jueves, 26 de junio de 2014

CUANDO SE CALLARON LAS IGLESIAS por Ailín Bullentini Francisco develó una carta de Enrique Angelelli


“Me aconsejan que se lo diga: nuevamente he sido amenazado de muerte”.


“una realidad dolorosa”: “Nuestra cárcel está repleta de detenidos. Personas honorables, padres de familia, gente sencilla están dentro muchos de ellos por el solo ‘delito’ de ser miembros fieles y conscientes de la Iglesia”, apuntó y añadió que en el encierro “se tortura asquerosamente”.


Mons. Angelelli al nuncio Pío Laghi 



http://www.derf.com.ar/

SUBNOTAS
Por Ailín Bullentini



EL PAIS › EL VATICANO APORTO UNA PRUEBA INEDITA DEL SILENCIO DE LA CURIA ARGENTINA DURANTE LA DICTADURA


Cuando se callaron las Iglesias


Se trata de una carta del obispo Enrique Angelelli, escrita en julio del ’76, donde le informa al nuncio Pío Laghi las violaciones a los derechos humanos que sufría junto a sus compañeros. Fue presentada en el juicio por su asesinato.


 Por Ailín Bullentini


Después de casi 40 años, el Vaticano, a cargo del papa Francisco, aportó documentación inédita de violaciones a los derechos humanos cometidas en Argentina. Lo hizo a través del Obispado de La Rioja, que presentó las pruebas durante la primera parte de los alegatos en el juicio por el asesinato de monseñor Enrique Angelelli. Los abogados querellantes en la causa calificaron de “histórica” esa audiencia realizada el viernes 13 de junio, cuando se incorporó la carta y el informe en el que el propio Angelelli denunció la persecución que sufrían él y sus compañeros en la misión cristiana por parte del Ejército y la policía. “Estamos permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia. Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la policía con orden del Ejército”, alerta en su escrito Angelelli, entre descripciones sobre las cárceles provinciales “repletas de detenidos por el solo delito de ser miembros fieles y conscientes de la Iglesia” y la denuncia de torturas a un párroco de la zona. Las cartas, originalmente destinadas al nuncio vaticano, entonces Pío Laghi, y fechadas en julio de 1976, habían llegado en copia a la institución más importante de la religión cristiana en la misma fecha.

“Sabíamos que las denuncias del monseñor habían llegado al Vaticano, pero hasta el momento no teníamos la certeza de la prueba documental”, evaluó la querella del Obispado riojano, quien insistió ante el papa Francisco para la entrega de la documentación y remarcó: “Lo que dicen los documentos se sabe y fue probado en el juicio, lo importante es que prueban que sus denuncias llegaron al Vaticano”. Las secretarías de Derechos Humanos nacional y provincial habían consultado a la Santa Sede, vía Cancillería y antes del comienzo del debate oral, por la existencia de cualquier tipo de documentación remitida por Angelelli. “Es positivo que el Vaticano haya aportado estas cartas, ya que prueban que Angelelli les comunicó lo que estaba pasando. Pero también valen porque prueban que Pío Laghi recibió la información, algo que siempre negó”, expresó Guillermo Díaz Martínez, quien junto a Bernardo Lobo Bugeau representa la querella de las secretarías públicas (ver aparte).

Documentos inéditos


La semana pasada, el Papa entregó al Obispado de La Rioja, a cargo de Marcelo Colombo, dos documentos: una carta y un informe titulado “Crónica de los hechos relacionados con el asesinato de los padres Longueville Gabriel y Murias Carlos”, los curas de Chamical asesinados el 18 de julio de 1976. Los escritos habían sido remitidos ese mismo mes de aquel año a Laghi, quien entonces estaba a cargo de la Nunciatura apostólica en Argentina –representante de la Santa Sede–. Las querellas consultadas creen que los documentos llegaron al Vaticano porque Angelelli se preocupó por enviar copias debido a que “desconfiaba de la inacción del nuncio”, mencionó la abogada que representa la querella del Obispado riojano en el juicio, Mirtha Sánchez.

