lunes, 3 de agosto de 2015

MONS. ENRIQUE ANGELELLI: LA IGLESIA QUE ILUMINA



“La fidelidad de esta Iglesia la defenderé hasta con la sangre”

Mons. Enrique Angelelli.-









"La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres... Así la Iglesia encuentra su salvación."

Mons. Oscar Romero (1977-1980).-






Hace poco volví a ver la famosa cita de Piotr Kropotkin, el gran anarquista ruso, que sentencia: "La única iglesia que ilumina es la que arde"... De inmediato, pensé en su contralectura a la luz del Evangelio y del contexto de la Iglesia como Pueblo de Dios. En gran parte, Kropotkin alude a una realidad desgraciada de la Iglesia del poder y a su destrucción. Desde su visión ideológica la extiende, inapelable, a toda, sin distinción de ningún orden. Sin embargo, hay una que ilumina porque es cierto que arde... Arde en el fuego de su fidelidad a la Buena Noticia del Jesús Histórico, arde porque optó por su amor preferencial por los más pobres, por su compromiso con obreros y trabajadores, arde porque vive y lleva el Reino de Dios, que es Reino de Amor y Justicia para todos, entre ellos, los excluidos y explotados de modo predilecto; arde por la Gracia del Espíritu que la guía, a pesar de las grandes y graves persecuciones de la que fue objeto en todos los tiempos, fundamentalmente cuando le fue leal a Cristo, haciéndolo presente entre todos aquellos que más sufren. Y en modo particular, en Latinoamérica, con persecuciones ejercidas en la coacción, el asedio y silenciadas sistemáticamente entre un poder y otro. Con la efectiva acción, complicidad y omisión, en cada caso que correspondiese, de su propia jerarquía oficial vaticana, adaptándose al neo-liberalismo reaccionario y regresivo, para destruirla en forma definitiva, contraponiendo su programa ultra-conservador, eliminando así,  la ya difundida y asentada Teología de La Liberación que no hacía más que responder a los criterios angulares del Concilio Vaticano II, extendiendo el saber teológico (que hasta entonces había sido propiedad de los ministerios sacerdotales y se reservaba a los más estrictos círculos académicos y doctos) extendiéndolo, decía al mismo pueblo, desde su vida misma, intima y concreta, entre todos reflexionando críticamente esa cotidianidad, esa actualidad, a luz de la FeEntonces, los métodos se enriquecieron vitalmente con: 

"El pobre como lugar teológico privilegiado de manifestación de Dios; la perspectiva del pobre y su liberación como óptica desde la que leer los acontecimientos y releer la historia; el servicio de la teología como palabra segunda, como reflexión crítica del accionar humano y eclesial."

