martes, 23 de febrero de 2016

FERNANDO CARDENAL, UNA VIDA COMPROMETIDA CON LA JUSTICIA


26 de enero de 1934
20 de febrero de 2016







30 de Mar de 2009

Fernando Cardenal, una vida comprometida con la justicia




Nacido en 1934 en Granada (Nicaragua), cursó estudios superiores de Humanidades Clásicas y de Filosofía en la Universidad Católica de Quito (Ecuador) y de Teología en el Instituto Libre de Filosofía (México D.F.). En 1967 fue ordenado sacerdote jesuita. Entre 1973 y 1977 ejerció como catedrático de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Fue fundador en 1977 de la Comisión Nicaragüense de Derechos Humanos.

Tras el triunfo de la revolución sandinista, aceptará importantes responsabilidades, como las de coordinador nacional de la Cruzada Nacional de Alfabetización (1979-1980), considerada uno de los hitos de instrucción pública en Latinoamérica dado que redujo en cinco meses el analfabetismo de un 51% a un 12,9%. En la Cruzada hubo 80.000 voluntarios alfabetizadores, en un país que entonces tenía tres millones de habitantes.

Dedicaron su tiempo libre a enseñar a leer a los campesinos en las montañas y en el medio rural. Por este motivo recibió el Premio Nadezhda Krupskaya de la UNESCO en 1981. Así mismo este organismo de la ONU para la cultura declaró los archivos de la Cruzada como parte de la "Memoria del Mundo".

Obligado a abandonar la Compañía de Jesús en 1984 por su participación en el Gobierno sandinista, en donde llegó a ser también vicecoordinador nacional del Movimiento Nacional de la Juventud Sandinista de Nicaragua (1980-1984) y ministro de Educación (1984-1990).

Una vez readmitido por la Compañía de Jesús en 1996, Cardenal es director nacional de Fe y Alegría de Nicaragua (desde 1999) y coordinador de la Red Centroamericana de Fe y Alegría (2000-2001). Esta organización, que en España está representada por Enteculturas, educa 1,2 millones de alumnos en América, África y Asia. En Nicaragua tiene 10.000 alumnos, en 24 centros. Fe y Alegría está donde termina el asfalto, donde acaban los servicios públicos, donde es aún más necesaria una enseñanza de calidad.





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ENLACE RELACIONADO: 





FERNANDO CARDENAL


Fernando Cardenal.mp4







La historia de Fernando Cardenal, jesuita, teólogo de la liberación, ex ministro de educación en los años 80, década donde también dirigió la Cruzada Nacional de Alfabetización. Actualmente es director de Fé y Alegría, organización que trabaja por el desarrollo de la educación en Nicaragua.*


* La nota fue realizada hace ya tres años.


MURIÓ EL SACERDOTE NICARAGÜENSE FERNANDO CARDENAL






› PADRE DE LA ALFABETIZACIÓN SANDINISTA

Murió el sacerdote nicaragüense Fernando Cardenal


El cura jesuita, hermano del poeta Ernesto Cardenal, fue uno de los referentes de la Teología de la Liberación y ejerció el cargo de ministro de Educación durante la revolución sandinista, motivos por los cuales el papa Juan Pablo II le prohibió el ejercicio religioso en 1984, hasta que Francisco se lo volvió a permitir en 2014. Tenía 82 años y falleció en un hospital de Managua, donde era tratado por una hernia umbilical.


Como titular de la cartera educativa nicaragüense durante el gobierno del Frente Sandinista, Fernando Cardenal dirigió la Cruzada Nacional de Alfabetización, que movilizó a más de 60 mil jóvenes como parte de un esfuerzo nacional para elevar la tasa del alfabetismo en el segundo país más pobre de las Américas.

En 1984, el papa Juan Pablo II le suspendió a divinis del ejercicio del sacerdocio, junto con su hermano Ernesto y otros cuatro religiosos nicaragüenses por defender la teología de la liberación y ocupar cargos en el gobierno, aduciendo que era incompatible con su condición de religiosos.

"Quiero luchar por la liberación de los pobres, luchar la justicia", escribió en una ocasión para justificar su cargo gubernamental. Nacido el 26 de enero de 1934, en el seno de una familia aristocrática de la ciudad de Granada, unos 45 kilómetros al sureste de Managua. Tras su nombramiento como ministro de Educación, ocupó el cargo entre los años 1984 y 1990. Al momento de su muerte se desempeñaba como director nacional del movimiento de educación popular "Fe y Alegría".

Abandonó la política activa en 1995, cuando advirtió que el proceso revolucionario había perdido el norte y, junto a su hermano Ernesto, se convirtió en beligerante crítico del proyecto que apoyó desde diveresos cargos.

El superior de la Compañía de Jesús en Nicaragua, Iñaki Zubizarret, había informado que el padre Fernando Cardenal fue intervenido quirúrgicamente de una hernia umbilical el pasado 9 de febrero. Poco después su cuerpo rechazó una malla abdominal que le fue colocada y murió tras surgir una fuerte infección. 





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NICARAGÜA: "COMO LOS SANTOS" (1) DORA MARÍA TELLEZ





NICARAGUA: “Como los santos” (1) Dora Maria Tellez



Posted: 22 Feb 2016 08:51 AM PST




Había anochecido cuando Oscar Pérez-Cassar y yo, parte de un mar de gente, llegamos a la placita frente al colegio salesiano en el barrio Monimbó de Masaya. Rápidamente, aquel hombre subió al alfeizar de una ventana de la pequeña iglesia y siendo sostenido de las piernas por algunos de los asistentes pronunció un apasionado discurso. Era Fernando Cardenal, sacerdote jesuita, que horas antes había regresado a Nicaragua, como parte del Grupo de los Doce, desafiando a la dictadura somocista, tomándose el riesgo de ser capturado y asesinado por difundir un mensaje de rebelión y esperanza.

Pérez-Cassar lo conocía desde hacía tiempo, pues había sido integrante del grupo de jóvenes con quienes Fernando había fundado el Movimiento Cristiano, una expresión de militancia revolucionaria construida desde una fe religiosa que salía de los misales a tomarse las calles, como en todo el continente.

