jueves, 27 de octubre de 2016

IGLESIA Y DICTADURA: LA VERDAD SIGUE SIN APARECER Por Gloria Pagés



Fotografía:DyN/ALBERTO RAGGIO



LESA HUMANIDAD


Iglesia y dictadura: la verdad sigue sin aparecer

La noticia se conoció ayer en horas de la mañana. Sin embargo, los tan anunciados archivos son en su mayoría cartas de familiares a miembros de la Iglesia. La documentación del Vicariato Castrense seguirá en penumbras.





  Gloria Pagés  
Hermana de desaparecidos | CeProDH




El material desclasificado perteneciente al período de la última dictadura cívico militar argentina, se encuentra en los archivos del Episcopado argentino, la Secretaría de Estado de la Santa Sede y de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires. Ese material ha sido digitalizado y organizado.

Desde la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) anunciaron que el material se pondrá a disposición, en la medida que lo soliciten, de “víctimas y familiares directos de los desaparecidos y detenidos y, en el caso de religiosos o eclesiásticos, también de sus superiores mayores”.

Durante la conferencia de prensa, se señaló que ese proceso de organización y digitalización se llevó a cabo “en conformidad con las decisiones e indicaciones del Santo Padre” y a su vez indicaron que “este trabajo se ha desarrollado teniendo como premisa el servicio a la verdad, a la justicia y a la paz, continuando con el diálogo abierto a la cultura del encuentro en el pueblo argentino”. También se insistió en que la apertura de los archivos eclesiásticos de la última dictadura militar servirá para la búsqueda de la verdad, la justicia y la reconciliación de los argentinos, y destacaron que, al conocerse a fondo el contenido de los documentos, la presencia de la Iglesia “va a aparecer con más luces que sombras”.

En el evento estuvieron presentes el presidente de la CEA, monseñor José María Arancedo (arzobispo de Santa Fe); el vicepresidente primero de la CEA, cardenal Mario Aurelio Poli (arzobispo de Buenos Aires) y el secretario general de la CEA, monseñor Carlos Humberto Malfa (obispo de Chascomús).

Chiste de mal gusto

El intento de lavarle la cara a una institución como la Iglesia Católica, cuya cúpula bendijo a los genocidas y su atroz accionar, abriendo presuntos archivos, se muestra con crudeza a la hora de especificar de qué consta el material que se hará público a familiares y sobrevivientes. Monseñor Arancedo especificó que se trata de unas 3.000 piezas, “en su mayoría cartas, algunas con las respuestas a la persona que pide” por sus familiares, e indicó que hay “un poco más” en la Secretaría de Estado del Vaticano.

La ilusión de conocer la verdad tiene aquí un duro revés para los que de alguna manera pudieron sentirse esperanzados: ¡se trata de copias de las cartas que las familias enviaban reclamando algo de misericordia en los hombres de la Iglesia! Nada que las familias de desaparecidos no conozcamos, como conocemos también los interminables pasillos recorridos para tener por toda respuesta, en el mejor y más optimista de los casos, una incumplida promesa de alguna gestión por nuestros familiares.

El segundo golpe que recibimos es que los archivos del Vicariato Castrense no se abren.

Quizás sea por eso que en la conferencia de prensa señalaron que “no tenemos miedo a los archivos, la verdad siempre ilumina, aunque duela”. Siguiendo con las metáforas lumínicas, Arancedo se animó a decir que “la presencia de la Iglesia va a aparecer con más luces que sombras”, mientras protestaba porque le parecía “fuerte” hablar de “complicidad” al detallar la relación entre la cúpula de la Iglesia y la dictadura.

La jerarquía eclesiástica fue parte de la dictadura: “cómplice” es poco. Empezando por los cardenales Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Buenos Aires y Raúl Primatesta, arzobispo de Córdoba y Adolfo Servando Tortolo, presidente de la Conferencia Episcopal, Arzobispo de Paraná y vicario general castrense, adhirieron abiertamente a la “cruzada anticomunista” de la dictadura que se autodenominaba “occidental y cristiana”. Después del golpe, Tortolo bendecía a la Junta genocida y advertía que “los principios que rigen la conducta del general (Jorge) Videla son los de la moral cristiana”.

Sobrevivientes de centros clandestinos de Entre Ríos relataron que el mismo Tortolo recibió a personas secuestradas en su residencia, las visitó en cautiverio, vio cuerpos deshechos por la tortura y predicó el “por algo será”. Horas después esas personas desaparecieron para siempre. Tortolo murió impune en 1986.

