martes, 7 de julio de 2015

LA MASACRE DE SAN PATRICIO / LOS ECOS DEL MARTIRIO




En memoria
A 39 años de la masacre de San Patricio
1976 - 4 de Julio - 2015


El domingo 4 de Julio de 1976 tres sacerdotes y dos seminaristas fueron asesinados salvajemente en la Iglesia de San Patricio. Las autoridades militares elaboraron la hipótesis de un ataque extremista, pero los indicios encontrados no dejaron dudas sobre la participación de un grupo paramilitar ligado al gobierno de facto.

Si la jerarquía eclesiástica había apoyado el golpe militar, semejante ataque al corazón de la Iglesia parecía no tener explicación.

¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a la masacre?




"CONSTRUYAMOS JUNTOS CON ESPERANZA"


Testimonio


Es evidente que se trató de un hecho político, pero también es evidente - para la Fe - que a través de los hechos políticos, o de cualquier otro orden, habla el Padre que usa de ellos como de causas segundas.

En una carta dirigida al Padre Kevin O'Neill por el Cardenal Eduardo Pironio, éste expresaba frente al hecho: "el doloroso e inexplicable crimen de la comunidad de San Patricio en Buenos Aires, sólo explicable desde la luz de la fe y la fecundidad de la Cruz en el martirio. ¡Cómo he pensado en estos días en la Palabra del Señor!: Si el grano de trigo cae en tierra y muere, produce fruto. Indudablemente es ése el signo y fruto de la maravillosa y fecunda acción de los palotinos en estos 90 años de presencia eclesial y misionera en Argentina".

"Acabo de leer "Encuentro" acerca del 15° Aniversario del martirio de los religiosos palotinos...

Se iniciaba una época cruel por lo sangrienta, pero gloriosa por lo testimonial...
No parece escucharse el eco de muertes martiriales que en otras épocas se habrían guardado y honrado con respeto y admiración.

Les hago llegar mi comunión mas profunda en la devota memoria de sus mártires".

MONSEÑOR JORGE NOVAK S.V.D





"En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre".


Juan 12, 24-26.-


Esa  noche no fue el final, esa noche de  atrocidad  homicida, de odio y de venganza no fue el final, ni mucho menos. Esos cuerpos en el piso, fusilados desde el centro del poder y con la complicidad y el silencio de la jerarquía eclesiástica también en el poder, esos frágiles, yertos y ultimados cuerpos no simbolizan ni son el fin. Por más doloroso que sea, la muerte, aparece como victoriosa, pero no es así, eso es solo una parte de la historia verdadera. Lo que se llevaron esos criminales, fue la vida, lo que vinieron a liquidar, porque tanto les molestaba, les incomodaba, les entorpecía, les negaba su proyecto de muerte, lo que tanto querían, era sus vidas. Aquellas que habían dado ferviente y eficaz testimonio de Cristo y el Evangelio ante los pobres, aquellas que construían el Reino entre los hombres con Justicia y Verdad, sin miedos. Lo que acribillaron esa noche invernal del 4 de julio de 1976, fue a la  Iglesia misma de Jesucristo en cinco de sus santos siervos que dieron todo, todo, todo, hasta el extremo. Nos dice el documental en el final que "ellos transformaron la vida de mucha gente en una vida con sentido". Y luego sigue el sacerdote diciendo: "Por ello estoy convencido que no trabajar por la verdad y la justicia, es traicionar el Evangelio; también estoy convencido que junto con la verdad y la justicia tenemos que trabajar por el perdón, porque sino también traicionamos el Evangelio y también los traicionamos a ellos". 

Los ecos del martirio a los que se refiere Monseñor Novak, resuenan hoy en cada uno de nosotros con ese respeto y admiración que no se pueden expresar con las palabras. Entonces, que ese eco retumbe y ensordezca la vida de nuestro pueblo, la de la Iglesia, la vida de nuestras propias vidas. No creo que ese sacrificio tan grande, que ya goza de las Bienaventuranzas del Señor, quede en las  misas y en las  homilías únicamente, por el contrario, creo que esa Eucaristía que los conmemora cada 4 de julio, se siembra y crece más y más en  aquellos lugares comunes, y asimismo trascendentes, en donde ellos vivieron la Fe y la hicieron presente como construcción de un Reino que empieza aquí, en medio de los más necesitados y oprimidos. Desde ese espacio de realidad y opción preferencial de su compromiso con los más pobres, debe nacer día a día la Utopía del Señor por la cual ofrendaron lo único que les quedaba. La causa que defendieron, según San Agustín, los hizo mártires. Ellos fueron conscientes de ese riesgo enorme, y aún así, lo hicieron lo mismo. Los ecos de su Martirio, están allí, exclusivamente allí, donde todo está por hacerse todavía, y ciertamente, como ya sabemos, hacen falta más, muchos más obreros. 



Que esos ecos, en su memoria, no se detengan, que irrumpan profundo en los corazones de quienes los oigan, para que la cosecha perdure...




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DOCUMENTAL:  LA MASACRE DE SAN PATRICIO










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