lunes, 9 de marzo de 2015

ACTUALIZAR EL LENGUAJE CRISTIANO Por Mari Paz López Santos

Publicado: 6 marzo, 2015 en DENUNCIA / ANUNCIO


ACTUALIZAR EL LENGUAJE CRISTIANO

MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, 
MADRID.




ECLESALIA, 06/03/15.- Hay una petición en la oración de la Iglesia que, aún por conocida y reiterada, no me permito acostumbrarme a ella. En mi oración personal, leída; o bien cuando la escucho en la oración comunitaria agrego mentalmente y desde el corazón a quienes están ausentes y deberían estar muy presentes.



El lector pide a Dios: “Sé ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su raza, color, condición social, lengua o religión”. Y se contesta: “Y haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos”. La petición está en el Diurnal – Liturgia de las Horas, I Vísperas domingo IV.



¿Te diste cuenta ya, lector o lectora, de que faltan unas víctimas que, por alguna razón no se mencionan en esta oración de petición? Seguramente ya lo habrás percibido. No se dice nada de quienes sufren segregación por causa de su sexo. Así que, inevitablemente, hablaremos de las mujeres.


Hay amplia literatura sobre la discriminación o segregación que sufren las mujeres en muy diversos ámbitos, incluido el religioso. No pretendo hace una proclama pero si una demanda: actualizar el lenguaje cristiano. Quiero animar a poner los ojos en estos “pequeños” detalles lingüísticos que siguen haciendo invisible a la mujer hasta en la oración.

Sabemos que hombres y mujeres sufren discriminación por razón de su raza, color, condición social, lengua o religión, pero no podemos dejar a un lado la discriminación específica por razón del hecho de ser mujer. En la mayoría de los casos se suma a las demás causas de segregación.

La oración sube como incienso y en el momento de esta prez muchos corazones incluirán desde el silencio a quienes son víctimas de segregación por razón de su sexo, aunque la palabra no se cite. Pero eso no quita que nos paremos, reflexionemos y alcemos la voz para que se vayan subsanando estos espacios de invisibilidad femenina.

Aquí traigo unas palabras del Papa Francisco: “Las mujeres deben tener mayor espacio y una presencia más incisiva en la Iglesia católica”. El lenguaje ha de modificarse para dejar espacio y presencia a la realidad femenina y muy especialmente en la oración, como es este caso.

Confieso que cada vez que surge la oración de petición que he tratado, pido por las mujeres discriminadas en el seno de la propia Iglesia católica, así como en cada espacio social, profesional, cultural, familiar, religioso, etc. en donde no se considere en igualdad a una mujer por el sólo hecho de serlo.

Jesús fue un Maestro sincero y raro para su tiempo en el trato con el sexo femenino, y de ello nos dan cuenta las bellas escenas del Evangelio. Jesús hablaba con las mujeres y de las mujeres. Respetaba su dignidad en una sociedad que no las consideraba; en cuanto a los derechos, que no tenían, salía en su defensa o ayuda. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).





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jueves, 1 de enero de 2015

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN: AYER MALDITA Y PERSEGUIDA, HOY BENDITA Y ELOGIADA por Benjamín Forcano





Teología de la liberación: ayer maldita y perseguida, hoy bendita y elogiada

Creado el 24 diciembre 2014 por CiJ





Por Benjamín Forcano *


No me interesaría la Teología de la Liberación si no fuera por tres razones: primera, porque hubo muchísima gente que, sin informarse, desconfiaron de ella y la condenaron siguiendo el dictamen de la jerarquía eclesiástica; segunda, porque esa gente no llegó a conocer la novedad de la Teología de la Liberación y lo que supuso de represión y sufrimiento para muchos teólogos; y tercera, porque sin ella se privó a la Iglesia de un nuevo modo de anunciar el Evangelio, que le hizo perder credibilidad y la distanció aún más del mundo moderno.

Nunca en la historia de la Iglesia se suscitó tanta preocupación sobre un tema que, a primera vista, parecía irrelevante. Algo inesperado saltó a la sociedad con la Teología de la Liberación, pues puso en alarma a los centros más sensibles del Poder civil y religioso. Estamos en los años posteriores al concilio Vaticano II y al primer Encuentro del Episcopado Latinoamericano en Medellín año 1968, y ya pudimos leer: “Si la Iglesia latinoamericana cumple los acuerdos de Medellín , los intereses de Estados Unidos están en peligro en América latina” (Rockefeller). “La política exterior de Estados Unidos debe comenzar a enfrentar (y no simplemente a reaccionar con posterioridad) la Teología de la Liberación tal como es utilizada en América latina por el clero de la Teología de la Liberación” (Documento de Santa Fe, siendo presidente Reagan).

Vieja novedad de la Teología de la Liberación: recuperar a Jesús

La Teología de la Liberación traía a primer plano la vida de Jesús de Nazaret, con todo el escenario sociocultural y político de su tiempo. Era imposible comprender al Jesús de la fe, al Jesús resucitado, si se lo desposeía de su condición humana histórica. La suerte de Jesús, su calvario y crucifixión, no habían sido efecto del azar, del fatalismo o de la voluntad divina, sino del hecho de haber vivido una opción radical por la verdad, por la justicia y por la liberación de los oprimidos. Su proyecto, –el anuncio del reino de Dios–, era incompatible con el proyecto imperial romano y con el proyecto religioso de Jerusalén. Y por ello ambos –imperio y sinagoga- se unirían para eliminar a Jesús y su proyecto.