Estos casos no son aislados como quieren hacer creer los actuales dirigentes de la Iglesia Católica.

No es casual tampoco que los archivos del Vicariato Castrense permanezcan bajo siete llaves. El caso del siniestro capellán mayor de las Fuerzas Armadas, Emilio Graselli, ayudante de Tortolo, que daba misa en la ESMA, y fue denunciado por Alejandrina Barry, integrante del CeProDH como uno de los que presenció las sesiones de tortura a su tío Enrique. El caso es parte de las denuncias de la Conadep y son conocidos los testimonios que dan cuenta de que confeccionaba fichas sobre los desaparecidos, como responsable de la parroquia castrense Nuestra Señora de Luján, en Palermo.

Francisco, el Papa y la verdad

Si algo sobra en esta materia, son ejemplos. Christian Von Wernich, que condenado por 34 secuestros, 37 casos de tortura y siete homicidios calificados siguió dando misa y nunca fue expulsado de la Iglesia; Victorio Bonamin, que también murió impune, cuyo diario personal fue convertido en libro por Lucas Bilbao y Ariel Lede, es un minucioso relato de cómo actuó al servicio de la dictadura.

Mención aparte merecen los curas del Operativo Independencia, se habla de 43, cuya participación se expuso con detalle durante el juicio por la Megacausa en Tucumán.

Claro está que hubo excepciones, que pagaron con su vida no haber sido parte de la siniestra maquinaria genocida.

El rol de Bergoglio, por cuya orden se ha desclasificado el material en poder del Vaticano y de la Iglesia argentina, no brinda mucha luz. Las denuncias que implican al actual Papa como facilitador o al menos conocedor del secuestro de los jesuitas Yorio y Jalics son abundantes. Myriam Bregman y Luis Zamora denunciaron la reticencia de Bergoglio a hablar del tema, reticencia que consideraron una falta a la verdad, durante una extensa declaración en el marco del juicio por los crímenes cometidos en la ESMA, citado por el Tribunal Oral nro 5 en 2010, cuando era Arzobispo de la Curia Metropolitana.

Las duras denuncias de Estela de La Cuadra, tía de Ana Libertad, nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo sobre la complicidad del papa Francisco con la dictadura y particularmente con la apropiación ilegal y el robo de la identidad de su sobrina en 1977 todavía no se han juzgado.

En los archivos que la Iglesia ha desclasificado, nada de esto aparecerá. Por eso, el reclamo histórico de sobrevivientes, familiares y organismos de derechos humanos sigue vigente, porque, en primer lugar, el Vicariato Castrense sigue amparada por la impunidad, y la gran mayoría de los miembros de la Iglesia Católica que colaboraron con el genocidio sigue impune.

No confiamos en la “luz” que ofrece monseñor Arancedo. Queremos verdad, justicia y castigo a los responsables.




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miércoles, 26 de octubre de 2016

LAS RAZONES DE ESTA DECISIÓN Por Washington Uranga



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› OPINIÓN

Las razones de esta decisión



Por Washington Uranga




La decisión conjunta de la Santa Sede y de la Conferencia Episcopal Argentina de dar a conocer los documentos que obran en su poder y que se refieren a víctimas, detenidos y desaparecidos durante la última dictadura constituye en sí mismo un gesto de gran importancia política y rompe una tradición eclesiástica aferrada al secretismo y a una conducta del Vaticano como estado que nunca antes abrió sus archivos sino después de transcurridos por lo menos cincuenta años de los hechos que se consideran.

Existen varios factores que confluyen para que esto haya ocurrido. Pero al mismo tiempo no debería leerse que el gesto actual libra de responsabilidades institucionales a la Iglesia Católica en Argentina y a varios de sus miembros por los hechos de complicidad con la dictadura militar. Eso es harina de otro costal.

¿Por qué ahora? Porque los organismos defensores de los derechos humanos vienen reclamando casi desde antaño que la Iglesia ponga a disposición la documentación que obra en su poder, en la casi certeza de que en los archivos puedan encontrarse datos que permitan esclarecer desapariciones, muertes, asesinatos y también información que, por ejemplo, permita encontrar a niños que nacieron en cautiverio. Bergoglio papa prestó ahora los oídos que no tuvo en su momento Bergoglio obispo.