Era ya muy conocido. Hacía pocos meses, armado con dos maletines, había llegado al Congreso de los Estados Unidos con una denuncia detallada y contundente de la represión en Nicaragua, que había preparado con Eduardo Contreras. Fernando había prestado su voz para que hablaran por ella los campesinos y campesinas perseguidos, torturados y asesinados de las montañas del país.

En aquella comparecencia, como en la placita de Monimbó, como en toda su vida, Fernando puso su corazón y su energía. Nunca antes en aquel lugar se habían escuchado esas verdades en ese tono. Cuando un congresista le preguntó que calificara, del uno al diez, la represión de Pinochet en Chile y la de Somoza en Nicaragua, le respondió que no se trataba de un concurso, sino de las vidas de miles de personas y comunidades enteras.

Nacido en cuna privilegiada, conoció la pobreza en un barrio de Medellín, Colombia, donde pasaba una de las etapas de su formación sacerdotal. Los niños y niñas hambrientas, las personas sin esperanzas, la comunidad marginada atravesaron su conciencia para siempre. Salió de ahí decidido a consagrar su vida a los más pobres, a los abandonados y marginados. Y lo cumplió.

Confiando su esperanza en la juventud, siendo vicerrector, acompañó a los estudiantes de la UCA en sus demandas a la propia universidad y en la lucha por liberarlos de la cárcel. Años después, lo sorprendió el terremoto ayunando con un grupo de jóvenes en la catedral de Managua para proclamar una navidad sin niños pobres. Luego del triunfo de la revolución sandinista, anduvo con los alfabetizadores por los rincones del país y más adelante, y el resto de su vida, con maestras y maestros, abriendo camino a una educación de calidad, convencido que era una manera de construir oportunidades para que miles salieran de la pobreza.

Pero, primero, hay que sacar de la pobreza a la educación misma. Cuando lo invitaron de la Asamblea Nacional, para conmemorar la Cruzada Nacional de Alfabetización, fue, no a vanagloriarse de sus logros, sino a decir lo que la mayoría dominante no quería escuchar: que estaban dejando a la educación sin recursos, que habían miles de niños y niñas sin escuela, que otros países ya estaban dedicando más dinero, que debían asumir esa responsabilidad.

Así fue Fernando, directo, claro y decidido toda su vida para luchar por una Nicaragua mejor. Y pagó el precio que cada vez le fue requerido. Arriesgó su vida y su integridad física, desechó cargos y promociones, pues no era hombre de pasarelas. No pretendía ser un santo de altar o un prócer de papel, solo quería servir con amor y con pasión, con consecuencia absoluta, intachable.

Así vivió también su vocación sacerdotal, a prueba de grandes adversarios y de grandes adversidades. Cuando fue forzado a decidir entre la permanencia en su orden religiosa y su llamado de servicio, optó por su compromiso de Medellín, pero continuó honrando sus votos, diferenciando con absoluta claridad, lo formal de lo real. Continuó viviendo en la casa de la comunidad y después de años de acampar a las puertas de la Compañía de Jesús fue nuevamente admitido y tuvo la extraordinaria humildad de volver a recorrer el camino anterior, tratado como si fuese un recién llegado. Esa excepcionalidad lo convirtió, probablemente, en el único jesuita que lo ha sido dos veces. Él perseveró donde otros querían que se rindiera.

Cuando sintió que los ideales de libertad y justicia social, estaban siendo traicionados por la corrupción de una parte de sus líderes, tuvo la entereza de abandonar al Frente Sandinista para siempre, pero enfermó de tristeza al ver la cruel decadencia de algunos que habían sido símbolos de la revolución y a quienes debería enfrentar en lo sucesivo.

Su misión de servicio no dependía de carnet o camisetas, su intransigencia contra la corrupción, tampoco. En una ocasión, se acercó a saludarlo un pariente suyo que ostentaba un alto cargo en el sistema electoral, Fernando lo rechazó diciéndole, en claro y llano lenguaje nicaragüense, que estaba lleno de inmundicia.

Con profunda empatía, hace unas semanas hizo público su posicionamiento favorable al aborto terapéutico cuando la vida de las madres corre peligro. Dónde otros, en afán electorero, encontraron piedras para lapidar mujeres y condenarlas a muerte, Fernando tuvo compasión, es decir, se identificó con su dolor y el de sus hijos. Atento a los desafíos de los tiempos, frente al enorme riesgo que significa la eventual construcción de un canal interoceánico por Nicaragua, respondió, apasionado siempre, circulando una propuesta inspirada en la encíclica Laudato Si, para hacer una cruzada por el medio ambiente.

En un momento como el que atraviesa Nicaragua, cuando en los escaparates se exhiben todo tipo de servicios para ser vendidos o alquilados al poder político dominante, el ejemplo de la vida de Fernando es un destello para despertar de nuestro adormecimiento, para sanar corazones rotos, para irrumpir en la memoria colectiva devolviéndonos la mejor imagen de nosotros mismos, quebrando en pedazos el espejo construido por quienes son dueños del yugo que nos oprime, que da un reflejo falseado de lo que somos.

Lo mejor de nosotros es la imagen que Fernando nos devuelve: la rebeldía apasionada, decidida e íntegra que lucha cada día por una Nicaragua mejor, no el pragmatismo oportunista y serpenteante, ni el escepticismo desmoralizado y desmoralizador.

Fernando que tocó con su vida la de varias generaciones, libra ahora su batalla final, la de catalizar nuestra esperanza y ser levadura para nuestros sueños.

Es tiempo, pues, de “volver a las calles a hacer historia”.


Managua, 22 de febrero de 2016.










FERNANDO CARDENAL, SJ MISA DE ENTIERRO SERMÓN




Fernando Cardenal, SJ Misa de entierro Sermón.


22 FEB 2016




Quisiera compartir con ustedes este enlace,



a mi video de la misa de entierro del P. Fernando Cardenal, SJ, el 21 de febrero: Fernando Cardenal, SJ Misa de entierro Sermón.