La Teología de la Liberación no buscaba sino aplicar a nuestro tiempo lo que Jesús hizo en el suyo: denunciar la opresión que, en nombre del emperador y de Dios, se sigue ejerciendo sobre las personas y los pueblos. Era, así, la Teología de la Liberación una teología nueva, que reivindicaba la dignidad y derechos de toda persona, sacudía la alianza de la religión con el poder dominante, devolvía dignidad y esperanza a los despreciados y excluidos, soliviantaba a quienes veían en ella una amenaza para su seguridad e intereses y todo ello porque bebía de la fuente del Evangelio.

Sonaron falsas las alarmas, pero fue calumniada y perseguida

Comenzando por el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez (iniciador y llamado “padre” de la teología de la liberación) han sido luego centenares los teólogos que la cultivaron y defendieron, miles los libros y artículos que sobre ella se han escrito, miles las iniciativas y actividades pastorales que en ella se han inspirado, miles las comunidades de base que en ella se han fraguado y miles y aun millones los cristianos (políticos, sindicalistas, maestros, catequistas, sacerdotes, religiosos y religiosas, etc.) que la generaron y recibieron de ella luz y fuerza para su caminar comprometido.

Pero surgieron pronto las alarmas que la señalaban como heterodoxa y reclamaban para ella controles y sanciones. Había grupos eclesiales donde mencionar la Teología de la Liberación era tabú. Aún recuerdo el comentario que un amigo hacía de otra persona al enterarse que un teólogo iba a hablar de este tema, – Es la peste, dijo. Y ayudé a una joven que, interesada por el tema, escuchó de su directora estas palabras: – ¡Pero si los teólogos de la liberación son como los masones dentro de la Iglesia!

Y los prejuicios y la hostilidad se hicieron irreversibles después que el mismo cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, expresara que los grandes males de la Iglesia actual se deben sobre todo al pos concilio, pero también al Concilio mismo. Y, refiriéndose a la Teología de la liberación, sentenció ver en ella “un error sobre un núcleo de verdad”, elaborada por teólogos que “han hecho propia la opción fundamental marxista” y que “se ha dejado sugestionar por el punto de vista inmanentista, meramente terrenal, de los programas de liberación secularizados”.

Ratzinger fue recibiendo contestación adecuada a sus infundadas afirmaciones. Cito por lúcida y contundente la dada por el obispo Pedro Casaldáliga: “Siempre lo hemos dicho, la Teología de la Liberación es teología y es de liberación no porque optó por Marx sino por el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su Reino y sus pobres. Nuestro Dios quiere la liberación de toda esclavitud. La situación de los 2/3 de la humanidad es contraria a la voluntad de Dios y la Teología de la Liberación asume el compromiso de transformar esa situación. Sólo a los enemigos del pueblo irrita la Teología de la Liberación. Y por eso la han calumniado y la han perseguido”.

Se entenderá fácilmente que, a partir de esta posición oficial, fueran creciendo las falsedades sobre la Teología de la Liberación y sus teólogos:

– Los teólogos de la liberación hacen suya la filosofía marxista.

– Reducen el Cristo del Evangelio al Cristo de la “sola liberación temporal”.

– La Buena Noticia del Evangelio es sólo para los pobres, pero entendidos “como una opción de clase” y según criterios puramente políticos e ideológicos y con sentimientos de odio y lucha entre hermanos.

– Presentan una “iglesia popular” en contra de “una iglesia burguesa” reintroduciendo de esta manera los conflictos de clase en el interior mismo de la Iglesia.

– Se someten a ideologías extrañas y olvida la “doctrina social de la Iglesia” por considerarla inviable.

Estas calumnias, que no se encuentran en ningún teólogo de la liberación, fueron difundidas desde muchas plataformas de la Iglesia oficial.

La novedad de la teología de Liberación 

Es ahora cuando, después de lo mucho que se la difamó, considero esencial señalar lo más básico de la Teología de la Liberación.

- La Teología de la Liberación surge de las necesidades de un mundo mayoritariamente pobre y oprimido y al que quiere liberar desde la fe. Incluye negativamente una liberación del pecado, de la esclavitud y de la muerte y positivamente una liberación centrada en el Reino de Dios, en la creación de un hombre nuevo y en la consumación de la historia. Liberar es la finalidad última de la teología de la Liberación, con lo que deslegitima el ataque que la Ilustración siempre lanzó contra la teología de ser esclavizadora de la subjetividad y libertad humanas y legitimadora de la opresión histórica. La Teología de la Liberación se mueve sobre la necesidad absoluta de liberar a la realidad oprimida, a los pueblos que mueren lentamente o son crucificados, a las personas y pueblos que son oprimidos. Y tiene como destinatario a esa gran mayoría en cuanto no-hombres y en cuanto no-pueblos.

– La Teología de la Liberación hace hincapié en la liberación del otro y de lo otro, a diferencia de la teología europea que se centra en el propio sujeto creyente; habla del Reino de Dios como referente y medida de la transformación que hay que realizar en este mundo y afirma además que tal Reino es para implantarlo ya en este mundo y lograr así que la vida de los pobres llegue a ser realidad.

