martes, 14 de octubre de 2014

EL SÍNODO EXTRAORDINARIO DE OBISPOS SOBRE LA FAMILIA (eclesalia.net)


sinodo-panoramica

EL SÍNODO EXTRAORDINARIO DE OBISPOS SOBRE LA FAMILIA

PATRICIA PAZ, ppaz1954@gmail.com
BUENOS AIRES (ARGENTINA).


12OCT2014


Quizás no haya peor consejero que el miedo. Cuando tenemos miedo nos cerramos, nos rigidizamos y en general actuamos de manera equivocada. Atrás de muchos actos de violencia está escondido el miedo. Definitivamente lo está en toda discriminación, y en todos los integrismos. Lo nuevo, lo diferente asusta cuando no tenemos la capacidad de abrir nuestra cabeza y sobre todo nuestro corazón a lo que se presenta. Una de las cosas que más repite Jesús en el Evangelio es justamente: “No teman”. El Espíritu en Pentecostés derrumba las paredes del miedo y lanza a los discípulos a proclamar el Evangelio a todos, sacándolos del aislamiento en el que se habían escondido después de la muerte de Jesús. Seguramente tenían mucho miedo, ¡y no era para menos! Pero se dejaron transformar, y, gracias a eso, el mensaje llegó hasta los “confines de la tierra”.

Hoy la Iglesia está viviendo un “Sínodo Extraordinario de Obispos sobre la Familia”. Francisco en su discurso inaugural les pidió a los participantes que hablaran con libertad, sin temor a decir lo que piensan. Este es un primer paso para poder hacer los cambios que está reclamando el pueblo fiel. Otro paso muy importante es “leer los signos de los tiempos”. No se trata de mantener normas y doctrinas que ya casi nadie practica, si no de escuchar y mirar cómo se viven hoy las relaciones familiares, sobre todo los jóvenes. Cuando una institución insiste en poner reglas que nadie cumple pierde autoridad y vigencia. Me temo que es lo que está pasando con la Iglesia Católica. Hay cosas que están tan alejadas de la realidad que muchas veces me pregunto a quién le están hablando los obispos. Sin ir más lejos pensemos en la encíclica “Humanae Vitae”…

¿Está en crisis la familia o lo que entendemos por familia? ¿No será que en el término “familia” entran hoy otras situaciones que no implican únicamente madre-padre-hijos? Sea como fuere, la Iglesia, si quiere seguir siendo “madre y maestra” tendrá que buscar la manera de llegar con su mensaje y de acoger a todos. El objetivo debería de ser ayudar a las personas a vivir relaciones cada vez más humanas. No se trata de adaptarse y aceptar cualquier cosa, sino de volver a mirar cada norma y cada doctrina y ver si todavía tienen sentido. Revisar el porqué de cada cosa a la luz de los descubrimientos exegéticos, culturales, sociales, científicos, psicológicos, antropológicos, etc… No podemos mantener normas que se dictaron hace cientos de años cuando la cosmovisión era totalmente otra. La moral sexual católica adolece en muchos casos de una antropología inadecuada. Por eso tenemos que preguntarnos acerca de la validez de lo que hoy decimos que es moral o inmoral en nuestra vida social, sexual y familiar.

Como dijo el Cardenal Kasper: “El Evangelio no es un museo, no es un código penal, no es un código de doctrinas y mandamientos. Es una realidad viviente en la Iglesia y nosotros tenemos que caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades. Algunos cardenales temen que haya un efecto dominó y que, si se cambia un punto, todo colapse”. Creo que lo que hay que cambiar es mucho más que un punto y me parece que el peligro es al revés, si no se animan a cambiar, no habrá seguramente un colapso, pero poco a poco la Iglesia irá perdiendo cada vez más vigencia y entonces el mensaje ya no llegará a “los confines de la tierra”. Francisco nos convocó para que como comunidad reflexionemos. Ahora los obispos tienen la oportunidad de hacer los cambios necesarios. ¡Que el amor y la compasión, y no el miedo, sean la fuerza que los anime a hacerlos!

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).







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EN EL VATICANO SOPLAN VIENTOS DE CAMBIO Por Washington Uranga


Esta semana las comisiones darán forma al documento de conclusiones de esta etapa del sínodo.
Imagen: AFP

SOCIEDAD › UN DOCUMENTO DEL SINODO PROPONE OTRA MIRADA DE LA IGLESIA HACIA LOS GAYS Y LAS PAREJAS CONVIVENCIALES

En el Vaticano soplan vientos de cambio


El texto recopila la primera semana de debates de los obispos. Plantea una apertura sobre la homosexualidad y las parejas que no están casadas por Iglesia. También, en torno de los divorciados y vueltos a casar. Propone un “reconocimiento respetuoso” de estas realidades.