Porque la política de derechos humanos del anterior gobierno generó un clima de conciencia respecto del tema que aumentó la presión de la sociedad sobre la institución eclesiástica para acelerar procedimientos y flexibilizar conductas y protocolos. Ambas cuestiones fueron dejando a la Iglesia Católica en una posición cada vez más incómoda por la negativa a facilitar el acceso a la información.

No menos cierto también es que el tiempo transcurrido hace que los responsables eclesiásticos que pudieran verse involucrados o perjudicados por la información que se divulgue están en su mayoría muertos o, en último caso, fuera de funciones relevantes dentro de la Iglesia. De esta manera el riesgo institucional queda bajo mayor resguardo. Esto sin perder de vista que cada vez que la Iglesia pidió perdón públicamente por los “errores” cometidos durante la dictadura militar siempre aludió a los miembros “que pudieran haber pecado” pero nunca asumió responsabilidades institucionales.

A lo anterior debe sumarse, sin duda, la presencia de Jorge Bergoglio en el Vaticano como papa Francisco. Fue el propio Papa quien, como ejercicio de su autoridad, dio instrucciones para proceder en el sentido que se hizo. Determinación que incluso produjo malestar en algunos miembros del episcopado católico que siguen sin estar de acuerdo con la decisión. Desde Buenos Aires un firme defensor de la política de apertura y quien trabajó intensamente para llegar a este momento fue el actual secretario de la Conferencia Episcopal y obispo de Chascomús, Carlos Malfa. Como se ha dicho tantas veces, la Iglesia está muy lejos de ser una institución monolítica en sus modos de pensar y entender la historia de la humanidad. En el seno de la comunidad católica pero también dentro del episcopado conviven visiones muy distintas, encontradas y hasta contradictorias en relación a los temas de la sociedad.

No habría que perder de vista tampoco la oportunidad del anuncio. Si bien es el resultado al que se arriba como consecuencia de un proceso iniciado hace tiempo, la decisión se adopta en un momento sensible para la política de derechos humanos, precisamente cuando el gobierno de la Alianza Cambiemos le quita recursos y respaldo a una política pública que se había instalado como prioritaria entre los argentinos. Un nuevo mensaje de Francisco para el gobierno de Macri.




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VER PARA CREER Por Alejandra Dandan


El arzobispo José María Arancedo, el cardenal Mario Poli y el obispo de Chascomús, Carlos Malfa.



› LA IGLESIA ANUNCIÓ LA DESCLASIFICACIÓN DE DOCUMENTOS VINCULADOS A LA ÚLTIMA DICTADURA

Ver para creer

En un comunicado conjunto con el Vaticano, la Conferencia Episcopal Argentina anunció que culminó el proceso de organización y digitalización de los archivos de la CEA, la Nunciatura y el Vaticano. Podrán acceder familiares de las víctimas. Pero no serán públicos. 

Por Alejandra Dandan



Luego de cuatro años de trabajo, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y el Vaticano terminaron de organizar, catalogar y digitalizar sus archivos sobre la dictadura argentina. La culminación del trabajo fue anunciada en una conferencia de prensa en la sede episcopal de la calle Suipacha. Los obispos leyeron un documento conjunto emitido con la Santa Sede con la noticia de esa desclasificación reclamada por las víctimas y organismos de derechos humanos desde hace años. Los documentos, que contienen cerca de 3.000 casos, no serán públicos. Sólo accederán familiares, víctimas y superiores para el caso de sacerdotes o religiosos, y también la justicia, como hasta ahora. Cuando los periodistas preguntaron si los documentos arrojan datos sobre la complicidad de la Iglesia argentina con la dictadura, el arzobispo José María Arancedo –titular de la CEA– dijo que no puede hablarse de complicidad sino que “tal vez la Iglesia no hizo todo lo que podría haber hecho” pero que en esos papeles seguramente aparecerán “más luces que sombras”. Los obispos dijeron que “no le tienen miedo a los archivos”. Se trata de una medida excepcional, ya que según las normas del Vaticano las desclasificación se hace a los 50 años de los hechos. “Es una respuesta que esperamos desde hace mucho tiempo”, afirmó Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Desde el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), Gastón Chillier reclamó que los documentos sean de “acceso público”.

“No está ausente el mea culpa y el pedido de perdón por lo que no se hizo”, dijo ayer el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli. Los obispos repitieron que esa es una posición que sostienen desde el año 2000.