– La Teología de la Liberación tiene como fuente de conocimiento la revelación de Dios en la Escritura, la Tradición eclesial y el Magisterio de la Iglesia. Pero, también y previo a la revelación de Dios en los textos, existe la real revelación de Dios en la historia, del pasado y del presente. Dios sigue manifestándose en los llamados signos de los tiempos: “La miseria colectiva que clama al cielo y el anhelo de liberación de todas la esclavitudes”, fue sancionado por el Episcopado Latinoamericano (Medellín 1968) como uno de esos signos.

– En esta línea, la revelación de Dios se halla sobre todo en la respuesta que los fieles, con su praxis , dan a esa revelación a través del seguimiento de Jesús, de la misericordia, la defensa de la vida, etc. Hacer todo esto, “Significa asumir dentro del conocimiento la dialéctica del mismo Dios en cuanto encarnado en la historia, privilegiadamente en Jesucristo; significa que Dios no es puramente alteridad trascendente con respeto a la historia sino que se da él mismo a la historia” (J. Sobrino).

• La Teología de la Liberación no se contenta con que la inteligencia se reduzca a la captación del sentido del ser: “La inteligencia en este quehacer teológico tienen una triple dimensión: el hacerse cargo de la realidad, el cargar con la realidad y el encargarse de la realidad” (Ignacio Ellacuría).

Conocer es estar en la verdad de las cosas y para estar en la verdad de las cosas hay que encarnarse en la verdad de la realidad, dejar que hable y dejarse afectar por ella, lo cual lleva a utilizar los conocimientos necesarios: científicos, filosóficos, ético-sociales, etc.

Pero, y además, encarnarse en la realidad es encarnarse en el mundo de los pobres, lo que exige ser parcial. Y si es cierto que ningún lugar parcial es la totalidad, cada vez se demuestra con mayor claridad que desde los pobres, desde el Tercer Mundo, se conoce mejor la totalidad que desde su contrario: “Desde el Tercer Mundo se conoce la verdad de éste y se descubre mejor la verdad del primero; lo cual no acaece a la inversa” (J. Sobrino). Convéncete, me decía Casáldaliga en una entrevista: “Sólo en la medida en que el Primer Mundo deje de ser Primer Mundo podrá ayudar al Tercer Mundo. Para mí esto es dogma de fe. Si el Primer Mundo no se suicida como Primer Mundo, no puede existir “humanamente” el Tercer Mundo. Mientras haya un Primer Mundo habrá privilegio, exclusión, dominación, lujo y marginación. Si vosotros en el Primer Mundo no resolvéis ser un Mundo humano, nosotros no podemos serlo”.

– La Teología de la Liberación confiere un determinado talante a quienes se guían por ella y no debiera faltar en ningún otro tipo de teología. Este tipo de teología está siempre dispuesta a verificar si se hace con fidelidad a lo revelado por Dios y si produce en el pueblo de Dios lucidez y ánimo para la construcción de su Reino. Si una teología produce desinterés por el Evangelio y se hace incomprensible a las mayorías debe cambiar. Nunca un método del quehacer teológico puede absolutizarse, sino que debe estar abierto al cambio.

La Teología de la Liberación debe ser servicio para la liberación histórica y transcendente, y esto le hace convertirse en práctica de amor, como debe serlo todo quehacer cristiano. La teología debe ser compasiva y desde la compasión descubrir las causas que a tantos empobrecen y los hace sufrir, y buscar creativamente soluciones, por lo que, introducida en los conflictos de la historia, se enfrentará a las falsas divinidades y difícilmente podrá escapar a la persecución de los poderes de este mundo.

Esta teología debe hacerse dentro del pueblo de Dios, en relación y solidaridad con todos sus estamentos, de él recibirá ayuda y con él, y en medio de él, podrá responder a los problemas reales. Si la Iglesia es Pueblo de Dios y es una Iglesia de los pobres debe ejercer su responsabilidad en medio de ella.

La teología de la Liberación, poseída por el espíritu de las Bienaventuranzas, será profundamente espiritual, misericordiosa, limpia de corazón, creativa, motivadora de oración, de confianza y disponibilidad, hasta adentrarse en el misterio de Dios.

Y, finalmente, junto al rigor de su método, avanza con esos ojos nuevos, que recibe del compartir con los pobres. Sólo así puede tocar lo más sagrado que es experimentar a Dios, su Reino y a Jesús como buenos, buenos para el hombre y la historia, buenos porque humanizan y salvan, buenos sobre todo para los pobres y su liberación.

La Teología de la Liberación de la Periferia, contra la Teología del Centro.

Se había establecido un Orden socioeconómico y político mundial de acuerdo a las leyes del más fuerte, consagrado éticamente y bendecido por la voluntad de Dios. De esa manera, ese Orden quedaba consolidado en países tradicionalmente cristianos y obtenía legitimidad de la teología oficial. Cualquier intento de cambio era considerado sacrílego.

Externamente los centros financieros y políticos no dudaban en apropiarse de esta Teología que en nada los cuestionaba, fomentaba la resignación y mostraba las desigualdades sociales y los males como pruebas mandadas por Dios para santificarse y acumular méritos para el cielo. Una teología ésta, indiferente, que enaltecía la gloria de Dios y, a la par, justificaba la conculcación de los derechos humanos y en especial de los más pobres.