 Por Washington Uranga



Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana”, se afirma en el documento titulado Relatio post disceptationem presentado ayer por el cardenal húngaro Peter Erdó en el primer día de la segunda semana del sínodo extraordinario de los obispos católicos que se celebra en Roma. El texto –de aproximadamente nueve páginas– recoge tanto las consultas previas como los intercambios de la primera semana de deliberaciones del encuentro que continuará hasta el 19 de octubre, ahora en trabajo en comisiones (“círculos menores”). El documento también interroga acerca de si “¿estamos (en la Iglesia) en grado de recibir a estas personas (homosexuales), garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?”



Pero el documento también subraya que “la Iglesia afirma que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer”, poniendo en evidencia que, si bien hay predisposición a cambiar la actitud pastoral, la mayoría de los sinodales no quieren avanzar sobre cambios que afecten los principios doctrinales. “A menudo (las personas homosexuales) desean encontrar una iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio”, se pregunta en el documento.

En otro párrafo, el cardenal Erdó dijo que “sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas” y agregó que “la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que en primer lugar deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños”.

En julio pasado, de regreso a Roma después de su visita a Brasil, el papa Francisco había afirmado que “si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”, adelantando de alguna manera lo que ahora aparece reflejado en el texto que recoge las intervenciones de los participantes del sínodo.

El informe presentado por el cardenal Erdó es una pieza que intenta recoger de manera equilibrada las diferentes posiciones existentes y las diferencias que se plantean entre los obispos. Las palabras clave, pronunciadas por todos, parecen ser “misericordia” y “gradualidad”. Sin embargo, los alcances que unos y otros les dan a cada una de ellas son distintos. Para los conservadores, entre quienes se cuentan el prefecto (ministro) de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio) Gerhard Ludwig Müller, el presidente emérito del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, cardenal Walter Brandmüller, y el arzobispo de Bolonia, Carlo Caffara, la misericordia sólo llega a partir del reconocimiento del “pecado” y del “error”, en este caso para los homosexuales, pero el criterio también puede aplicarse a los divorciados o a quienes sólo registran uniones civiles.

Acerca de las “convivencias y de los matrimonios civiles y los divorciados vueltos a casar” el documento sinodal señala que la Iglesia debe hacer un reconocimiento respetuoso de estas realidades, a las que califica de “modo incompleto e imperfecto” de vida. En este caso los obispos recomiendan “apreciar más los valores positivos” que existen en estas opciones “en vez de los límites y las faltas”.

La idea de “gradualidad” encierra una doble estrategia. Por un lado, apunta a indicar que, existiendo una condición “perfecta” desde la perspectiva de la Iglesia hay, sin embargo, otros estados de la realidad que si bien no alcanzan el grado de perfección puede conducir hacia ella. De este modo –y después de un diagnóstico realista en el que se describen los nuevos modos de familia y de uniones alejadas del deber ser católico–, se sostiene que “una nueva dimensión de la pastoral familiar actual consiste en captar la realidad de los matrimonios civiles y, hechas las debidas diferencias, también de las convivencias”. Y se agrega al respecto que “cuando la unión alcanza una notable estabilidad a través de un vínculo público, está marcada por un afecto profundo, por una responsabilidad en relación con los hijos, con la capacidad de resistir a las pruebas, pueden ser vistos como un germen para acompañar el desarrollo hacia el sacramento del matrimonio”.

“No es sabio pensar en soluciones únicas o inspiradas en la lógica del ‘todo o nada’”, se afirma al introducir el tema de las nulidades de los matrimonios católicos y la aceptación de los divorciados para participar de la eucaristía. Se pide particularmente que se evite “cualquier lenguaje o actitud” que haga sentir discriminados en la Iglesia a quienes están divorciados o vueltos a casar y se deja abierta la puerta a la participación sacramental de estas personas, si bien se pide seguir estudiando teológicamente el tema.

El texto dice también que diversos participantes “han subrayado la necesidad de hacer más accesibles y ágiles los procedimientos para el reconocimiento de casos de nulidad (matrimonial)” y admite que “entre las propuestas han sido indicadas la superación de la necesidad de la doble sentencia, conforme la posibilidad de determinar una vía administrativa bajo responsabilidad del obispo diocesano y un proceso sumario para realizar en los casos de nulidad notoria”.

Durante esta semana las comisiones de trabajo darán forma al documento de conclusiones de esta etapa extraordinaria del sínodo y ese texto será elevado al Papa. Todo ello servirá también de base para los debates del sínodo ordinario que se celebrará del 4 al 25 de octubre de 2015 bajo el título “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia en el mundo contemporáneo”.