La desconfianza fue acertada. La representante legal aseguró que el Obispado tiene la certeza, debido a documentos archivados en la propia institución, de que Angelelli mantuvo diálogo con Laghi. En el expediente de la causa figuran algunos intercambios epistolares en los que Angelelli le cuenta al entonces vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Vicente Zazpe, de su diálogo escrito con Laghi. La carta aportada de manera inédita por el Vaticano refiere a un envío epistolar previo entre ellos. Laghi, sin embargo, negó históricamente saber de las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura cívico militar. “La carta incorporada demuestra la mendacidad de Laghi, que tenía pleno conocimiento de las persecuciones a la diócesis de La Rioja, sus curas, laicos y obispo”, alegó Lobo Bugeau la tarde del 13 de junio, horas después de que el Obispado diera a conocer los documentos aportados por el Vaticano y solicitara su incorporación a la causa.

En el libro Nuestra Santa Madre, Laghi se presenta ante el grabador de la periodista Olga Wornat como un nimio ignorante: “¿Cómo iba a suponer que estaba tratando con monstruos capaces de arrojar personas desde los aviones y otras atrocidades semejantes? Se me acusa de delitos espantosos por omisión de ayuda y de denuncia, cuando mi único pecado era la ignorancia de lo que realmente sucedía”, se autoexculpa. Muchos familiares y amigos de desaparecidos durante la última dictadura aseguraron haber recibido silencio y maltratos de su parte cuando acudieron en su ayuda. Laghi falleció en 2009 en Roma. Impune.

Asunto “Costa”


“El motivo de esta carta es para ponerle en conocimiento de lo que pasa por aquí, para que esté informado debidamente”, introdujo Angelelli en el escrito que le envió a Laghi el 5 de julio de 1976. Lo primero que relata allí tiene que ver con “los Cruzados de la Fe de la Costa”, un grupo de terratenientes entre los que figuran Amado y César Menem (familiares del senador y ex presidente Carlos Menem) del departamento de Castrobarros, conocido en la provincia como la Costa riojana. Angelelli los acusó en la carta de haber “cambiado la cabeza de la familia” del padre Virgilio Ferreyra, por aquellos días recién fallecido, razón por la cual había decidido “no celebrar la misa” en su honor.

Para esa época, los Cruzados de la Fe contaban con una estructura de persecución hacia la diócesis de Angelelli ensamblada con el Ejército, la policía y los medios de comunicación: el diario El Sol era su órgano de difusión, a través del que difundían, bajo el nombre de Movimiento Católico Seglar de Formación y Apostolado de La Rioja, solicitadas en las que denigraban a Angelelli llamándolo “Satanelli”, “obispo rojo” u “obispo marxista”. Su odio al entonces obispo provincial había comenzado algunos años antes, durante el reinado de la Triple A. El hecho desencadenante había sido la disputa entre el religioso y aquel grupo por un predio de tierras muy ricas para el cultivo de vid que estaban deshabitadas y habían quedado sin dueño. “El grupo se las quiso apropiar, pero Angelelli las intentó retener para los pobres. No tuvo suerte”, apuntó Sánchez.

Situación general: persecución, represión y cárcel


En su carta, Angelelli también acusó al “jefe militar Osvaldo Battaglia” de haberle quitado la misa radial y ordenado que se realizara en el Casino de Oficiales por el capellán militar Felipe Pelanda López. “Sin haberme comunicado absolutamente”, denunció Angelelli en el texto en el que se quejó: “Este abuso y atropello es causal de escándalo”. La situación no terminaba allí. “Estamos permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia. Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la policía con orden del Ejército”, advirtió el entonces obispo riojano, quien, además, añadió: “Me aconsejan que se lo diga: nuevamente he sido amenazado de muerte”.

Las torturas que sufrió un sacerdote durante su detención fue otro suceso informado por Angelelli al nuncio apostólico en aquella carta de julio de 1976. “El sacerdote Eduardo Ruiz injustamente detenido fue obligado por los militares de La Rioja a escribir una carta a su obispo (o sea, él) desde la cárcel. Fue moralmente torturado para que la escribiera”, denunció el obispo. Por último, advirtió sobre “una realidad dolorosa”: “Nuestra cárcel está repleta de detenidos. Personas honorables, padres de familia, gente sencilla están dentro muchos de ellos por el solo ‘delito’ de ser miembros fieles y conscientes de la Iglesia”, apuntó y añadió que en el encierro “se tortura asquerosamente”.

