Aquella que dio su Sí para ser Madre de Jesús, aquella que lo amamantó, lo crió, lo siguió; la misma de las bodas de Cana, la misma que guardaba todo en silencio en su corazón y lo maduraba; la que estuvo de pie junto a la cruz; la que sufrió y soportó la persecución, orando y viviendo junto a la primitiva Comunidad de Fe; la Madre única, la Mujer única, ha partido... No entre muertos infinitos, no entre tumbas evocadas... Su camino ha sido otro, su abrazo con el Padre ha sido otro: glorificada de Amor, glorificada de pureza y sencillez, ahora, habita junto a El. Cada mañana, en cada atardecer, cuando el universo transita y cae una estrella, El la escucha atentamente y María, le habla, le canta, le sonríe, como en aquellos imborrables días, en la pequeña aldea olvidada de Nazareth, cuando El era un niño y ya su alma entera la estremecía, anunciándole su gozo, su regocijo, pero también su Cruz...
Asunción de María, Asunción del Júbilo, de la Esperanza. Asunción de Aquella que siempre estuvo ahí donde el Señor, y estará, igualmente, cuando nosotros la necesitemos...
Raúl Olivares.-
Todos los derechos reservados.-
Asunción de María, Asunción del Júbilo, de la Esperanza. Asunción de Aquella que siempre estuvo ahí donde el Señor, y estará, igualmente, cuando nosotros la necesitemos...
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