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viernes, 10 de octubre de 2014

LA ENFERMEDAD DEL FUNDAMENTALISMO Por Leonrdo Boff





La enfermedad del fundamentalismo

2014-10-10


Todo lo que está sano puede enfermar. La religión, al contrario de lo que dicen sus críticos como Freud, Marx, Dawkins y otros, se inscribe dentro de una realidad saludable: la búsqueda de la Última Realidad por el ser humano, que da un sentido último a la historia y al universo. Esa búsqueda es legítima y se encuentra atestiguada en las más antiguas expresiones del homo sapiens/demens, pero puede conocer expresiones enfermizas. Una de ellas, la más frecuente hoy, es el fundamentalismo religioso, que también se manifiesta donde reina el pensamiento único en política.

El fundamentalismo no es una doctrina en sí, sino una actitud y una forma de vivir la doctrina. La actitud fundamentalista surge cuando la verdad de su iglesia o de su grupo es entendida como la única legítima con exclusión de todas las demás, consideradas erróneas y por eso sin derecho a existir. Quien imagina que su punto de vista es el único válido está condenado a ser intolerante. Esta actitud cerrada conduce al desprecio, a la discriminación y a la violencia religiosa o política.

El nicho del fundamentalismo se encuentra históricamente en el protestantismo norteamericano de finales del siglo XIX cuando irrumpió la modernidad no solo en lo tecnológico, sino también en las formas democráticas de convivencia política y en la liberalización de las costumbres. En este contexto surgió una fuerte reacción por parte de la tradición protestante, fiel a los ideales de los «padres fundadores», todos procedentes del rigorismo de la ética protestante. El término fundamentalismo está unido a una colección de libros publicados por la Universidad de Princeton por los presbiterianos que llevaba por título Fundamentals. A Testimony of Truth, 1909-1915 (“Los fundamentos, el testimonio de la verdad”).

En esta colección se proponía un antídoto a la modernización: un cristianismo riguroso, dogmático, fundado en una lectura literalista de la Biblia, considerada infalible e inequívoca en cada una de sus palabras, por ser considerada Palabra de Dios. Se oponían a toda interpretación exegético-crítica de la Biblia y a la actualización de su mensaje para los contextos actuales.

Esta tendencia fundamentalista ha estado siempre presente desde entonces en la sociedad y en la política norteamericana. Adquirió expresión religiosa en las llamadas «electronic Churches», esas iglesias que se valen de los modernos medios televisivos de comunicación que cubren el país de costa a costa y que tienen otras semejantes en Brasil y en América Latina. Combaten a los cristianos liberales, los que practican una interpretación científica de la Biblia y aceptan los movimientos modernos de las feministas, de los homoafectivos, de los que defienden la descriminalización del aborto. Todo eso es interpretado por ellos como obra de Satanás.

La vertiente política asimiló a la religiosa, uniéndola a la ideología política del «destino manifiesto», creada después de la incorporación de territorios de México por parte de Estados Unidos, según la cual los norteamericanos tienen el destino divino de llevar claridad, los valores de la propiedad privada, del libre mercado, de la democracia y de los derechos a todos los pueblos, como lo afirmó el segundo presidente de Estados Unidos, John Adams. Como rezaba la versión popular y política, los americanos son «el nuevo pueblo escogido» que va a llevar a todos a la «Tierra de Emanuel, sede de aquel Reino nuevo y singular que será concedido a los Santos del Altísimo» (K. Amstrong, En nombre de Dios, Companhia das Letras, São Paulo 2001).

Esa amalgama religioso-política ha dado origen a la arrogancia y al unilateralismo en las relaciones internacionales de la política exterior norteamericana que perdura también bajo Barack Obama.

Un tipo semejante de fundamentalismo lo encontramos en grupos católicos extremadamente conservadores que todavía sostienen que «fuera de la Iglesia no hay salvación». Se afanan en convertir al mayor número de personas que pueden para librarlas del infierno. Algunos grupos evangélicos, especialmente en sectores de las iglesias carismáticas con sus programas de TV, revelan discursos fundamentalistas, particularmente de cara a las religiones afrobrasileñas, pues consideran sus celebraciones como obras de Satanás. De ahí los frecuentes exorcismos y hasta invasiones de terreiros para «purificarlos» del Exu.

El fundamentalismo más visible tanto en grupos católicos como en algunos grupos evangélicos se muestra en las cuestiones morales: son inflexibles ante los problemas del aborto, las uniones de los homoafectivos, el empeño de las mujeres por su libertad de decisión. Promueven verdaderas guerras ideológicas en las redes sociales y medios de comunicación contra todos los que discuten tales cuestiones, aunque estas formen parte de la agenda de todas las sociedades abiertas.