Arancedo quedó ubicado en el medio de la mesa de la conferencia. A su derecha se sentó el cardenal Poli, segundo en la CEA y a la izquierda Carlos Malfa, secretario general de la CEA, obispo de Chascomús y uno de los que siguió de cerca el trabajo de apertura de archivos. En la sala estuvo Eduardo Valdés, ex embajador argentino en el Vaticano. Y Dora Salas, periodista, integrante de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y quien viajó con Lita Boitano en 2015 para pedir al Papa Francisco la apertura de estos archivos. Lo mismo habían hecho Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo y otros integrantes de organismos de derechos humanos.

El comunicado de la CEA y el Vaticano dio cuenta de un encuentro en Roma el 15 de octubre en el que se evaluó avance del trabajo y se tomó la decisión de anunciar el cierre. Allí estuvieron Arancedo, Poli y Malfa con hombres del Vaticano, encabezados por el cardenal Pietro Parolín, secretario de Estado de la iglesia romana.

“Se ha constatado que este proceso de organización y digitalización, llevado a cabo en conformidad con las decisiones e indicaciones del Santo Padre y que supone la continuación de un trabajo ya iniciado años atrás por la Conferencia Episcopal Argentina, ha terminado”, escribieron. “Este trabajo se ha desarrollado teniendo en cuenta como premisa el servicio a la verdad, a la justicia y a la paz, continuando con el diálogo abierto a la cultura del encuentro en el pueblo argentino”.

En esa sintonía, Arancedo encuadró la apertura como continuación de la publicación de un documentos en 2005 con el nombre de Iglesia y democracia. Ese texto desorganizado y que debe ser leído y completado con los archivos que acaban de ser desclasificados, según dijeron, ya contenía “luces y sombras”. “La CEA comenzó la organización de los archivos en 2005 -dijo Malfa– pero en el 2012 se priorizó el período 76-83. Y luego, con los mismos criterios de digitalización y catálogo, y a instancias del Santo Padre, se realizó un trabajo igual en la Nunciatura Apostólica argentina y en la Santa Sede. Este es el trabajo que ahora concluyó y que se pondrá a disposición de las personas, conforme al protocolo que se está terminando”. Malfa habló de una “doble intervención” de Jorge Bergoglio: primero en 2012, cuando se priorizó el período dictadura y luego como Papa. “Lo que demuestra -dijo– que ha impulsado esto con intensidad y seria responsabilidad”.

Luego de asumir como Papa, Bergoglio modificó la legislación del Vaticano para que sus archivos pudieran servir como pruebas en causas judiciales, pero siempre a partir del pedido de jueces o fiscales. Así llegó, por ejemplo, una carta del obispo Enrique Angelelli al expediente en el que se investigaba su asesinato.

Para Poli, la apertura “es un servicio a nuestra Patria para la reconciliación de los argentinos. No le tenemos miedo a los archivos. Los archivos contienen la verdad de la historia. Los grandes historiadores de la iglesia nos han enseñado que no hay que tenerle miedo a esto.”

Sobre los documentos, dijeron que la mayor parte son cartas que enviaron los familiares buscando información sobre sus desparecidos, copias de las respuestas, copias de las gestiones de la Iglesia si las hubiera y de las eventuales respuestas que la Iglesia recibió. Esto parece ser el principal contenido de los archivos (ver aparte). Pero de las declaraciones se desprende que puede haber algunas sorpresas.

Cuando se insistió sobre rastros de la complicidad de la Iglesia, Arancedo sugirió que puede aparecer algún obispo complicado. “En una oportunidad dije que no puedo hablar de la palabra complicidad -dijo–. Es cierto que la Iglesia tal vez no hizo todo lo que pudo. Por eso pedimos perdón. Pero creo que de los documentos va a surgir otra palabra. Casi me atrevo a decir que cuando se pueda tomar contacto con todo el recorrido, la presencia de la Iglesia va a aparecer con más luces que sombras. Sombras siempre puede haber. Seríamos mentirosos si dijéramos otra cosa, pero no hay una actitud corporativa de defensa. Para nosotros el límite de toda defensa del cuerpo es la verdad, la justicia y que si un hermano obispo ha tenido una actitud, me parece lamentarlo”. Su intervención siguió en esa línea. Que la iglesia no se fue. Se quedó. Que hizo lo que pudo. Que por eso “tuvimos muchas heridas, muchas muertes”. Recordó que también ayudaron a muchos a salir del país. Que esta “es una historia que todavía esta por hacerse, pero ahora dimos un paso”.