El diálogo con Menéndez


Angelelli no sólo le mencionó a Laghi que mantuvo una “entrevista” con el entonces jefe del Tercer Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, sino que lo alertó sobre lo que había oído de boca misma del represor y máximo imputado por su muerte en el juicio que transita su fase definitoria, que quería ser un Cruzado de la Fe. “Señor nuncio, pensemos a tiempo todo esto para no tener que lamentar consecuencias dolorosas en un futuro muy próximo”, solicitó el monseñor riojano en aquella carta del 5 de julio de 1976.

Crónica de dos muertes


El otro documento aportado por el Vaticano es un informe en el que Angelelli detalló, día por día, lo que sucedió en torno del asesinato de los curitas de Chamical: que el 18 de julio de 1976 “dos individuos vestidos de civil” los fueron a buscar a la casa de dos religiosas, en Chamical, donde estaban cenando y los llevaron supuestamente a la ciudad capital; que el 19 de julio, las religiosas comunican la detención de los sacerdotes al Obispado, desde donde se hacen averiguaciones sin éxito; que al día siguiente “una cuadrilla de ferroviarios encuentra los cadáveres de ambos sacerdotes acribillados a balazos, maniatados y en estado lamentable”. Los papeles exhiben el sello de la Nunciatura Apostólica que certifican su recepción el 30 de julio.

“El hecho de la muerte de estos dos sacerdotes no está ajeno al contexto argentino y riojano que se vive”, advirtió Angelelli en el texto en el que citó dos artículos periodísticos publicados en el periódico El Sol “en contra de la diócesis” firmados por el Movimiento Seglar de Formación y Apostolado, los Cruzados. Según el monseñor, esos textos tenían relación con los asesinatos y también con la muerte de Pedernera, en Sañogasta: “El domingo 25 de julio varios individuos encapuchados asesinan en la puerta de su domicilio y frente a su familia a Wenceslao Pedernera”, resumió Angelelli, quien concluyó: “En este caso también deben tenerse en cuenta las notas del diario El Sol”.










FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/


http://riojavirtual.com.ar/noticias/locales/el_papa_francisco_develo_una_carta_de_enrique_angelelli






jueves, 12 de junio de 2014

IGLESIA Y DICTADURA: Curas tercermundistas piden al Episcopado que entregue sus archivos de la dictadura Por: Franco Mizrahi



10.05.2014 | difunden el comunicado a propósito de la cobertura de la iglesia al padre vara, imputado por delitos de lesa humanidad






Curas tercermundistas piden al Episcopado que entregue sus archivos de la dictadura



El Grupo de Curas en Opción por los Pobres exigió que la jerarquía eclesiástica divulgue la información, con el fin de ayudar a "esclarecer delitos". "El silencio episcopal sobre el tema no hace más que reforzar la idea de encubrimiento."











Por: 