Toda Ella, también ardió con pasión, cuando se la atacó en su expresión más genuina: las Comunidades Eclesiales de Base, desmantelándolas desde su excepcional proyecto pastoral y social, quebrando de este modo, su vínculo con el núcleo de las mismas, la fe popular y su propia teología, con sus dirigentes y sus sacerdotes. Es decir, atacando su base eclesial en lo humano, social, étnico, político y religioso. Es la ruptura de la Sede Vaticana de la que hablábamos, con los históricos lineamientos orientadores de Las Conferencias de Medellín y Puebla, con la Iglesia nacida del pueblo, que organizado comunitariamente, vive el Reino, trasformando su realidad. Y del mismo modo, ardió con el pueblo salvadoreño junto al ministerio pastoral de Mons. Oscar Romero, asesinado por el gobierno de ultra-derecha en alianza con la oligarquía de ese país, en manos de un sicario, el ex capitán Alvaro Saravia, que respondía a ordenes de Roberto D'Aubuisson, de la CIA, fundador y máximo jefe de los escuadrones de la muerte y del partido gobernante ARENA; crimen que hasta el presente permanece impune. Mons. Oscar Romero ardió con la Iglesia que ilumina por su defensa  incondicional y valiente de los DD.HH. y su práctica evangélica de "opción preferencial por los pobres". Hoy se lo llama popularmente "San Romero de América" y su causa de canonización está en marcha. Esa misma Iglesia es la que arde en todos sus mártires los que dieron y dan la vida por la Utopía de Jesús; arde cuando el terrorismo de la  triple "A" ejecutó al Padre Carlos Mujica, cuando la dictadura genocida del '76, con la connivencia eclesiástica Institucional en su gran mayoría, masacró con saña a los Palotinos de San Patricio; y el 4 de agosto en La Rioja, cuando según el poeta: "...Y en Chamical, y en Punta de los Llanos desnucado está Dios".* Así ardió con él, con Mons. Angelelli, porque demostró que es posible la práctica del Evangelio y la construcción del Reino en una sociedad postergada que puede hacerse Nueva; porque hizo patente el Concilio Vaticano II, aplicándolo en su Pastoral Social, indicando y probando que La Iglesia se puede transformar desde adentro, desde sus mismas estructuras y ponerlas totalmente al servicio de un proyecto integral de Liberación y Salvación que tenga al hombre como centro de su misión. Arde e ilumina, consumiéndose para manifestar que anuncia a Cristo, y no a ella y sus intereses personales, predica a Cristo, no se predica ella y así es auténtica Iglesia del pueblo de Dios. Esta es La Iglesia que arde y que ilumina...

Allá Kropotkin, ese genial pensador revolucionario y luchador incansable de su causa, él catapultó su mensaje tan desbastador como controvertido, como siempre lo hacen los grandes y desde ese universo subversivo de ideas y luchas anarquistas, por una sociedad igualitaria, solidaria, fraterna y justa, propone en mi cabeza de habitante del nuevo milenio, esta otra manera de repensar su concepción nihilista sobre la Fe y La Iglesia. 

En este 4 de agosto, fecha de su martirio, Mons. Enrique Angelelli, arde, arde como ardió por los parajes riojanos, con su gente, enseñándoles que eran personas con derechos, arde como ardió cuando propició la expropiación del latifundio de los Azzalini, constituyéndolo en propiedad de sus trabajadores en la zona de "Aminga" y de ello salió la "Codetral", una Cooperativa de campesinos en una tierra donde los feudos y los terratenientes son dueños de la vida. Arde como ardió en su último gesto por su amado rebaño como el Buen  Pastor: "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa. Y ese hombre huye porque, siendo asalariado, no le importan las ovejas." (Juan 10,11-13.).Y los lobos tan temidos aparecieron en la oscura y terrorífica noche, reprimiendo, encarcelando, torturando, haciendo desaparecer y matando, pero él se mantuvo firme en su amor por todos y no los abandonó, por el contrario estuvo siempre presente con sus hermanos hasta jugarse la misma vida por ellos.  A sabiendas de su martirio decía: "Son varios los que tienen que morir, entre ellos estoy yo".

En ese viaje que emprendió desde Chamical a la Gloria, en su extrema ofrenda como Obispo, Pastor y Mártir, Monseñor Enrique Angelelli, es manifiestamente La Iglesia que ilumina porque arde de verdades, amores, carismas, testimonios, libertad y esencialmente, porque es pobre, por eso puede arder mejor que ninguna otra, porque el fuego la quema de tanta injusticia que debe convertir para ser realmente Aquella que el crucificado fundó, para que precisamente su abrasadora Palabra sea Luz de Vida, en donde la dignidad y la esperanza, no existen porque nadie las conoce, ni saben de ellas, en la orfandad de los que son imagen y semejanza del mismo Dios.-





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Fuentes consultadas:

* CANTATA RIOJANA, Música: Ramón Navarro, Poemas: Héctor David Gatica
*http://servicioskoinonia.org/relat/300.htm
http://www.prensared.com.ar
"Enrique Angelelli, Obispo de La Rioja.", Ricardo Mercado Luna.



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