Poli insistió en que la Iglesia hizo un mea culpa en el 2000. Los obispos negaron que pudieran existir nuevos datos para iluminar causas como el reclamo por la falta de asistencia de Bergoglio a la protección de los curas secuestrados Orlando Yorio y Francisco Jalics.

“Además del mea culpa, esto marca una contundente voluntad de prestar este servicio, llámese como deuda, y como también como aporte a la verdad y a la reconciliación, reconciliación que no se opone a la justicia. Esa contradicción no hay que usarla entre nosotros: estamos en el año de la Misericordia. Y es ella la que ilumina a la justicia”.

¿Por qué 40 años después?, preguntaron. ¿Por qué esta desclasificación llega tan tarde? Allí Poli dijo que “normalmente los archivos históricos siguen cláusulas universales” y que la Iglesia tiene tiempos de 50 años de secreto. Que de todas formas en los ‘90 hubo aperturas parciales, también con el libro de 2005. Luego agregó: “hay que decir que el reclamo de la Justicia nos fue impulsando a organizarnos. No sé si eso pesó pero lo importante es que lo hacemos en este momento”.

Los obispos aclararon que la Iglesia no tiene un archivo único y concentrado. Que estos son tres fondos. Que cada diócesis tiene sus archivos. Y que esperan que esto aliente próximas aperturas. También explicaron que ya están trabajando en la digitalización de las actas de bautismo, dato que reclamaron las Abuelas. Y que vienen recibiendo pedidos de la Justicia y van haciendo aportes.

En la sala, Valdés se mostró conforme. “Esto sin duda es un avance”, dijo. Dora dijo algo parecido. “Como todo paso que se da lo tomo como un primer paso positivo. La Conferencia dejó en claro que todavía falta un largo camino a recorrer y esto completamente de acuerdo con eso”. En ese momento se acordó de una escena. Unas fichas que monseñor Giorgio Filibeck le mostró durante la dictadura en un encuentro en la sede del Consejo Justicia y Pace del Vaticano: eran fichas con datos de Luis Guagnini, dijo, su esposo desaparecido, también periodista. En los archivos, según explicó la persona a cargo del catálogo, todavía no están.

“Es una buena noticia y la esperamos muchos años. La Iglesia fue parte de esa época tan siniestra y dolorosa”, opinó Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo línea fundadora. Adolfo Pérez Esquivel, del Serpaj y Carlotto también evaluaron de forma positiva el anuncio de la Iglesia. “La verdad es que la cúpula de la Iglesia ayudó a la dictadura a encontrar a las víctimas. Ahora se está recuperando la dignidad de la Iglesia”.




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miércoles, 19 de octubre de 2016

LA DEUDA VOLVIÓ PARA QUEDARSE Por Rubén Dri




artículo destacado





La deuda volvió para quedarse

La deuda y su perdón como condición para el desarrollo de las comunidades está en el origen de los textos sagrados. Tanto los escritores hebreos de la escuela del profeta Oseas como Jesús de Nazaret, elaboraron un proyecto de comunidad surgido de las entrañas del pueblo campesino y contra la explotación del imperio y el sacerdocio. El perdón de las deudas, originario de ambos proyectos y escrito en el Padre Nuestro, fue reemplazado, con el neolibrealismo, por el perdón a las “ofensas”.



Por Rubén Dri*
(para La Tecl@ Eñe)



La Deuda es un sujeto que se presenta como una dama cuya presencia en la humanidad es posible detectarla desde sus inicios, siempre en compañía de otra dama, llamada “Propiedad”. El código de Hammurabi del siglo XVIII aC le dedica 120 de las 282 leyes que contiene.

Así comienza la saga de la pareja deuda-propiedad: “Si un señor roba la propiedad religiosa o estatal, será castigado con la muerte. Además el que recibió de sus manos los bienes robados será también castigado con la muerte”, con lo cual el dúo se transforma en trío. La muerte siempre rondará amenazadoramente al dúo.

Es un dúo que siempre está en conflicto, cuyo desenlace requiere la presencia del tercero, en discordia, la muerte. La deuda exige el pago sin importarle su costo. Hay que pagarla y en ello el deudor sentirá siempre los pasos de la muerte.

En el proceso de construcción de las primeras sociedades humanas, en la Media Luna de las Tierras Fértiles, que desde el cuatro mil aC se fue desarrollando hasta alrededor del mil doscientos, los sectores sociales que se hicieron con el poder se protegieron siempre con la intervención de la dama “Propiedad” a su favor.