En 1984, 32 teólogos de la revista europea Concilium, escribieron: “La Teología de la Liberación busca afrontar el problema de los oprimidos a la luz de la fe y promover su liberación integral. Sabemos que existen grupos integristas o neoconservadores que al rechazar un cambio social y pregonar una religión que pretende ser apolítica, luchan contra los movimientos de liberación y defienden una línea que es, de hecho, una ofensa contra los pobres y oprimidos. Un signo de fecundidad del Evangelio es hoy el hecho de que el mensaje cristiano sea vivido en contextos diferentes y de diversas maneras. Nuestra revista Concilium se manifiesta solidaria con los teólogos de la liberación no sólo en cuanto a su pensamiento teológico sino en cuanto a sus compromisos concretos. Creemos que en los movimientos y teólogos de la liberación se decide de alguna manera el futuro de la Iglesia, la llegada del Reino de Dios y el juicio de Dios sobre el mundo”.

En el mismo año 1984, 40 teólogos españoles de la Asociación Juan XXIII escribían: “Compartimos con los teólogos de la liberación la tarea de elaborar en la “óptica del pobre” una reflexión cristiana rigurosa, una espiritualidad del seguimiento de Jesús , una Iglesia comunitaria y una acción pastoral solidaria con los desheredados de la tierra en el interior de un pluralismo de opciones que no rompe con la comunión eclesial”.

Por supuesto, de estos movimientos de liberación y de sus comunidades de base surgía un nuevo impulso de reforma y una nueva teología que ponía en cuestión el quehacer teológico tradicional. “La teología que se forma dentro de este impulso y que los sustenta no se presenta en contra de la autoridad de la Iglesia, sino bajo la autoridad del Espíritu… En el seguimiento al Hijo del Hombre, aquellos que han vivido hasta ahora “como si fueran hijos de nadie” se convierten en sujetos en el resplandor de Dios” (Johann Baptist Metz).

El ensimismamiento de la Iglesia en sí misma, acompañado de una teología indiferente ante el dolor y esclavitud de mayorías, desarrollaba continuas y pomposas ceremonias religiosas, orientadas a asegurar el negocio de la propia salvación; enarbolaba preceptos, doctrinas, leyes y dogmas que se habían de saber de memoria; promovía rezos y misas interminables, pero todo a la postre quedaba como obras piadosas, sin plantear para nada lo que la vida de Jesús pedía denunciar y hacer en cada lugar y momento de la sociedad.

Esperamos que cuantos por ignorancia u otras causas abominaron de la teología de la liberación, se abran a ella y se dejen convertir como lo hizo el actual Prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, Gerhard Müller: “La teología de la liberación está unida para mí al rostro de Gustavo Gutiérrez, a su enseñanza y al encuentro vivo con los pobres; con él experimenté un giro decisivo en mi enfoque teológico. El nos enseñó que aquí se trata de teología y no de política, de un programa práctico y teórico que pretende comprender el mundo, la historia y la sociedad y transformarlos a la luz de la propia revelación sobrenatural de Dios como salvador y liberador del Hombre. La teología de Gustavo Gutiérrez, independiente del ángulo desde el que se mire, es ortodoxa porque es ortopráctica y nos enseña el adecuado actuar cristiano porque procede de la verdadera fe”.




(*) Benjamín Forcano es sacerdote y teólogo claretiano.


http://blog.cristianismeijusticia.net/
Imagen extraída de: alandar

lunes, 29 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD DE LOS POBRES por Diego Pereira


DESTACADO




Publicado: 26 diciembre, 2014 en DENUNCIA / ANUNCIO 

LA NAVIDAD DE LOS POBRES


DIEGO PEREIRA, pereiradiego34@gmail.com
MONTEVIDEO (URUGUAY).


El ambiente navideño


ECLESALIA, 26/12/14.- Estamos ya en Navidad y el mundo entero sufre una gran explosión de emociones, luces y colores. Pero no lamentablemente poco tiene esto que ver con el espíritu de la Navidad. Estamos tan lejos de aquel sentido primero de la Navidad pues quedamos perdidos en el mar de propuestas del capitalismo que nos pesca con la red de consumismo compulsivo, del “tener para ser”, de los fuegos artificiales. Somos parte de un gran circo mundial preparado perfectamente para convencernos de que la Navidad es simplemente una gran razón para que todo el mundo, durante alrededor de un mes, gaste la mayor cantidad de dinero posible con tal de no darse un tiempo de reflexión e interiorización. La Navidad pasa a ser un barullo exterior que nos aparta del silencio interior que todos necesitamos, de la comunión íntima con lo importante.

Visto así pareciera que toda la sociedad, en sus diferentes capas, pudiera cumplir con los requisitos que le impone el mercado. Pero no, no todos lo pueden hacer. No todos en la sociedad poseen tarjetas de crédito ni cuentas bancarias, no todos manejan chequeras, no todos tienen tarjetas de débito, no todos cuentan con sueldos que alcancen para pagar las cuentas del mes y guardar algo como reserva para estas ocasiones. No todos pueden ir de compras al super y comprar sin preocuparse. No a todos le alcanza el sueldo para irse de shopping (aprovechando la rebaja del 23%) y comprarse hasta aquello que no necesita, y que aún le sobre dinero en su bolsillo. No a todos le sobra para hacer esto, cuando días antes pasó el tan esperado “día del centro” donde todos corren a aprovechar las ofertas de los productos que tanto se desean. No, no todos lo pueden hacer. Los pobres viven de una manera muy distinta este consumismo masivo.