En la semana en la que se conmemora el 40º aniversario del asesinato del sacerdote Carlos Mugica, el Grupo de Curas en Opción por los Pobres solicitó al Episcopado que entregue "sin demora los archivos eclesiásticos que guarden información" sobre la última dictadura cívico-militar. El pedido lo realizó en un comunicado que difundió la organización a propósito de la cobertura que la Iglesia Católica le habría brindado al padre Aldo Vara, el religioso de Bahía Blanca imputado por delitos de lesa humanidad que vivió en Paraguay prófugo de la justicia y fue capturado por Interpol, el 28 de abril pasado.
El sacerdote, ex capellán del Ejército durante el terrorismo de Estado, era buscado por la justicia hacía ocho meses y fue detenido en Ciudad del Este. La principal hipótesis de los investigadores es que Guillermo Garlatti, arzobispo de Bahía Blanca denunciado por encubrimiento por la Unidad Fiscal de Derechos Humanos local, le habría pagado la jubilación a Vara a través de un apoderado, el empresario inmobiliario Leopoldo Bochile, quien todos los meses habría cobrado el dinero en la sede del Arzobispado. "El silencio episcopal sobre el tema no hace más que reforzar la idea de encubrimiento de un imputado en un delito de lesa humanidad, sospecha de la que el episcopado argentino no ha podido despegarse", aseguraron los curas tercermundistas, en la declaración que dieron a conocer el miércoles.
"Por otra parte –continuó el Grupo de Curas en la Opción por los Pobres– debería ser una exigencia ineludible para los obispos argentinos y para toda la Iglesia entregar sin demora los archivos eclesiásticos que guarden información importante para esclarecer delitos tan graves que han ocasionado –y ocasionan todavía– grandes perjuicios y sufrimientos que sólo la verdad, la memoria y la justicia podrán esclarecer". 
"Una urgente intervención del episcopado en esta situación (por el caso Vara) y una firme decisión de abrir los archivos de la Iglesia ayudaría a que el Pueblo de Dios crea realmente que las últimas declaraciones episcopales dicen la verdad y no son sólo palabras de ocasión", señalaron. Ayer, la Conferencia Episcopal –jerarquía eclesiástica nacional– emitió un documento en el que sostuvo que la "Argentina está enferma de violencia" y que "los hechos delictivos no solamente han aumentado en cantidad sino también en agresividad" (ver página 10). Pero nada dijo de los requerimientos de sus pares "villeros" sobre una de las épocas más sangrientas de la historia nacional. Los archivos de la Iglesia podrían atesorar información importante para las causas de lesa humanidad. 
Ocurre que Vara no era el único cura prófugo de la justicia. En la página de Interpol también se puede encontrar la fotografía del sacerdote ítalo-argentino Franco Reverberi Boschi, acusado por crímenes de lesa humanidad. Reverberi Boschi, ex capellán auxiliar del Escuadrón de Exploración de Montaña VIII de San Rafael, en Mendoza, vive en Parma, Italia, al amparo de su doble nacionalidad, escudo que utiliza para evitar su extradición. El 6 de agosto de 2013, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos le solicitó al Papa Francisco que "interceda" en virtud "de su autoridad canónica" para que el ex capellán "se allane al proceso judicial" que se desarrolla en la Argentina. Pero no obtuvieron respuestas positivas: la nunciatura apostólica nacional –que representa al Santo Padre en el país– respondió que Reverberi Boschi se presentó voluntariamente a la justicia italiana, que es la que debe resolver su proceso de extradición.
Algunos de los curas mencionados en causas de lesa humanidad, cuyo rol, quizás, podría ser aclarado por los documentos eclesiásticos, son: el ex capellán de la Policía de Rosario, Eugenio Zitelli, que fue procesado el 20 de marzo de 2012; Miguel Regueiro, ex capellán militar del Batallón de Ingenieros de San Nicolás, procesado en 2007; y José Mijalchyk, quien el 13 de diciembre de 2013, en el marco de la megacausa "Arsenales II-Jefatura II", fue absuelto por falta de méritos. La fiscalía había solicitado para él una pena de 15 años de cárcel. El caso emblemático de la complicidad religiosa con la represión es el del cura Christian Von Wernich, ex capellán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, y único sacerdote condenado por delitos contra la humanidad. Aquella bendición judicial ocurrió en octubre de 2007. 
Por tal motivo, el Grupo de Curas en Opción por los Pobres concluyó en su declaración: "Somos sacerdotes de diversas comunidades del país que vemos en los gestos y palabras del P. Carlos Mugica, cruelmente asesinado hace 40 años, una señal oportuna para la Iglesia de hoy del necesario compromiso con las víctimas de la pobreza, la injusticia y el terrorismo de Estado." Pero la Conferencia Episcopal no se hizo eco de esos reclamos. Respecto al pasado, prefirió el silencio. Una vez más. «


http://tiempo.infonews.com




miércoles, 11 de junio de 2014

AQUEL FUEGO (narrativa)


"...y enciende en ellos el fuego de tu amor".




Aquel Fuego / narrativa.


A mi madre.