Fernando, Jesuita nicaragüense — Director de la Cruzada Nacional de Alfabetización en 1980, Ministro de Educación en el gobierno revolucionario sandinista, Director de Fe y Alegría — murió el 20 de febrero de 2016.

En la misa funeral, el rector de la Universidad Centroamericana de Nicaragua leyó el “Testamento” de Fernando, en que Fernando denuncia las injusticias y corrupción en su país.

Para leer el Testamento:


Abrazos,

José Mulligan, SJ
Nicaragua


Zona de los archivos adjuntos





noname.eml







Fernando Cardenal, SJ misa de entierro sermón


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jueves, 18 de febrero de 2016

EN SU REGRESO E MEXICO, FRANCISCO APUNTO CONTRA TRUMP


"Una persona que sólo piensa en construir muros y no en construir puentes, no es cristiano"




"Votar o no votar, yo en eso no me meto. Solo digo, no es un cristiano", dijo el Papa sobre Trump.


› "NO ES CRISTIANO"

En su regreso de México, Francisco apuntó contra Trump

El Papa brindó una conferencia de prensa en el avión que lo trasladó desde México a Roma y fue consultado por la postura anti-inmigración del candidato a la presidencia de EEUU en las primarias republicanas. "Una persona que sólo piensa en construir muros y no en construir puentes, no es cristiano", expresó.





El papa Francisco insinuó que el precandidato presidencial estadounidense Donald Trump, "no es cristiano" debido a sus promesas de campaña de levantar un muro en la frontera con México y deportar a más inmigrantes. "Una persona que sólo piensa en construir muros, sea donde sea, y no en construir puentes, no es cristiano. Eso no está en el Evangelio", dijo el papa argentino en conferencia de prensa en el avión que lo lleva de regreso tras su visita a México, al ser consultado sobre si un cristiano podía votar a Trump.

El pontífice también dejó abierta la posibilidad de métodos anticonceptivos ante los peligros del virus zika y la posibilidad de que los bebés infectados nazcan con microcefalia. Recordó que el papa Pablo VI "en una situación difícil en África (la guerra en el Congo Belga) permitió a las monjas usar anticonceptivos para casos en los que fueron violadas". Sin embargo, pidió "no confundir el mal de evitar el embarazo, por sí solo, con el aborto".

"El aborto no es un problema teológico: es un problema humano, es un problema médico. Se asesina a una persona para salvar a otra en el mejor de los casos. Va contra el juramento hipocrático que los médicos deben hacer", consideró Bergoglio. En cambio, admitió que "evitar el embarazo no es un mal absoluto".

Francisco llamó a los médicos a que "hagan de todo para encontrar también las vacunas contra estos mosquitos que contagian esta enfermedad". "Sobre esto se debe trabajar", concluyó.





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EL PAPA ENTRE EL INFIERNO Y EL PARAÍSO Por Eduardo Febbro


Fuertemente custodiado, el Papa visitó ayer una cárcel en Ciudad Juárez. Urgió a los presos a convertirse en “profetas”.
Imagen: AFP


› FRANCISCO VISITO CIUDAD JUAREZ EN SU GEOPOLITICA DE LAS PERIFERIAS; ULTIMA PARADA DE LA GIRA MEXICANA

Entre el infierno y el paraíso


A la sombra de la frontera con los Estados Unidos convergen a flor de piel el narcotráfico, la pobreza, la impunidad, la inmigración, la corrupción y, también y por sobre todas las cosas, la voluntad de vivir y superarse de todo un pueblo. La visita del Papa es un hito en la historia fronteriza.


Por Eduardo Febbro
Página/12 En México
Desde Ciudad de México



Algunos dijeron que el Papa pondría un pie en el límite entre infierno y el paraíso que está del otro lado de la frontera cuya travesía se cobra decenas de víctimas. Ese lugar llamado Ciudad Juárez al que alguna vez se conoció como La Ciudad del Mal por el elevado número de crímenes fue la última etapa y a la vez la síntesis de todo el viaje que el papa Francisco realizó a través de las golpeadas geografías sociales de México. En Ciudad Juárez, a la sombra de la frontera con los Estados Unidos, convergen a flor de piel el narcotráfico, la pobreza, la impunidad, la inmigración, la corrupción y, también y por sobre todas las cosas, la voluntad de vivir y superarse de todo un pueblo. Este país hijo del maíz es fuerte como la espiga que se levanta cara al sol. Francisco sintetizó su gira cuando dijo “¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral?”.

Ningún Papa había visitado antes este lugar fundado en 1659 por el cura franciscano español Fray García de San Francisco. La ciudad se llamó primero Paso del Norte y en ella los franciscanos, acompañados por indios cristianizados, levantaron la nueva Iglesia de La Misión de Guadalupe. Cuando visitó México en 1990 Juan Pablo Segundo no pasó de Chihuahua, la capital del Estado. Este mundo fronterizo desde donde el papa exhortó a los dirigentes mexicanos a “que no se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de México” cambió de nombre en 1888. Es un lugar mítico de la memoria nacional, y no sólo por la frontera. Durante la expedición colonial francesa al mando de Maximiliano (1861-1867), las fuerzas republicanas de Benito Juárez hicieron de El Paso del Norte su refugio y su capital. Por ello la ciudad lleva el nombre del ex presiente mexicano. La escala papal envuelve toda una estela de símbolos y realidades. Una de ellas es la de las terribles consecuencias de la inmigración. En la misa que ofreció en la frontera, Francisco dijo que ese lugar era “un paso, un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico humano, de la trata de personas”. La otra realidad actual de Ciudad Juárez es la de la violencia, heredada, en su versión más reciente, del narcotráfico, y, también, de una larga historia de pésimas influencias oriundas del vecino imperio, que siempre se lava las manos de su responsabilidad aplastante con los males que exportó y exporta a México. Ciudad Juárez se enturbió cuando, a partir de los años 20 y con la Ley Seca vigente en los Estados Unidos, los norteamericanos cruzaban la frontera para comprar y consumir alcohol. La visita del Papa, acompañada de múltiples controversias sobre “el maquillaje” de la ciudad y de las cifras de la violencia, es, con todo, un inmenso hito en la historia fronteriza. Francisco visitó una la cárcel Centro de Reinserción Social número 3. Renovada a golpe de brochazos para recibir al pontìfice, la cárcel fue, hasta no hace mucho tiempo, uno de los feudos de el Cartel de Sinaloa. Apenas llegó a la cárcel, una detenida le dijo al papa “no somos dueños de nuestros sueños”. Francisco, luego, señaló que “ya tenemos varias décadas perdidas pensando y creyendo que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo que estas medidas solucionan verdaderamente los problemas”. El sumo pontífice ahondó su visión social cuando insistió en que la cárcel no resuelve nada porque la salvación está antes:”la reinserción no comienza acá en estas paredes;sino que comienza antes, comienza afuera, en las calles de la ciudad. La reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social. Un sistema de salud social que procure generar una cultura que actúe y busque prevenir aquellas situaciones, aquellos caminos que terminan lastimando y deteriorando el tejido social”.

