jueves, 7 de junio de 2012

MENSAJES EN BOTELLA / LA VIDA MERECE DONARSE



 







A Rosarito Salmoral.

Hace algunos años pude ver una bellísima película que cambió mi manera de ver, desde mi fe, el significado del verdadero amor y el de la Vida en su sentido trascendente. Ese film era "El Jesús de Montreal", un extraordinario paralelismo entre aquel Jesús de Nazareth y ese que se dramatizaba en la historia que contaba la transformación que asume un actor que interpreta a Cristo y su calvario en una parroquia de Montreal, Canadá. Ese vía crucis lo va acercando cada vez más en el presente, a la forma en que el Jesús histórico hubiera vivido este mundo, esta realidad y en el final la identificación es total, ya no hay diferencias, se trata del mismo Dios hecho hombre que se entrega y muere según la Pasión. Pero lo que "me dio vuelta la cabeza" por así decirlo, fue el modo en que se manifiesta la Resurrección como Acto de fe y de Vida concreta. No es sino a través de la dramática muerte del joven actor, que su imitación de Cristo, tiene un sentido idéntico, porque su muerte en esta película, se convierte en plena oblación solo y solamente así, cuando sus órganos donados empiezan a Vivir en otros:  En aquel que era ciego y ahora ve, en aquel que necesita un corazón y ahora late con él, en aquel que no podía vivir sin un pulmón y ahora respira y vive, Vive en el prójimo, esa es la exégesis de la  Resurrección del "Jesús de Montreal".
Al otro día, tomé mi moto, me dirigí a una farmacia en el centro de Quilmes, donde vivía y pedí la solicitud de donación de órganos. Me llamó la atención la sonrisa que me dio la empleada al ver lo que le entregaba. Me fui de allí satisfecho y feliz.
Que me disculpen los que no vieron esta excelente y esencial realización que recomiendo enfáticamente, pero la causa que dio origen a este relato, vale muchísimo más.  De igual modo, yo la volví a mirar  otras tres veces y aun siento que deseo revivirla nuevamente. Ahora, sé que no es solo la película, ahora sé que se trata de mi, de quien pudiera leer esta nota y sentir lo mismo que siento yo frente a aquellos que sufren la espera de la Vida que debiera llegar en condiciones criticas... Como aquella clásica imagen del naufrago que arroja una botella con un mensaje de auxilio en la vastedad del mar, en la esperanza que alguien lo encuentre para salvarlo, para rescatarlo de aquella isla en ultramar, perdida y desconocida para muchos, aquella insondable pero vecina ínsula llamada angustia...


Raúl Olivares.-
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