En el siglo IV un grupo de escritores hebreos que pertenecían a la escuela del profeta Oseas del siglo VIII, elaboró un proyecto de sociedad en la cual se establecía: “Al cabo de siete años perdonarás las deudas” y lo fundamentaba en que en esa sociedad “no debía haber pobres”.

Era un proyecto que surgía desde las entrañas de un pueblo campesino cansado de perder su cosecha y más aún su propiedad, e incluso su mujer y sus hijos en manos de los terratenientes, los nobles y cortesanos.

Cuatro siglos después, en una pobrísima aldea montañosa de la Palestina nace un tal Jesús que, sujeto y testigo de la súper-explotación a la que era reducido el campesinado en manos de la casta sacerdotal, y sobre todo del imperio romano, se transforma en el líder profético de un movimiento liberador.

El país había sido incorporado al imperio romano, de modo que los tributos que debían pagar los campesinos se habían aumentado de manera exorbitante. Comienzan a perder sus campos, las familias extendidas de múltiples miembros se desintegran, el hambre y la esclavitud se enseñorean en el territorio.

Enfrentar al imperio y al sacerdocio, o morir en la miseria y la humillación. Jesús elige el primer camino y se da a la tarea de la conformación del movimiento liberador. Movimiento político-religioso, bien empapado de la tradición de los movimientos proféticos que jalonaban la historia del pueblo hebreo.

Menester era, pues, que los militantes del movimiento supieran rezar de acuerdo con dicha tradición. Les enseña, entonces, a rezar el “Padrenuestro” que hemos aprendido en el catecismo parroquial que en una parte dice: “perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6, 12).

Jesús se refiere a las deudas de los campesinos, no a un mítico pecado cometido contra un dios extraterrestre, porque la propiedad de la tierra en manos de los terratenientes era el obstáculo fundamental para la conformación de la sociedad de hermanos, iguales de todos en derecho, en que consistía el proyecto del movimiento liderado por Jesús.

Se repetía lo de los profetas del siglo IV, se perdonan “todas las deudas”, porque en el proyecto de sociedad por el que lucha el movimiento “no debe haber pobres”.

¿Por qué hoy en el “Padrenuestro” las “deudas” se transformaron en inofensivas “ofensas”? ¿Cuándo tuvo lugar ese cambio? Cuando con Reagan, Margaret Thatcher y Juan Pablo II se impone el neoliberalismo, ahora, con el macrismo, reciclado para nosotros.

Si hemos adoptado el neoliberalismo, para el cual le deuda es el sujeto que ostenta la hegemonía, es un contrasentido rezar por el no-pago de las deudas. El buen cristiano debe ser un buen ciudadano que respeta las leyes y el pago de las deudas pasa a ser la ley principal

Con el macrismo, cuyo ministro de finanzas Alfonso Prat Gay, representa los intereses del imperio que nos domina, hemos corrido a aceptar las cadenas de la Dama Deuda cuyo crecimiento tiene sólo los límites que logre ponerle la lucha popular.

Ya hemos entrado en el proceso infinito de una deuda que no cesará de crecer y que la deberán pagar nuestros hijos, nietos, biznietos, “hasta que los trague el hoyo o hasta que venga algún criollo en esta tierra a mandar”, como dice el sargento Cruz del Martín Fierro.

Ese criollo sólo puede ser el movimiento nacional, popular, democrático, latinoamericano, que “crece desde el pie”.



Buenos Aires, 10 de octubre de 2016





*Filósofo y teólogo. Autor del libro "La hegemonía de los cruzados: la iglesia católica y la dictadura militar​", Editorial Biblos, 2011



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sábado, 15 de octubre de 2016

ANGELELLI GOLPEA LAS PUERTAS DE ROMA


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› A UN DÍA DE LA CANONIZACIÓN DEL CURA BROCHERO, SE ENTREGARA EN EL VATICANO EL PEDIDO PARA QUE SE DECLARE "MARTIR" AL OBISPO ASESINADO POR LA DICTADURA

Angelelli golpea las puertas de Roma



El vicario de la diócesis de La Rioja, Enrique Martínez Ossola, confirmó que el próximo lunes entregará al papa Francisco la documentación que solicita que se declare "martir" de la Iglesia Católica al obispo riojano asesinado por la dictadura cívico-militar, así como también las causas de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, y el laico Wenceslao Pedernera.