Hablar de reinserción social en Ciudad Juárez es todo un desafío. El Papa volvió a encarnar aquí su geopolítica de las periferias, que él coloca en el centro al hacer de los lugares con mala fama como Bangui, Capital de la República Centroafricana, zonas liberadas del olvido, la condena o el menosprecio. Su crítica a las minorías pudientes se emiten desde los territorios marginados. La ciudad registra aún altísimos porcentajes de violencia y desapariciones. La visita de Francisco provocó que se sacaran de las calles los afiches de las personas desaparecidas y se intentaran borrar las cruces negras con fondo rosa puntadas por grupos de mujeres en signo de denuncia de los feminicidios. Según el Fiscal General del Estado, Jorge González Nicolás, “Ciudad Juárez cerró con 311 homicidios dolosos el año 2015”. La cifra se sitúa muy lejos de los 3.500 asesinatos de 2010. Ciudad Juárez pagó un altísimo tributo a la guerra contra el narcotráfico cuyo epicentro fue, entre 2008 y 2011, el conflicto entre el Cartel de Sinaloa y el Cartel de Juárez. Cientos de personas desaparecieron en ese período. Ciudad Juárez ha vencido muchas cosas, entre ellas el desierto de Chihuahua, del cual es hija. Clima extremo, mundo extremo. Allí, ente los empresarios y trabajadores, el papa volvió poner en circulación su mensaje social y de justicia cuando criticó el “paradigma de la utilidad económica” que modela las “relaciones personales” y opinó que “el lucro y el capital no son un bien por encima del hombre, están al servicio del bien común”.

En su periplo mexicano y mucho más que en otros puntos del globo, Francisco parece haber revisitado las teologías más progresistas. No ha dicho palabra alguna ni pedido disculpas por los abusos sexuales cometidos por los Legionarios de Cristo, pero sí ha sembrado en estas tierras de América semillas de una retórica combativa, altamente crítica con ricos y poderosos, corrosiva con los estragos de un sistema mundial depredador e indolente. Muchos dirán que son palabras y nada más. Pero el Vaticano y el papa no tienen otra arma que las palabras y la fe de quienes lo escuchan. Sólo basta con pensar que, hace tan solo unos años, todo lo que Francisco dijo en México le hubiese costado la vida a cualquier sindicalista o activista social. Trató de corruptos a los corruptos, cara a cara, de asesinos a los asesinos, cara a cara, de privilegiados a los obispos y cardenales con vidas de monarcas, siempre cara a cara. Su retórica ha sido, de principio a fin, una feroz crítica al poder. A los pobres, a las víctimas, les habló más de sí mismas que de Dios. Los estragos de la inmigración, la pobreza, la segregación indígena, la violencia y el narco fueron sus temas, que son los de México y, también, los de nuestro mundo. México los concentra en su territorio, pero el planeta entero los padece en múltiples formas, a veces ocultas en tantas formas del engaño. “Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global”, recordó Francisco en plena frontera con los Estados Unidos. Roberto Blancarte, investigador en el Colmex, señalaba en las páginas del diario Milenio que “esta visita podría ser benéfica para el estado de ánimo de los católicos, y quizá para los creyentes de otras religiones y no creyentes. Pero difícilmente la visita tendrá un impacto mayor en cuestiones sociales, como la disminución de la violencia o el mejor trato a los migrantes”. Los papas no tienen “divisiones”. Sin embargo, Juan Pablo Segundo, desde una visión conservadora y estrecha, nos demostró que los papas modelan, en parte, los destinos geopolíticos del mundo. Este papa nuestro ha rescatado valores puros de la Teología de la Liberación. Francisco ha puesto bajo la luz a los desposeídos de un mundo que cada mañana se despierta con el único deseo de poseer.





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miércoles, 17 de febrero de 2016

EL PAPA LLEGÓ A LA TIERRA DEL CURA PISTOLA Por Eduardo Febbro


"Pero Michoacán espera otra cosa, algo que el Papa aún no ha hecho, por más progresista que resulte su mensaje.

El silencio sobre los vergonzosos episodios protagonizados por el fundador de los Legionarios de Cristo pesa sobre los pasos del Papa. Desde que asumió su pontificado en 2013, la condena a los Legionarios y, sobre todo, a su fundador, Marcial Maciel, se ha quedado en los cajones, encubierta por una suerte de indulgencia. En esos vericuetos secretos había hurgado Benedicto XVI para arrancar del olvido y de las ultrajantes complicidades del papa Juan Pablo II las verdades de los Legionarios que el papa polaco defendió sin importarle jamás las centenas de niños y mujeres violadas ni la vida de lujo que llevaba su gran aliado Marcial Maciel.

Si el viaje del Papa por México ha sido como un recorrido por las heridas del país, violencia, pobreza, corrupción, la escala en Michoacán enfrenta al Papa a las propias heridas del Vaticano".




Bergoglio se pasea en el papamóvil por las calles de Morelia, tierra de revueltas, narcotráfico y liderazgos mesiánicos.
Imagen: AFP



› FRANCISCO DIO MISA EN MICHOACAN, TIERRA DE LAS REVUELTAS CRISTERAS, CORRUPCION Y NARCOTRAFICO

El Papa llegó a la tierra del cura Pistola

Como un jugador de ajedrez que ataca para no defenderse, el Papa partió de Morelia con una deuda que parece no desear asumir: referirse a los abusos sexuales cometidos en su tierra natal por Marcial Maciel, líder de los Caballeros Templarios.