Estábamos perdidos en el miedo y el dolor. No sabíamos bien qué hacer, dudábamos y al mismo tiempo, nos manteníamos en la esperanza. Nos encerramos juntos con frustración y congoja, no sabiendo en aquél enmarañado laberinto de cruces indefinidas, de desconcierto y desazón, qué debíamos hacer y cómo seguiríamos... Aquellos días nos dimos consuelo todos. Apesadumbrados, olvidados en la ignorancia del presente y del mañana, ya no importaba el devenir de las horas ni de los minutos tan insignificantes como nosotros mismos. Comíamos sin comer, dormíamos sin dormir, moríamos sin morir. La angustia era una continua visión: una gigantesca cumbre montañosa que aparecía en cada instante infranqueable, cada vez más encumbrada... La crisis nos absorbió, nos masticaba los horizontes, nos ponía la cabeza en el tronco de la sentencia y vimos el cegador filo de su espada una y otra vez. La sangre corría de arteria en arteria, de vena en vena, sin piedad del sumiso esclavo que la impulsaba. Nos mirábamos unos a otros sentados en la mesa, aquella que ya se había hartado de nuestras oraciones, que tenia grabada implacable nuestro temor, hundido en la madera con esa minúscula forma que las uñas con sudor dejan como huella de las tortuosas horas indecibles; sin emitir palabra alguna, palabra incierta, palabra vana, palabra que no valía la pena decir de penosa que era. Apartados, clandestinos, perseguidos... Aquel en quien creímos y amamos, había sido crucificado como un asesino más entre asesinos y ladrones: Ese era nuestro Señor...

Estuvimos con su madre, en ese silencio sereno que a pesar de los padecimientos, la espantosa cruz y el hijo desnudo clavado en ella, solo trasmiten quienes atravesados por el dolor-no sabemos cómo, a pesar de ello o por ello-vuelven sus ojos a los nuestros llenos de ese mismo sufrimiento, pero sin resignación, trastocados en esa fortaleza nacida de ese mismo amor y que irrefrenablemente se infunde generoso, sin fronteras de a quienes llegará. 

Con qué paciencia sencilla de quienes ya arden por dentro con el fuego de desiertos caminados, ella,  soportó esos días a nuestro lado, ayudando con las demás mujeres, unida siempre a nuestra invocación... Cómo su presencia evidenciaba el recuerdo de Aquel que ya no veíamos, y sin embargo, en ella lo volvíamos a descubrir.

Sin mediar aviso alguno, El vino una tarde. Las ventanas se abrieron de par en par: nuestras ventanas. Se hizo añicos la pesadumbre, la cobardía, la turbación en el mismo momento que sentimos su Presencia. Cayó sobre cada uno de nosotros como un tizón encendido, como un rayo de Fuego y Luz... Salimos a la puerta decididos, llenos de valor y enardecidos, solo queríamos gritar su Nombre. Inexplicablemente empujados por su energía incontenible y arrolladora, nos lanzamos a ofrendar el Evangelio del Señor a todos,  sin mediar consecuencias de ningún tipo. Algunos de los nuestros pagaron con cárcel y sangre esa osadía. No importó más nada, invadidos efusiva y entrañablemente (hasta nuestras entrañas para ser precisos), conquistados por aquella Fuerza única de una potencia activa que no cesaba de quemarnos por dentro, dimos testimonio de nuestra fe. La gente nos escuchaba y nos entendían todos, aún los extranjeros. Las lenguas y los idiomas se doblegaban ante el Espíritu que "traducía" continuamente toda palabra en La Palabra, en una única expresión para todas las gentes: la del Amor. Y  no solo nos entendían, se integraban y crecíamos. Emborrachados de un misterio que enceguece por su infinita Luz, nosotros los amigos del Señor, sus discípulos, nosotros los pescadores y campesinos, abandonamos otra vez todo, renunciamos a ser solo nombres, renunciamos a ser solo Juan, Simón Pedro, Santiago, Andrés, Felipe, Bartolomé, Tomás, Esteban y otros tantos más. Ahora, llenos de Aquel Fuego, éramos Iglesia que camina. Una Iglesia con Fe caminante, misionera,  eso empezamos a ser.