Muchos son los que no tienen sueldo, muchos los que no llegan a fin de mes, los que sacan préstamos cada dos por tres para poder comprarse algo que los haga sentir iguales a los de la clase pudiente. Éstos llegan a de dejar de comer bien durante un tiempo para poder acceder a los mismos productos que los demás pero a un costo mayor: el crédito eterno de las mil cuotas, donde se condena la conciencia a una deuda a largo plazo. Son lo que piden prestada la tarjeta de un conocido para poder comprarse lo que los demás tienen. Son los que lapidan de antemano su flaco aguinaldo al cual ven como la solución a tantos problemas: el pago de las cuentas atrasadas, la oportunidad de comprar algo nuevo para el hogar (si ya tienen la TV plasma y el equipo de música), el hacer regalos, comprar adornos para la navidad, comprar el cordero o el lechón para comer muy bien, el casillero de cerveza, el pan dulce y la sidra. La felicidad pasa por lo que se puede consumir.

La Navidad es mucho más que consumismo

Con todo lo anterior parece que la Navidad es sólo consumir cosas, comidas, regalos, y cuentas. Pero no, la Navidad tiene otras connotaciones que tienen que ver con esa necesidad humana de reunirse para celebrar, de sentirnos unidos y poder festejar. Por eso también en toda la sociedad se experimenta la necesidad de reunirse en familia y con amigos para poder compartir un momento todos juntos, de compartir el mismo pan en la mesa y de sentir el cariño de otros mediante el recibimiento de un abrazo, de un beso, de un regalo, sin importar lo que sea. Tiene muchas veces al árbol de Navidad como centro y, en la mayoría de los casos al pesebre, aunque en el fondo la escusa es estar cerca unos de otros.

Experimentamos en el alma y en el cuerpo esa necesidad afecto que nos atraviesa a lo largo del año y nos hace padecer, que la vamos posponiendo por la velocidad con que vivimos a lo largo del año entre familia, trabajo, compromisos, estudio, etc. Es el abrazo, el beso, el cariño que se transforma en la gran descarga de emociones que el mundo continuamente reprime porque la vida es dura y hay que estar siempre bien para poder sobrellevar las responsabilidades. Al coincidir con el final del año la Navidad es la oportunidad de pasar raya y hacer las cuentas, no sólo las monetarias, sino las que tienen que ver con la propia realización, con aquellas cosas que logré hacer y me hicieron sentir vivo, con las personas que conocí y que se integraron a mis redes de afectos, con aquellos que perdí y que en estos momentos siento su falta. La Navidad es oportunidad de darnos cuenta si al terminar el año hemos crecido en humanidad o si nos hemos cosificado.

La Navidad en la Palabra de Dios

Por un lado dijimos que la Navidad no es consumismo aunque nos quieran convencer de ello y todos seamos víctimas del mercado, y a peor grado los pobres. Por otro lado afirmamos que la Navidad es la oportunidad de dejar aflorar los verdaderos sentimientos que cargamos en nuestro interior y que es la posibilidad de dar y recibir el cariño que nos merecemos por ser seres humanos. Pero aun nos queda algo más por intentar desvelar: la posibilidad que tienen los pobres de vivir el verdadero significad de la Navidad, lo cual no es tan fácil para los que no lo son, ya que el poder adquisitivo mayor es factor de mayor distracción de lo verdaderamente importante. Vayamos a la Palabra bíblica para que nos ilumine en nuestra reflexión.

Leemos en Lucas 2, 6-12: “Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había encontrado sitio en la posada. Había unos pastores en la zona que cuidaban por turnos los rebaños a la intemperie. Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos sintieron un gran temor. El ángel del Señor les dijo: -No teman. Miren, les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. ¿Cómo ilumina nuestra reflexión este texto? Intentaremos destacar algunos puntos que queremos describir:

1- Los pastores, en la época de Jesús, eran parte de la gran masa de excluidos sociales, despreciados no sólo en el ámbito social sino en su mismísima humanidad. Eran vistos como esa parte escindida del pueblo elegido, pues eran pobres, y si eran pobres era porque ellos o alguien de su familia había pecado y Dios los había castigado con la pobreza. En un mundo donde la riqueza era vista como bendición, la pobreza significaba que Dios se había olvidado de ellos, abandonándolos a su propia suerte. Así ellos dedicaban sus vidas al cuidado de las ovejas y guardaban, como todo judío religioso, la esperanza de la llegada del liberador que les traería la vida en abundancia y la liberación de su condición de esclavos y excluidos.

2- El anuncio del Ángel. Más allá de la figura del Ángel nos queremos detener en el contenido de su mensaje: la llegada del tan esperado Mesías del Pueblo elegido, no es con bombos y trompetas, rodeado de un gran ejército poderoso y majestuoso. El Mesías Salvador llega en forma de un niño recién nacido; Dios ha elegido para revelarse la manera más débil de la condición humana: un bebé. Alguien totalmente dependiente de las decisiones de una madre joven y de un padre postizo que aún no saben bien qué hacer con lo que reciben. Es imagen de la completa debilidad: necesita ser alimentado con leche materna, necesita abrigo, necesita cuidados, necesita ser protegido de todos los peligros de la árida vida propia de los pobres.