 Por Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde Ciudad de México



Una tierra de revueltas armadas católicas contra el gobierno central con el movimiento cristero como protagonista, una tierra de violencia y dramas hondos como un valle de lágrimas, una tierra de corrupción y enfrentamientos entre grupos de narcotraficantes rivales y milicias de autodefensa, una tierra de Caballeros Templarios sin piedad, una tierra donde un cura, el padre Pistolas, Alfredo Gallegos, oficia su misa con un revólver en la cintura, una tierra donde nació el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, y una tierra donde el clérigo local se sienta a la extrema derecha de Dios pero es bella como un fruto apenas maduro.

Esas son las geografías que visitó el papa Francisco al hacer escala en Morelia, la capital de Michoacán, en su tercer encuentro con el pueblo. Francisco ha elegido sus etapas con una precisión de tallador de diamantes.

Esculpió una de las caras del diamante cuando, apenas llegar, interpeló al poder político mexicano en presencia del presidente Peña Nieto, otra cuando maltrató a la ultraconservadora y principesca dirigencia católica del país ante el mismísimo cardenal primado de México, Norberto Rivera, luego dio vuelta el diamante para dirigirse a la extremadamente pobre y violenta Ecatepec y, ahora, en Michoacán, talla otra cara más con un sentido del equilibrio político digno de un jugador de ajedrez pero con una deuda que parece no desear asumir: referirse a los abusos sexuales cometidos por Marcial Maciel, en su tierra natal. En Morelia, el Papa arremetió contra los narcotraficantes, denunció el sicariato y sus trampas como “un carro nuevo y los bolsillos llenos de plata”. En Michoacán, el Papa arremetió por segunda vez contra las mafias, ahora las del narcotráfico. En la reunión con los jóvenes que tuvo lugar por la tarde en el Estadio de Morelia, Francisco les dijo: “No se dejen excluir, no se dejen desvalorizar, no se dejen tratar como mercancía. Jesús nunca los invitaría a ser sicarios. Nunca los mandaría a la muerte”.

A los religiosos reunidos en el estadio Venustiano Carranza, el Papa preguntó “qué tentación puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad”.

Frente a tamaña realidad, prosiguió Francisco, “nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio, que es la resignación. Una resignación que nos impide no sólo caminar, sino hacer camino”. A Michoacán le sobran las resignaciones, los encantos, las muertes y las paradojas. El Médico José Manuel Mireles Valverde está en la cárcel luego de haber liderado un grupo de autodefensa que luchó contra las decapitaciones y los asesinatos a mansalva de los Caballeros Templarios, un núcleo criminal presente en varios Estados del país. “Nunca se dejen pisotear por nadie”, dijo el Papa a cientos de niños reunidos en la catedral de Morelia. Mireles lo intentó, a su manera, pero terminó tras las rejas.

Muchos de sus hombres se unieron a la policía oficial y siguen libres, al igual que los templarios. “¡Ay de nosotros si no somos testigos de los que hemos visto y oído!”, repitió el sumo pontífice. Michoacán ha sido desde siempre una geografía de rebeldías armadas. Entre 1926 y 1929 el movimiento cristero se levantó contra las medidas del gobierno tendientes a acortar la participación de la Iglesia Católica en el país. Los cristeros eran al principio campesinos que tomaron las armas gritando ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! A su mando estaban cuadros militares que habían combatido con Pancho Villa y Emiliano Zapata y ahora se oponían al perfil laico de los presidentes Plutarco Elías Calles y Emilio Portes Gil.

De esa guerra cristera nació una leyenda michoacana: José Luis Sánchez del Río, un joven cristero de 14 años a quien le cortaron las plantas de los pies y lo obligaron a caminar por el pueblo, hasta el cementerio, donde fue ahorcado y acuchillado. Sánchez del Río fue canonizado por Benedicto XVI en 2005 y luego, en enero de 2016, el papa Francisco reconoció un segundo milagro, con lo cual abrió el camino a la canonización.

Pero Michoacán espera otra cosa, algo que el Papa aún no ha hecho, por más progresista que resulte su mensaje.

El silencio sobre los vergonzosos episodios protagonizados por el fundador de los Legionarios de Cristo pesa sobre los pasos del Papa. Desde que asumió su pontificado en 2013, la condena a los Legionarios y, sobre todo, a su fundador, Marcial Maciel, se ha quedado en los cajones, encubierta por una suerte de indulgencia. En esos vericuetos secretos había hurgado Benedicto XVI para arrancar del olvido y de las ultrajantes complicidades del papa Juan Pablo II las verdades de los Legionarios que el papa polaco defendió sin importarle jamás las centenas de niños y mujeres violadas ni la vida de lujo que llevaba su gran aliado Marcial Maciel.

Si el viaje del Papa por México ha sido como un recorrido por las heridas del país, violencia, pobreza, corrupción, la escala en Michoacán enfrenta al Papa a las propias heridas del Vaticano. Durante el encuentro con los jóvenes, el Papa les dijo que “Jesús nunca nos invitaría a ser sicarios” y les pidió que “no dejen su vida al narco”. Francisco, todavía, no ha hecho alusión a los Legionarios ni ha recibido a las víctimas de los abusos sexuales, ni se ha referido a esas páginas embebidas en las lágrimas y el dolor de los inocentes.

Este ha sido, hasta ahora, el límite de Bergoglio, su tentación del olvido que él mismo denunció.




El Papa da misa en el estadio Venustiano Carranza de Morelia. Foto: AFP







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martes, 16 de febrero de 2016

TATIC, O "PAPÁ"



Mons. Samuel Ruiz

El Obispo al que llamaron "el caminante" y  al que los pueblos indígenas abrazaron cariñosamente con el nombre Tatic, o "Papá".-







¿POR QUÉ SAMUEL RUIZ MERECE UN HOMENAJE DEL PAPA FRANCISCO? Por Paris Martínez


Foto: CuartoscuroSamuel Ruíz y Raúl Vera

FEBRERO 15, 2016 

¿Por qué Samuel Ruiz merece un homenaje del papa Francisco?