La información, que ya fue entregada a la Nunciatura, será elevada a la Congregación para la Causa de los Santos, "presidida por el mismo cardenal que estuvo hace tres años beatificando al Cura Brochero, Angelo Amato, un hombre sencillo y sensato", señaló Martínez Ossola a la agencia DyN.

La documentación que puede convertir en mártires a Enrique Angelelli y otros tres religiosos, asesinados por la dictadura entre el 18 de julio y el 4 de agosto de 1976, podría también iniciar el camino hacia la beatificación o canonización de las víctimas del terrorismo de Estado.

Martínez Ossolo destacó a DyN que los documentos tienen "un peso ingobernable, mientras que los originales quedaron en la diócesis. Son archivos secretos. No son documentos públicos".

"En el caso de Angelelli, Carlos, Gabriel y Wenceslao se trata de martirios y la documentación debe demostrar que murieron por la causa del Evangelio, por su posición de creyentes y cristianos defendiendo la vida en un régimen dictatorial, por lo tanto puede ser más breve", explicó.

Para la Iglesia, amplió, santos y mártires "son vidas que dan ejemplo, que generan compromiso, movimiento, respuesta, por eso los propone y certifica que están junto a Dios" y en ambos casos pueden ser objeto de culto.



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viernes, 14 de octubre de 2016

CANONIZACIÓN DEL BEATO CURA BROCHERO

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"Este pastor con olor a oveja se hizo pobre entre los pobres", escribió el papa Francisco al recordar su labor pastoral: "no se quedó en la sacristía a peinar ovejas"



EL CURA BROCHERO, UN EVANGELIO VIVO ENTRE LOS POBRES Por Luis Miguel Baronetto



“Que me hagan un cajón con madera de pino, como para que el carpintero se gane unos panes” (...) “que vendan el cáliz, el copón… y una vez reducidos a plata se lo den a los pobres para que un día siquiera puedan gastar a su albedrío, y ojalá les tocase de a cien pesos”. Lo mismo hagan con los libros: “El valor de algunos que vendan lo den a los pobres, en mi nombre, o sea por mi alma”.

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Santoral: José Gabriel del Rosario Brochero, Venerable Sacerdote, 26 de enero

El Cura Brochero, un evangelio vivo entre los pobres


Historias de fe a lomo de mula

Por Luis Miguel Baronetto
Publicado en edición Nº52 de Revista Don Orione / Mayo 2011



“Que me hagan un cajón con madera de pino, como para que el carpintero se gane unos panes” (...) “que vendan el cáliz, el copón… y una vez reducidos a plata se lo den a los pobres para que un día siquiera puedan gastar a su albedrío, y ojalá les tocase de a cien pesos”. Lo mismo hagan con los libros: “El valor de algunos que vendan lo den a los pobres, en mi nombre, o sea por mi alma”. 


Palabras que el Cura Brochero (1840-1914) ponía en su Testamento, como la última voluntad y al mismo tiempo, como la síntesis exacta de toda una vida al servicio de los pobres, anunciando el Evangelio de Jesús.


No estamos hablando de un mártir, en el sentido de aquellos a quienes les quitaron la vida por la causa del Reino de Dios. Pero sí estamos hablando de alguien cuya entrega fue sin reservas, dando vida -y dando la propia vida- a cada instante, paso a paso y hasta el último aliento.

Paso a paso… a lomo de mula


Lo primero que aquel joven sacerdote de apenas 29 años, llamado José Gabriel del Rosario Brochero, hacía al llegar a su parroquia en el Valle de Traslasierra, del otro lado de las Altas Cumbres cordobesas, era constatar la marginación de los serranos y la postergación ocasionada principalmente por la ausencia de vías de comunicación con los centros de desarrollo. 

Para Brochero, nacido en Santa Rosa del Río Primero (Córdoba), la pobreza que sufría su gente, era producto de planes y acciones políticas que no tenían como centro mejorar la calidad de vida de los más pobres. “Si pedimos ayuda al gobierno vamos a hacer un hoyo en el suelo de tanto esperar sentados”. 

Recorriendo en su mula tan extensos territorios se daba cuenta de las enormes potencialidades de las riquezas naturales de esos pueblos. Aunque, por sobre todo descubría y valoraba a la gente, contribuyendo a que ellos mismos fuesen gestores de su dignificación y progreso social. 