3- El pesebre. Dios no eligió nacer en el gran Palacio de Herodes, rodeado de todos los lujos propios de la aristocracia judía, donde no falta la comida, ni el vino, ni el mejor coro de aduladores del poder. Tampoco ha decidido nacer en el Gran Templo de Jerusalén donde los sacerdotes decían adorar a al Dios Todopoderoso, creador de todo lo existente, que guió con mano firme al pueblo de la mano de los padres y de los profetas, llegando hasta el Rey Herodes. Dios no ha elegido ni la riqueza ni el poder de los hombres, sino todo lo contrario: ha elegido ser un pobre completo, sin poder alguno y sin riqueza alguna. Ha elegido la debilidad y dependencia. El pesebre quizá sea el peor de los lugares pensables para a llegada del Mesías, del Hijo de Dios, pero así ha sido, ¿porqué? Porque Dios lo ha querido y si lo quiso es porque era bueno.

Estos elementos analizados nos ayudan a destacar un determiando accionar de Dios en la historia humana, que es nuestra historia y que es la historia de Dios con el hombre, y que es allí donde confirmamos nuestra fe en un Dios que se hizo hombre no sólo para que el hombre lo comprenda, sino que -y sobre todo- lo hace para experimentar en su propia carne las necesidades humanas. Creemos firmemente (y así lo confirman los últimos estudios sobre el Jesús histórico de Pagola, Küng, Nolan, Sobrino y tantos otros) en la veracidad del acontecimiento y por ello en ello sostenemos nuestra reflexión.

La Navidad de los pobres: una oportunidad única

Dios regala su mensaje a los olvidados de la sociedad, a los expulsados de los caminos por donde va el común de la masa social. Los pobres hoy son aquellos que, aunque intenten imitar lo que viven y tienen los ricos, no lo pueden hacer, ya que son sometidos a un desprecio social debido a su condición de ser simplemente pobres. Pero son ellos a los que justamente Dios elige para anunciar la llegada del Mesías. También hoy siguen siendo los predilectos de Dios y los que más se asemejan a su Hijo Jesús. Éstos pobres son lo que el Ángel, al dirigirse a ellos, comienza diciéndoles:“No teman. Miren, les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo…” El ser visitados por un mensajero de Dios los asusta. Desde el primer momento se muestra que los pastores no se sienten merecedores de ser los primeros en recibir la Buena Noticia. Hoy en día son muchos los pobres que no se creen con derechos a ser felices por lo que la misma sociedad les hace sentir. Muchos de ellos se sienten abandonados por Dios. Pero esto no es así, pues el Dios de Jesús es justamente el Dios de los pobres, de los que no se sienten dichosos de ser los primeros en el Reino.

Muchos pobres se avergüenzan por vivir en las condiciones que viven: en casas hechas con restos de materiales, chapas viejas y usadas, ventanas con nylon transparente como vidrio, puertas herrumbradas, pedazos de muebles viejos sacados de algún basurero o construidos con maderas encontradas en la calle, colchones viejos con olor a humedad, frazadas viejas y sucias… Muchas personas se sienten que no pueden recorrer un shopping con la ropa y costumbres que cargan consigo, pues la sociedad los ha estigmatizado y les hace saber de su rechazo. Es en condiciones similares en las cuales el hijo de Dios nace: un pesebre oloroso y sucio, utilizado como dormitorio y de baño por animales. Es allí donde el Mesías encontró acogida y decidió bajar al mundo terrenal del amor humano. Es allí, y bajo similares condiciones de pobreza, que el Salvador es recibido.

¿No son, entonces, los pobres los que Dios quiere privilegiar con su llegada? ¿Acaso no es entre ellos que el Reino de Dios comienza a tomar forma? Desde aquel día y hasta hoy es entre los pobres donde Dios sigue armando su carpa y en donde nos espera que lo visitemos y lo elijamos para quedarnos a vivir con él. No es en la Meca, ni lo que queda del antiguo Templo Judío ni los palacios del Vaticano, ni las más hermosas estructuras que abrigan la Hostia Consagrada en sus sagrarios, sino que es la vida misma del pobre la que nos muestra el verdadero lugar de Dios, donde habita siempre. Si Dios elige llegar como débil y pobre entre los pobres ¿cómo no ver en la pobreza la posibilidad de descubrir, o al menos convivir, con el Misterio del Dios encarnado? Nuestros trabajos y esfuerzos deben posarse en la pobreza porque es fruto del egoísmo humano que no sabe compartir los bienes que son de todos y que algunos se lo apropian para beneficio de pocos.

Por eso son los pobres los privilegiados. Aunque deben ser conscientes de su ser víctimas de un sistema, también pueden sacar fuerzas del Dios de los pobres, el Dios de Jesús, que decidió venir al mundo en situaciones como las de ellos. El pobre puede encontrar en el pesebre de Belén la inspiración necesaria para recobrar su dignidad de Hijo de Dios, de ser elegido directamente por el Altísimo, que lo ama más que nadie, para saberse DIGNO de Dios, merecedor de una vida feliz y próspera, de saberse valorado, no por lo que tenga, sino simplemente por ser humano. Sin duda que también nosotros, todos los cristianos, tenemos la misión de ayudarlo a ser consciente de esto por todos los medios posibles, pero sobre todo con nuestro compromiso social, político y religioso, de luchar por un mundo más justo y equitativo, donde todos podamos vivir bien. Dios viene en la pobreza para que percibamos donde está la gravedad de los grandes problemas y errores humanos.