Aquel Fuego en la media tarde de esa casita sencilla, con puerta gastada y ventanas pequeñas, Aquel Visitante  anunciado y oportuno en la más profunda turbulencia de nuestra prueba, Aquella Llama abrasadora e inflamante que nos tocó, fue suficiente para hacernos arder definitivamente.  Yo, uno de aquellos ese día, lo sé y lo afirmo. 

Desde allí, con el Espíritu en nosotros, ya no nos hizo falta nada más.



Raúl Olivares.
Todos los derechos reservados.




martes, 10 de junio de 2014

PENTECOSTÉS: EL ESPÍRITU ARDE Y NOS HACE IGLESIA





Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Enormemente sorprendidos, preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»


Hechos de los Apóstoles 2,1-11.-





La Iglesia no es una sociedad como cualquiera; no nace porque los apóstoles hayan sido afines; ni porque hayan convivido juntos por tres años; ni siquiera por su deseo de continuar la obra de Jesús. Lo que hace y constituye como Iglesia a todos aquellos que "estaban juntos en el mismo lugar" (Hch 2,1), es que "todos quedaron llenos del Espíritu Santo" (Hch 2,4).




 


Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor, tu Espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la tierra. 

¡Oh, Dios, que has instruido los corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo!, concédenos que sintamos rectamente con el mismo Espíritu y gocemos siempre de su divino consuelo. 

Por Jesucristo, Nuestro Señor. AMÉN.








PENTECOSTÉS: NACE LA IGLESIA PARA DAR TESTIMONIO DE JESÚS





¿Qué es Pentecostés?

Una festividad cristiana que data del siglo primero y estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua.

¿Qué es Pentecostés?

Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.

En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).

PENTECOSTÉS, algo más que la venida del Espíritu...


La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.

Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua.

En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido.

Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.




Origen de la fiesta


Los judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días después de la pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés.

En esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió las tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con Dios: ellos se comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se comprometió a estar con ellos siempre.

La gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a celebrar la fiesta de Pentecostés.

En el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta cristiana de Pentecostés.


La Promesa del Espíritu Santo


Durante la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: “Mi Padre os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San Juan 14, 16-17).

Más adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho.” (San Juan 14, 25-26).

Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: “Les conviene que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado,... muchas cosas tengo todavía que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, os guiará hasta la verdad completa,... y os comunicará las cosas que están por venir” (San Juan 16, 7-14). 

En el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de Pentecostés. 



Explicación de la fiesta:


Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos. 

Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas.

En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que ellos hablaban.

Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones, y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Es este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal. 



¿Quién es el Espírtu Santo?


El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.



"HE VENIDO A TRAER EL FUEGO" / "RECIBAN EL ESPÍRITU SANTO"






Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»



Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»





Juan 20,19-23











lunes, 26 de mayo de 2014

EL PAVOR DE LOS SUPER-RICOS:LA DESIGUALDAD Y LOS GRANDES IMPUESTOS por Leonardo Boff






El pavor de los super-ricos: la desigualdad y los grandes impuestos

2014-05-2



Está causando furor entre los economistas y lectores de asuntos económicos, y principalmente pánico entre los muy ricos, un libro de 976 páginas escrito en 2013 que se ha convertido en un verdadero best-seller. Se trata de una obra de investigación de uno de los más jóvenes (43 años) y brillantes economistas franceses, Thomas Piketty, que abarca un periodo de 250 años. El libro se titula Le capital au XXIe siècle (Seuil, Paris 2013). Aborda fundamentalmente la relación de desigualdad social producida por herencias, ingresos y principalmente por el proceso de acumulación capitalista, teniendo como material de análisis particularmente a Europa y Estados Unidos.

La tesis de base que sostiene es: la desigualdad no es accidental sino el rasgo característico del capitalismo. Si la desigualdad persiste y aumenta, el orden democrático estará fuertemente amenazado. Desde 1960, la participación de los electores en Estados Unidos disminuyó del 64% (1960) a poco más del 50% (1996), aunque haya aumentado últimamente. Tal hecho deja ver que es una democracia más formal que real.