Para eso los organizaba, tanto para la catequesis, las comisiones pro-templo, o la participación de las mujeres, como así también para obras de infraestructura que acabasen con la incomunicación. Llegando incluso hasta proyectar el sueño del ferrocarril, como vehículo fundamental para la unión de los territorios y la comercialización de los productos de la región. 






Hombre de la Iglesia para el Pueblo


Brochero tenía clara su misión como sacerdote, aún en contextos en que la institución eclesiástica se enfrentaba con la imposición del liberalismo representada por la Generación del 80, e instalada en el gobierno. El Cura de las Sierras sabía priorizar el Evangelio, poniendo en segundo lugar las cuestiones institucionales de la organización eclesiástica, especialmente cuando estaba el conflicto por las leyes civiles de matrimonio, registro civil y educación. 

Esto, sin embargo, no implicaba ningún apartamiento de la vida de la Iglesia. Todo lo contrario, porque el Cura Brochero participaría del Sinodo Diocesano, aplicando en su parroquia las disposiciones relacionadas a la administración de los sacramentos y a la catequesis. Aunque nunca dejaría de mostrarse disciplinado a la autoridad del obispo, a quien siempre trataba con respeto, cortesía y humor cordobés. 

Tal como lo había aprendido en sus años de seminario, pensaba que los ejercicios espirituales eran el mejor instrumento para renovar a fondo la fe cristiana. No sólo para el crecimiento personal, sino para promover la solidaridad y el compromiso con las necesidades comunitarias. Para ello organizaba tandas de trescientas o cuatrocientas personas, hombres o mujeres, que durante tres días y tres noches atravesaban las sierras hasta la ciudad de Córdoba para una semana de reflexión, penitencia y oración. 

Repetía ese trajín una y otra vez, hasta que en agosto de 1875 iniciaba por fin la construcción de la Casa de Ejercicios en el pueblo El Tránsito (actual ciudad de Cura Brochero), la villa que poco después pasaría a ser la sede de su curato. 

Y todos, sin excepción, se pondrían a trabajar: hombres, mujeres y niños con el cura a la cabeza. Cavando cimientos, fabricando ladrillos, apagando la cal y acarreando arena, día a día durante tres años, se levantaría esa inmensa Casa, que aún hoy es monumento para la zona.

Hasta el último aliento


Después de treinta años de párroco en las sierras, el obispo de Córdoba, Fray Reginaldo Toro, nombraba a Brochero canónigo de la iglesia catedral para que tuviera un descanso y pudiera reponer su quebrantada salud. Pero sólo llegaría a estar cuatro años en esa función, puesto que en 1902 presentaría la renuncia expresándose con su habitual sencillez y verdad: “Este apero no es para mi lomo, ni la mula para este corral”.

Así, Brochero volvía a las serranías, su auténtico lugar, donde recorrería sus últimas travesías. A los 68 años, casi ciego y con la enfermedad de lepra a cuestas, dejaba la atención pastoral de la parroquia. Los dos últimos años de su vida los pasaría en la casa de su hermana Aurora, en Villa del Tránsito. Desde allí, le describía su situación a un compañero suyo de ordenación, el obispo Martín Yañiz, cuando estaba cumpliendo 47 años de sacerdote: “Yo estoy ciego casi al remate, apenas si distingo la luz del día, y no puedo verme ni mis manos, a más estoy casi sin tacto desde los codos hasta la punta de los dedos y de las rodillas hasta los pies… Dios me da la ocupación de buscar mi último fin y de orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo.”

El Cura Brochero daba su último aliento el 26 de enero de 1914. Sus palabras escritas diez años atrás resultarían proféticas: “He podido pispear que viviré siempre, siempre en el corazón de la zona occidental, puesto que la vida de los muertos está en el recuerdo de los vivos”. Así es, Brochero vive en la memoria de su pueblo como si aun hoy anduviera a lomo de mula por las sierras.



Los restos del P. José Gabriel del Rosario Brochero descansan en la iglesia de la ciudad que hoy lleva su nombre. 
La Iglesia de Argentina promueve su causa de canonización, y hasta el momento ha sido declarado “Venerable”.



  • Martes, 15 de marzo de 2016

EL CURA BROCHERO TIENE FECHA DE CANONIZACIÓN 

El papa Francisco firmó los decretos para la canonización del sacerdote argentino José Gabriel del Rosario Brochero, así como también el de Teresa de Calcuta y el mexicano José Sánchez del Río. La ceremonia será el 16 de octubre y la presidirá el papa Francisco.


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