El obispo Samuel Ruiz García, una espina difícil de tragar para el poder, indigerible, molesta, a la que el papa Francisco, sin embargo, insistió en rendirle honores. Un perfil de este hombre tan repudiado por la clase política y económica de Chiapas, que sufrió dos atentados contra su vida, y al que los pueblos indígenas abrazaron cariñosamente con el nombre Tatic, o "Papá".



Paris Martínez (@paris_martinez)



La Iglesia católica ante los derechos humanos


El pasado 6 de enero, la agencia oficial de noticias del Estado Mexicano, Notimex, anunció que, en su visita por el país, el papa Francisco había reservado un momento para orar ante “la tumba del polémico obispo de San Cristóbal de las Casas”, Samuel Ruiz García, ese religioso “acusado en su momento de vínculos con la guerrilla”, y al que “durante años vigiló el Vaticano (…) en el temor de que promoviese una iglesia autónoma, separada de Roma”.

En el texto, Notimex advertía que, “si la neblina lo permite”, el papa Francisco estará el próximo lunes, 15 de febrero, en San Cristóbal, para “rezar ante la tumba” de quien la nota llama simplemente “Samuel”.

Es éste sólo un ejemplo de como, cinco años después de su muerte, el obispo Samuel Ruiz García aún es una espina difícil de tragar para el poder, indigerible, molesta, a la que el papa Francisco, sin embargo, insistió en rendirle honores.

Quién fue ese hombre de cara redonda, párpados caídos y gesto bonachón, tan repudiado por la clase política y económica de Chiapas, que sufrió dos atentados contra su vida, y al que los pueblos indígenas abrazaron cariñosamente con el nombre Tatic, o “Papá”.

El príncipe…

En el año de 1960, Samuel Ruiz llegó a San Cristóbal de las Casas “como un príncipe”, narraPablo Romo –teólogo, filósofo, catedrático, defensor de derechos humanos y quien fue cercano colaborador de ‘Don Sam’, como él le llama–. “Su recibimiento por parte de la sociedad de San Cristóbal fue a la usanza de la ‘antigua iglesia’: don Sam era un obispo muy joven (de 36 años), e ingresó a la catedral adornado con una capa larguísima”, siendo reverenciado por la clase alta local, conformada por finqueros, comerciantes y políticos, enriquecidos todos con la explotación de los recursos naturales del estado y de los pueblos indígenas que lo habitaban.

Samuel Ruiz fue hijo de un matrimonio de migrantes, que en los años 20 había partido de Guanajuato hacia Estados Unidos, en busca de lo mismo que todos, entonces y ahora: no morir de hambre.

Allá fue concebido Samuel, pero sus padres decidieron que la tierra natal de su hijo sería México, por lo que volvieron a Guanajuato y ahí nació y creció, siendo un niño muy pobre, pero de inteligencia prominente.

Pablo Romo pone un ejemplo de esa brillantez: a los 13 años, Samuel Ruiz ingresó al Seminario Diocesano de León, en donde rápidamente aprendió italiano y francés.

A los 23 años, el seminario de León lo envió a estudiar a Roma, en donde aprendió hebreo, griego y latín, además de especializarse en exégesis cristiana (es decir, interpretación bíblica) para luego continuar con el inglés y el alemán.

Para cuando regresó a México, teniendo 30 años, fue nombrado rector del seminario que lo había arropado siendo niño, y seis años después fue elevado al rango de obispo.

Era una trayectoria meteórica para un joven de 36 años, nacido en el seno de una familia humilde, al que ahora recibían en las fincas como a una eminencia, y que comía en la mesa del patrón, mientras fuera, en chozas, permanecían los “indios acasillados”, es decir, los indígenas que vivían en las tierras del “finquero”, que trabajaban sus latifundios cafetaleros, a cambio sólo de alimento suficiente para llegar al siguiente día.

Arrancaba la década de los 60, narra por su parte el obispo de Saltillo, Raúl Vera, quien fue amigo y obispo adjunto de Samuel Ruiz; es decir, poco tiempo en realidad ha pasado desde entonces, pero subraya: “Se trataba de otra época, Chiapas era otro. En ese entonces, a los indígenas no les permitían sentarse en las bancas de la plaza de San Cristóbal; y las banquetas en las calles eran sólo para gente blanca o mestiza; y aunque el salario mínimo era de ocho pesos, en San Cristóbal, el salario para un indígena era de tres centavos, que los finqueros les pagaban en especie, o sea con un puñito de frijol o con un puñito de maíz”.

Era, subraya el obispo Vera, como si el feudalismo extirpado de Europa al concluir la Edad Media se hubiera trasladado a Chiapas, como si el estado estuviera encapsulado en esa etapa de la historia en la que el señor feudal era dueño de la tierra y de quien viviera en ella.

Y ahí fue a dar el joven obispo dominico, Samuel Ruiz, con su larga capa de terciopelo, agasajado por los más privilegiados y conservadores, pero con la cabeza llena de ideas que pocos años después serían catalogadas como “comunistas” por esos mismos que lo halagaban.

El camino…

Los años 60 fueron un momento de cambio de la conciencia social y política a nivel mundial, explica Pablo Romo: en Europa y Estados Unidos se luchaba contra la segregación de los afrodescendientes, por el reconocimiento de los derechos de las mujeres, la Revolución Cubana estaba recién estrenada, se preparaba el terreno para la Guerra Fría, y en Roma, la jerarquía católica había establecido nuevas formas de “dialogar” con un mundo que la “horrorizaba”.

En 1959, detalla Romo, se realizó en Roma el Concilio Vaticano II, convocado por el papa Juan XXIII con el objetivo de “poner al día” a la iglesia católica. Ahí, se decidió abandonar el latín y permitir que las misas se realizaran en las lenguas nativas de cada nación; se permitió que en las ceremonias pudieran usarse instrumentos musicales autóctonos, e incluso se puso sobre la mesa la necesidad de reconocer la teoría de la evolución de Darwin.