“No caben más discusiones: Jesús estuvo de parte de los pobres, los que lloran, los que pasan hambre, los que no tienen éxito, los impotentes, los insignificantes” (Küng), y esta decisión madura de Jesús le viene por una decisión anterior: la decisión de Dios de nacer pobre entre pobres. Por eso los pobres tienen la gran oportunidad de experimentar el verdadero Misterio de la Navidad, ya que llevan marcadas en su alma las cicatrices de los latigazos sociales que reciben a lo largo de todo el año. Mientras algunos intentamos adornar el árbol con un pesebre acorde al nacimiento de Jesús, los pobres parten de su vida diaria para vivir el pesebre. Pero también tienen esa gran posibilidad de mostrar al mundo la horrible situación en la cual todos nosotros los hemos puesto y que esto exige un cambio radical, una revolución urgente.

Deseo ardientemente que la Navidad de los pobres, que no es solamente el día 25 de diciembre sino que cada día de su vida, nos ayude a ver en ellos el verdadero rostro de Dios encarnado, hecho hombre y despreciado hace más de dos mil años y hasta hoy. Somos nosotros los que seguimos ignorándolo mientras comemos tranquilos en nuestra mesa mientras Jesús nace y muere en cada hermano que sufre la pobreza. Que estos pobres de hoy y con los que nos toca convivir, nos ayuden a animarnos a vivir el pesebre de forma real y no solamente representado en una linda imagen de plástico o porcelana, por más piadosa que sea. La Navidad de Jesús nos espera entre los pobres… ¿seremos capaces de vivirla de verdad?





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viernes, 26 de diciembre de 2014

NAVIDAD: FIESTA DE LA HUMANIDAD DE DIOS Y DE LA COMENSALIDAD Por Leonardo Boff




Navidad: fiesta de la humanidad de Dios y de la comensalidad

por Leonardo Boff

2013-12-24



La Navidad está llena de significados. Uno de ellos ha sido secuestrado por la cultura del consumo que, en vez del Niño Jesús, prefiere la figura del vejete bonachón, Papá Noel, porque es más llamativo para los negocios. El Niño Jesús, por el contrario, habla del niño interior que llevamos siempre dentro de nosotros, que siente necesidad de ser cuidado y que, una vez que ha crecido, tiene el impulso de cuidar. Es ese pedazo de paraíso que no se ha perdido totalmente, hecho de inocencia, de espontaneidad, de encanto, de juego y de convivencia con los otros sin ninguna discriminación.

Para los cristianos es la celebración de la “proximidad y de la humanidad” de nuestro Dios, como se dice en la epístola a Tito (3,4). Dios se dejó apasionar tanto por el ser humano que quiso ser uno de ellos. Como dice bellamente Fernando Pessoa en su poema sobre la Navidad: «Él es el eterno Niño, el Dios que faltaba; el divino que sonríe y que juega; el niño tan humano que es divino».

Ahora tenemos un Dios niño y no un Dios juez severo de nuestros actos y de la historia humana. Qué alegría interior sentimos cuando pensamos que seremos juzgados por un Dios niño. Más que condenarnos, quiere convivir y entretenerse con nosotros eternamente.

Su nacimiento provocó una conmoción cósmica. Un texto de la liturgia cristiana dice de forma simbólica: «Entonces las hojas que parloteaban, callaron como muertas; el viento que susurraba, quedó parado en el aire; el gallo que cantaba se calló en medio de su canto; las aguas del riachuelo que corrían, se estancaron; las ovejas que pastaban, quedaron inmóviles; el pastor que erguía su cayado quedó como petrificado; entonces, en ese preciso momento, todo se paró, todo se silenció, todo se suspendió: nacía Jesús, el Salvador de las gentes y del universo».

La Navidad es una fiesta de luz, de fraternidad universal, fiesta de la familia reunida alrededor de una mesa. Más que comer, se comulga con la vida de unos y otros, con la generosidad de los frutos de nuestra Madre Tierra y del arte culinario del trabajo humano.

Por un momento olvidamos los quehaceres cotidianos, el peso de nuestra existencia trabajosa, las tensiones entre familiares y amigos y nos hermanamos en alegre comensalidad. Comensalidad significa comer juntos reunidos en la misma mesa como se hacía antes: toda la familia se sentaba a la mesa, conversaban, comían y bebían, padres, hijos e hijas.

La comensalidad es tan central que está ligada a la aparición del ser humano en cuanto humano. Hace siete millones de años comenzó la separación lenta y progresiva entre los simios superiores y los humanos, a partir de un antepasado común. La singularidad del ser humano, a diferencia de los animales, es la de reunir los alimentos, distribuirlos entre todos comenzando por los más pequeños y los mayores, y después los demás.

La comensalidad supone la cooperación y la solidaridad de unos con otros. Fue ella la que propició el salto de la animalidad a la humanidad. Lo que fue verdad ayer, sigue siendo verdad hoy. Por eso nos duele tanto saber que millones y millones de personas no tienen nada para repartir y pasan hambre.

El 11 de septiembre de 2001 sucedió la conocida atrocidad de los aviones que se lanzaron sobre las Torres Gemelas. En ese acto murieron cerca de tres mil personas.

Exactamente en ese mismo día morían 16.400 niños y niñas con menos de cinco años de vida; morían de hambre y de desnutrición. Al día siguiente y durante todo el año doce millones de niños fueron víctimas del hambre. Y nadie quedó horrorizado ni se horroriza delante de esta catástrofe humana.