Esta tesis, sostenida siempre por los mejores analistas sociales y repetida muchas veces por el autor de estas líneas, se confirma: democracia y capitalismo no conviven. Y si aquella se instaura dentro del orden capitalista, asume formas distorsionadas e incluso rasgos de farsa. Donde entra, establece inmediatamente relaciones de desigualdad lo cual, en el dialecto de la ética, significa relaciones de explotación y de injusticia. La democracia tiene como presupuesto básico la igualdad de derechos de los ciudadanos y el combate a los privilegios. Cuando la igualdad es herida, se abre espacio al conflicto de clases, a la creación de élites, a la subordinación de grupos enteros, a la corrupción, fenómenos visibles en nuestras democracias de bajísima intensidad.

Piketty ve a Estados Unidos y Gran Bretaña, donde el capitalismo triunfa, los países más desiguales, lo que es confirmado también por uno de los mayores especialistas en desigualdad, Richard Wilkinson. En Estados Unidos los ejecutivos ganan 331 veces más que un trabajador medio. Eric Hobsbawn, en una de sus últimas intervenciones antes de su muerte, dice claramente que la economía política occidental del neoliberalismo “ha subordinado deliberadamente el bienestar y la justica social a la tiranía del PIB, al mayor crecimiento económico posible, deliberadamente desigualitario”.

En términos globales, citemos el valiente documento de Oxfam Intermón enviado a los opulentos empresarios y banqueros reunidos en Davos en enero de este año como conclusión de su informe “Gobernar para las élites, secuestro democrático y desigualdad económica“: 85 ricos tienen el mismo dinero que 3.570 millones de pobres del mundo.

El discurso ideológico lanzado por esos plutócratas es que tal riqueza es fruto de activos, de herencias y de la meritocracia; las fortunas son conquistas merecidas como recompensa por los buenos servicios prestados. Se ofenden cuando son señalados como el 1% de ricos frente al 99% de los demás ciudadanos, pues se imaginan ser los grandes generadores de empleo.

Los premios Nobel J. Stiglitz y P. Krugman han mostrado que el dinero que recibieron de los gobiernos para salvar sus bancos y empresas no han sido empleados para la generación de empleo. Entraron en la rueda financiera mundial que rinde siempre mucho más sin necesidad de trabajar. Y aún hay 21 billones de dólares de 91 mil personas en los paraísos fiscales.

¿Cómo va a ser posible establecer relaciones mínimas de equidad, de participación, de cooperación y de democracia real cuando se revelan estas excrecencias humanas que se hacen sordas a los gritos que suben de la Tierra y ciegas a los sufrimientos de millones de co-semejantes?

Volvamos a la situación de desigualdad en Brasil. Nos orienta nuestro mejor especialista en este área, Márcio Pochmann (véase también Atlas da exclusão social – os ricos no Brasil, Cortez, 2004): veinte mil familias viven de la colocación de sus riquezas en los circuitos financieros, por lo tanto ganan a través de la especulación. Continúa Poschmann: «el 10% más rico de la población impone, históricamente, la dictadura de la concentración, pues alcanza a responder por casi el 75% de toda la riqueza nacional. Mientras que el 90% más pobre se queda solo con el 25%» (Le Monde Diplomatique, octubre 2007).

Según datos de organismos económicos de la ONU de 2005, Brasil era el octavo país más desigual del mundo. Pero gracias a las políticas sociales de los dos últimos gobiernos, dígase honrosamente, el índice de Geni (que mide las desigualdades) pasó de 0,58 a 0,52. En otras palabras, la desigualdad, que sigue siendo enorme, bajó un 17%.

Piketty no ve un camino más corto para disminuir las desigualdades que la severa intervención del Estado y la aplicación de impuestos progresivos sobre la riqueza hasta en un 80%, lo que horroriza a los super-ricos. Son sabias las palabras de Eric Hobsbawn: «El objetivo de la economía no es la ganancia sino el bienestar de toda la población; el crecimiento económico no es un fin en sí mismo, sino un medio para dar vida a sociedades buenas, humanas y justas».

Y como gran final la frase de Robert F. Kennedy: «el PIB incluye todo, menos lo que hace que la vida valga la pena».