“Y ahí estaba el joven obispo Samuel Ruiz, con prácticamente nada de experiencia, pero muy atento, absorbiendo, como esponjita, todas las ideas que ahí se plantearon”, las cuales llevó a la práctica tan pronto como estuvo de vuelta en su nueva diócesis: la de San Cristóbal de las Casas.




Samuel Ruiz en la comunidad indígena de Nachig, en 1960. Esta imagen fue captada por Vicente Kramsky, fotógrafo y cronista visual de San Cristóbal de las Casas. Foto: Publicada con autorización del Archivo Vicente Kramsky.

“Don Sam tuvo rápidamente una reflexión muy importante –explica Romo–: él se dijo ‘bueno, si estoy viniendo a la casa del finquero para bautizar a los hijos de los indios acasillados, ¿por qué celebro con el finquero, y no con la familia indígena?’ Y entonces decidió irse mejor con los indígenas, no con quienes los estaban oprimiendo, ahí empezó la ruptura en él, un cambio de pensamiento”.

Es así como Samuel Ruiz, junto con otros obispos latinoamericanos preocupados por llevar esta “puesta al día de la iglesia” a sus respectivas naciones –entre los que estaban el mexicano Sergio Méndez Arceo, el salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, el brasileño Rubem Alves, el ecuatoriano Leónidas Proaño y el guatemalteco Juan Gerardi, por citar sólo algunos–, desarrollaron la corriente conocida como “Teología de la liberación” o “La opción por los pobres”, que asumía como misión pastoral la defensa de las almas de los más desprotegidos de manera prioritaria, pero también defender sus vidas, sus dignidades, sus libertades, y denunciar a sus opresores.

Foto: CuartoscuroSamuel Ruíz y Raúl Vera

“Lo primero que hizo don Sam fue aprender las lenguas de todos los pueblos indígenas de su diócesis, el tzotzil, el tojolabal, el chuj, el chol, y empieza a oírlos. Yo me pregunto –señala Pablo Romo– ¿cuántas lenguas indígenas habla el actual gobernador, Manuel Velasco? La respuesta es ‘ninguna’. Durante el siglo XX y lo que va del XXI sólo ha habido un gobernador del estado que hablaba una lengua, Elmar Zeltzer, que hablaba tzeltal”, y quien gobernó sólo un año, de 1993 a 1994.

Pero el proyecto de atención a las comunidades indígenas del obispo Samuel Ruiz no se limitaba a enteder sus lenguas: creó equipos de trabajo que tradujeron la Biblia, y luego una red de diáconos que desplegó labores de evangelización en la Selva, los Altos y en la región fronteriza con Guatemala.

“Ahí está la genialidad de don Samuel: él se puso los huaraches del indígena y salió a recorrer la selva entera, y las montañas” (por esta costumbre, de hecho, fue conocido como El Caminante), y en ese camino fue creando una red, fue generando equipos de trabajo, creó comités de enseñanza de las escrituras, que pronto empezaron, por sí mismos, a generar soluciones en temas no relacionados con la religión. “Así como primero hubo delegados de atención pastoral, pronto hubo delegados indígenas de salud, de educación, delegadas de asuntos de la mujer, de derechos humanos; y eso derivó en la creación de cooperativas de producción y distribución, en agrupaciones estatales de mujeres, porque cada comité fue enlazándose con el resto, ubicados en toda la diócesis.”

Tal como señalan investigaciones de El Colegio de México, para 1961 –es decir, un año después de su arribo a la diócesis de San Cristóbal–, esta nueva estrategia de atención pastoral había permitido la formación de 700 catequistas indígenas; para 1985 eran ya más de 6 mil catequistas, prediáconos y diáconos indígenas, y para 2007 se consideraba que esta red ya alcanzaba los 8 mil integrantes. Cada uno de estos representantes eclesiales, además, está acompañado de equipos de voluntarios que atienden el resto de las áreas de la vida comunitaria.

Esta red, pues, podría alcanzar los 15 mil integrantes, por lo menos, contando a religiosos y voluntarios.

Y eso desató la ira de los sectores conservadores de San Cristóbal y de Chiapas, reconoce con cierto agrado el obispo Raúl Vera.

“A los ricos y a los poderosos les daba mucho coraje que don Samuel prefiriera estar con los hermanos indígenas, que con ellos, y que les hablara en lenguas, eso les enojaba muchísimo. Porque don Samuel entonces se convertía en testigo de todos sus abusos: él me contó que en esas épocas vio a muchos hermanos indígenas con las espaldas llenas de cicatrices, porque los finqueros no sólo no les pagaban y los tenían sometidos a trabajos forzosos, sino que además los golpeaban cruelmente… Y más coraje les daba, no sólo a los ricos, sino también a un sector de la iglesia, que don Samuel estuviera incorporando a los indígenas a la vida diocesana. Don Samuel se enfretaba a gente muy racista, gente que creía que los indígenas sobrevivían gracias a ellos, gente que creía que si los indígenas abandonaban sus fincas, se morirían, porque no sabrían cómo sobrevivir.”

El tiempo demostraría, no obstante, que los pueblos indígenas no sólo recuperaron el orgullo por su identidad durante las primeras dos décadas del obispado de Samuel Ruiz en San Cristóbal de las Casas, sino que estaban urgidos para ejercer y defender sus derechos, y también estaban dispuestos a cambiar la realidad de manera irreversible.

La paz…

Esta organización de los pueblos indígenas más allá de la vida religiosa, detonada por la acción pastoral de Samuel Ruiz, reconoce Pablo Romo, generó un nivel de conciencia política que, a su vez, fue la base para el alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994, grupo armado en cuyas filas se integraron muchas de las comunidades en las que la diócesis mantenía trabajo religioso y social.

“En ese sentido, es de gran orgullo lo que hizo la diócesis: llevó salud, llevó atención espiritual, pero también llevó conciencia a los pueblos indígenas”.

