inminencia del parto. Persistió el egoísmo o la indiferencia (que son hermanas) antes que la solidaridad. Toda Belén estaba desbordada, sin un rincón al menos para la parturienta y el niño...

María iba a parir no podía más... y a donde ir? la realidad del pobre nos obliga a vivir un nacimiento en la marginación, en la exclusión, tan similar a la que padecen hoy millones, pero aún así, en la mas grande Dignidad.

Que en estos tiempos tumultuosos y tan críticos, donde la fe nos pone pruebas y adversidades enormes, donde la miseria se radica en un sistema cada vez más salvaje, generador de más y más explotados; que en este mundo de desigualdades escandalosas, con riquezas alucinantes que ostentan el poder irrazonable e inaceptable de unos pocos privilegiados; ese Jesús, el mismo de ayer y de siempre, hoy, encuentre un ámbito digno donde nacer... Hagámosle un lugar en nuestra casa, abramos la puerta para que la embarazada pase con su Vida y llene las nuestras, agotadas de cansancio y desesperación. Esta vez, no lo obviemos de nuevo, no lo dejemos pasar de largo!! Tampoco nos engañemos: El no está en el desenfrenado consumismo de shoppings, ni en la comilona tradicional de hedonismo absurdo. La reunión familiar está bien, pero si la compartimos en la simplicidad y la alegría con otros, será mejor. La navidad de Jesús, la encontramos en los otros, nuestros prójimos, allí donde está precisamente el Señor, allí donde habita el dolor y las carencias de todo orden. Cuando vamos hacia el hermano que sufre vamos al mismo Dios, al mismo Cristo!! Ahí nace en nosotros, ahí está siempre la Navidad verdadera.

Vemos todos los días que se acerca a nosotros y nos llama, nos golpea... No dejemos ahora, que se tenga que ir a vaya saber dónde, hagásmole un lugar digno para que pueda nacer. Para reconocerlo solo es necesario tener la simpleza y disposición de aquellos empobrecidos pastores, que en la noche que pario la Esperanza, fueron testigos del gran Amor y lo proclamaron.




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