En esta Navidad de alegría y de fraternidad no podemos olvidar a esos que Jesús llamó “mis hermanos y hermanas menores” (Mt 25, 40) que no pueden recibir regalos ni comer alguna cosa. Pero no obstante este abatimiento, celebremos y cantemos, cantemos y alegrémonos porque nunca más estaremos solos. El Niño se llama Jesús, el Emanuel que quiere decir: “Dios con nosotros”. Viene bien a la ocasión este pequeño verso que nos hace pensar sobre nuestra comprensión de Dios, revelada en Navidad:


Todo niño quiere ser hombre.
Todo hombre quiere ser rey.
Todo rey quiere ser ‘dios’.
Sólo Dios quiso ser niño.

Feliz Fiesta de Navidad del año de gracia de 2014. 









jueves, 25 de diciembre de 2014

UN SACERDOTE DESAPARECIDO EN GUERRERO


15:35 › MEXICO

La Conferencia del Episcopado de México confirmó la desaparición del sacerdote Gregorio López Gorostieta, quien según apuntan algunos medios locales habría sido secuestrado la noche del domingo pasado en Altamirano, en el conflictivo estado de Guerrero donde desaparecieron los 43 estudiantes.


"Desde la noche del 21 de diciembre de 2014 desapareció el padre Gregorio López Gorostieta", señala el comunicado que firma el obispo de Ciudad Altamirano, Maximino Martínez Miranda.

El sacerdote llegó al seminario en Altamirano, donde es docente, sobre las 11:30 del domingo. "Algunos seminaristas que iban llegandode las diferentes parroquias vieron entre la oscuridad que algunas personas extrañas merodeaban el lugar. Todo indica que al padre Gregorio lo obligaron a salir en su camioneta", se explica en el escrito que en ningún momento menciona la palabra secuestro. No obstante, sí se pide "el regreso con vida" del cura.

En el estado de Guerrero fue donde desaparecieron en septiembre pasado 43 estudiantes que presuntamente fueron asesinados por miembros del cártel Guerreros Unidos y con la complicidad de las fuerzas de seguridad, según la investigación oficial. En noviembre pasado se hallaron en una fosa en Guerrero los restos mortales de un sacerdote ugandés desaparecido en abril.




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miércoles, 24 de diciembre de 2014

PADRE NUESTRO DESDE DIOS por ÁNGEL ARNAIZ QUINTANA


"Quiero recordarles que Yo les amo desde antes de la creación del mundo y desde antes que ustedes fueran concebidas o engendrados en el seno de sus madres, para que así vivan y sean de verdad mis hijas e hijos queridos."




Padre nuestro desde DiosPublicado: 22 diciembre, 2014 en REFLEXIONES
Etiquetas:Comunidad, Dios, Fraternidad, Justicia, Oración, Paz

PADRE NUESTRO DESDE DIOS

ÁNGEL ARNAIZ QUINTANA, angel.arnaiz.q@gmail.com
BAJO LEMPA, USULUTÁN (EL SALVADOR).



ECLESALIA, 22/12/14.- 

Hijas e hijos míos, que vivís en el planeta Tierra, Yo conozco cada uno de vuestros nombres, cada uno de vuestros genes, cada uno de vuestros amores y desamores, y bendigo vuestros quehaceres y esperanzas en ese milagro que es la Vida de ustedes y de todos los seres.



Quiero que juntos construyamos mi República, también llamado mi Reino, y vivan felices en la paz y la justicia, con libertad y fraternidad y con toda bendición.



Esta es mi decisión, y deseo que conozcan esta voluntad mía y la hagan realidad cada día.



Tendrán la tortilla y el con qué de cada tiempo y leche para las niñas y niños, y lo que necesiten para alimentarse y vivir con salud, pero tendrán que compartirlo con los más necesitados.



Siempre disculpo sus errores y faltas, incluso cuando afectan a los demás, pero tienen que volverse a mí de todo corazón y con toda el alma, y mantener una compasión profunda con todos, que les lleve incluso a perdonarse entre ustedes y a todos.



Tengan paciencia y venzan en todas las preocupaciones y tentaciones que les salgan, que serán muchas y variadas.



Pero no teman, Yo estoy con ustedes siempre y así vencerán todo mal que les pueda sobrevenir.


Quiero recordarles que Yo les amo desde antes de la creación del mundo y desde antes que ustedes fueran concebidas o engendrados en el seno de sus madres, para que así vivan y sean de verdad mis hijas e hijos queridos.

Ustedes en Mi y Yo en ustedes, esta es mi voluntad.





(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).






Fuente: eclesalia.wordpress.com/


La imagen no pertenece a la nota publicada en este sitio web.-
                                                                                        BuenaNueva21.-

martes, 9 de diciembre de 2014

ADVIENTO: TIEMPO DE ESPERANZA





"Nuestra tarea es buscar y encontrar a Cristo en nuestro mundo tal y como es y no como podría ser. El hecho de que el mundo sea diferente de lo que podría ser no altera la verdad de que Cristo está presente en él, y que Su plan no ha fracasado ni cambiado: en efecto, todo se hará conforme a Su voluntad. Nuestro adviento es la celebración de esa esperanza. Lo que es incierto no es la "venida" de Cristo sino nuestra acogida a Él, nuestra docilidad y capacidad de salir a Su encuentro".

*Thomas Merton



* De la nota publicada en este Sitio: EL ADVIENTO según Thomas Merton (Clickear sobre este título para ir al mismo).-