Sin embargo, advierte el filósofo, el verdadero catalizador del levantamiento armado fue la reforma al artículo 27 Constitucional, impulsada en 1992 por el entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari, y con la cual “se decretó la privatización de las tierras campesinas, cuando en Chiapas ni siquiera habían sido repartidas”.

Dos años después de dicha reforma, los indígenas chiapanecos se alzaron en armas.

Luego de 12 días de confrontaciones armadas entre el Ejército y el EZLN, la presión social nacional e internacional obligó al gobierno mexicano a declarar un cese al fuego y entablar un proceso de diálogo, en el que el obispo Samuel Ruiz fue convocado como mediador.


Foto: Cuartoscuro¿Por qué Samuel Ruíz merece un homenaje del Papa Francisco?


“Ese fue un reconocimiento de las partes en conflicto a su estatura moral, don Sam se convirtió en pieza clave en la construcción de la paz; pero también lo puso en la línea de fuego.”

De hecho, luego del alzamiento zapatista, Samuel Ruiz fue acusado hasta de ser el principal “comandante” del grupo armado, tras lo cual sufrió dos atentados contra su vida, perpetrados por “grupos paramilitares financiados por el gobierno”, tal como denunció el obispo Vera.

Estos intentos de la clase política nacional por desprestigiar a Samuel Ruiz no prosperaron.

La pequeñez de sus detractores, destacó Pablo Romo, contrasta con la altura moral de Samuel Ruiz, y pone un ejemplo: “En el año 1995, cuando estaban en marchan los diálogos de San Andrés –mediante los cuales se buscaba un cese al fuego definitivo entre el Ejército y el EZLN–, hubo un momento de crisis casi fatal: los diálogos estaban a punto de romperse, porque los zapatistas rechazaban los ofrecimientos del gobierno, y la delegación gubernamental, en vez de dialogar, de negociar, declaró que se retiraba del diálogo.


Foto: CuartoscuroFuneral de Samuel Ruiz en San Cristóbal de la Casas


“Fue un momento crítico: la delegación oficial empezó a empacar todos sus papeles, los cinturones de paz que garantizaban la seguridad de la delegación zapatista se comenzaron a retirar, ante el temor de que en ese mismo lugar se desatara una confrontación; la delegación zapatista ya había emitido la alerta para que las comunidades indígenas iniciaran preparativos… en fin, la paz estaba a punto de perderse, estabamos al borde de lo que el gobierno denominó el ‘reinicio de las hostilidades’. Y lo que hizo don Samuel fue un acto de tremenda valentía: él mintió.

“Don Samuel se presentó ante la delegación del gobierno federal y les pidió una disculpa, les dijo que él había equivocado la traducción de la propuesta, que no había entendido bien –porque las partes no estaban realmente en una mesa, estaban cada cual en un área separada, y don Samuel era el que llevaba los mensajes entre ellas… y Don Samuel mintió, les dijo que esperaran, que le permitieran hacer la corrección ante los zapatistas….

“La delegación oficial casi casi le dijo a don Samuel que era un imbécil, lo humillaron hasta que se cansaron, pero finalmente aceptaron no retirarse del diálogo, permanecer un día más, y al día siguiente, pasado ese momento de exaltación, las partes volvieron al diálogo, y la paz se mantuvo. Ese era Samuel Ruiz, una persona que no tenía el más mínimo interés por sí misma, una persona que sólo pensaba en el bienestar de los demás”.

Finalmente, los diálogos de San Andrés encallaron, dejando como resultado únicamente los acuerdos relacionados con derechos y cultura indígenas, que se convirtieron en una ley que, tal como denunció el EZLN, quebrantó los acuerdos establecidos con el gobierno.

El diálogo, sí, se fragmentó. Pero la paz, frágil, incompleta, y siempre amenazada, se mantiene hasta la fecha.

En el año 1999, Samuel Ruiz cumplió la edad de retiro y fue nombrado obispo emérito de San Cristóbal. Diez años después fue nombrado nuevamente intermediador, esta vez entre el grupo guerrillero Ejército Popular Revolucionario y el gobierno federal, proceso empantanado hasta la fecha.

El 24 de enero de 2011, Samuel Ruiz, Tatic Samuel, murió a los 86 años de edad.

“Se va don Samuel –escribió en su honor el Ejército Zapatista–, pero quedan muchas otras, muchos otros que, en y por la fe católica cristiana, luchan por un mundo terrenal más justo, más libre, más democrático, es decir, por un mundo mejor.”



Por él, por ellas y ellos, viene hoy el papa Francisco a San Cristóbal de las Casas.




Para conocer más de Samuel Ruiz, recomendamos:



  • La comunidad armada rebelde y el EZLN, estudio histórico y sociológico sobre las bases de apoyo zapatistas en las cañadas tojolabales de la Selva Lacandona (1930-2005). Una investigación de Marco Estrada Saavedra que dedica su segundo capítulo (La civitas christi) a analizar la evolución de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas a partir de noviembre de 1959, cuando Samuel Ruiz fue nombrado obispo de esa comunidad. Editado por El Colegio de México.


  • Don Samuel, profeta y pastor. Compilación de Juan Manuel Hurtado López. Este libro fue publicado para conmemorar los 50 años de labor episcopal de Samuel Ruiz, e incluye distintos análisis de académicos y teólogos en torno a labor del obispo de San Cristóbal de las Casas en materia de derechos humanos, derechos de las comunidades indígenas. Este libro, además, incluye la ponencia que Samuel Ruiz presentó en la Segunda Conferencia General del Episcopado Lationaericano de 1968, en Medellín, donde definió las líneas de acción de la ‘Teología de la liberación’ relacionadas con pueblos indígenas. Editado por la Asociación Teológica Ecuménica Mexicana, Razón y Raíz SC y Castellano Editores.



  • Cómo me convirtieron los indígenas, libro escrito por Samuel Ruiz. Editado por Sal Terrae.


  • ¿Por qué Chiapas?, libro escrito por el político panista Luis Pazos, tras el levantamiento armado del EZLN. Acusa a Samuel Ruiz de ser ideólogo y orquestador del alzamiento, junto con un grupo de “extranjeros”. Editado por Diana.