Lamentablemente tenemos una candidata a la presidencia de la República, Marina Silva, que manifiesta un tipo de fundamentalismo que es el biblicismo. Hace una lectura literalista de la Biblia, como si en ella se encontrase la solución de todos los problemas. Como bien dijo el Papa Francisco, la Biblia antes que un depósito de verdades es una fuente inspiradora para la iniciativas humanas benéficas. Hay que ponerla detrás de la cabeza para iluminar la realidad, no delante de los ojos, tapando así la realidad.

El Estado brasilero es laico y pluralista. Acoge todas las religiones sin adherirse a ninguna. Según la constitución no es lícito que una determinada religión imponga a toda la nación sus puntos de vista. Una autoridad puede tener sus convicciones religiosas pero no es por ellas, sino por las leyes como debe gobernar. Existen cuatro evangelios, no solo uno. Y todos ellos conviven entre sí en la diversidad de las interpretaciones que dan del mensaje de Jesús. Es un ejemplo de la riqueza de la diversidad. El mismo Dios es la convivencia eterna de Tres Divinas Personas que por el amor forman un sólo Dios. La diversidad es fecunda.

lunes, 6 de octubre de 2014

DISCUTIR EL ABORTO POR AMOR A LA VIDA Por Leonardo Boff



Discutir el aborto por amor a la vida


2014-10-30


Por Leonardo Boff


Me cuesta creer que haya personas que defiendan el aborto por el aborto. Implica eliminar la vida o interferir en un proceso vital que culmina con la aparición de la vida humana. Yo personalmente estoy en contra del aborto pues amo la vida en cada una de sus fases y en todas sus formas.

Pero esta afirmación no me vuelve ciego a una realidad macabra que no puede ser ignorada y que desafía el buen sentido y a los poderes públicos. Cada año se hacen en Brasil cerca de 800 mil abortos clandestinos. Cada dos días muere una mujer víctima de un aborto clandestino mal asistido.

Esta realidad debe ser enfrentada no con la policía sino con una salud pública responsable y con sentido realista. Considero farisaica la actitud de aquellos que de forma intransigente defienden la vida embrionaria y no adoptan la misma actitud ante los miles de niños lanzados a la miseria, sin comida y sin cariño, deambulando por las calles de nuestras ciudades. La vida debe ser amada en todas sus formas y edades y no solo en su primer despertar en el seno de la madre. Corresponde al Estado y a toda la sociedad crear las condiciones para que las madres no necesiten abortar.

Yo mismo asistí, en las gradas de la catedral de Fortaleza, a una madre famélica, pidiendo limosna y amamantando a su hijo con sangre de su pecho. Era la figura del pelícano. Perplejo y lleno de compasión la llevé hasta la casa del Cardenal Dom Aloisio Lorscheider donde le dimos toda la asistencia posible. Incluso así ocurren abortos, siempre dolorosos y que afectan profundamente a la psique de la madre. Narro lo que escribió un eminente psicoanalista de la escuela junguiana de São Paulo, Léon Bonaventure, narrado en la introducción que escribió a un libro de otra psicoanalista junguiana italiana, Eva Pattis, titulado: Aborto, pérdida y renovación: paradoja en la búsqueda de la identidad femenina (Paulus 2001).

Cuenta Léon Bonaventure, con la sutileza de un fino psicoanalista para quien la espiritualidad constituye una fuente de integración y de cura de heridas del alma.

«Un sacerdote confesaba a una mujer que en el pasado había abortado. Después de oír la confesión, le preguntó: “¿Qué nombre le diste a tu hijo?” La mujer, sorprendida, quedó callada largo rato pues no había dado nombre a su hijo.

“Entonces” –dijo el cura–, “vamos darle un nombre y si está usted de acuerdo vamos a bautizarlo”. La mujer asintió con la cabeza y así lo hicieron simbólicamente.

Después el cura hizo algunas consideraciones sobre el misterio de la vida: “existe la vida” –dijo–, “que viene a la luz del día para ser para vivida en la Tierra, durante 10, 50, 100 años. Otras vidas nunca van a ver la luz del sol. En el calendario litúrgico católico existe, el día 28 de diciembre, la fiesta de los santos inocentes, los recién nacidos que murieron gratuitamente cuando nació el Niño divino en Belén. Que ese día sea también el día de la fiesta de tu hijo”.

Y siguió diciendo: “en la tradición cristiana el nacimiento de un hijo es siempre un regalo de Dios, una bendición. En el pasado era costumbre ir al templo para ofrecer el niño a Dios. Nunca es demasiado tarde para que ofrezcas tu hijo a Dios”.

Terminó diciendo: “como ser humano no puedo juzgarte, si pecaste contra la vida, el propio Dios de la vida puede reconciliarte con ella. Vete en paz y vive”» (p. 9).

El Papa Francisco recomienda siempre misericordia, comprensión y ternura en la relación de los sacerdotes con los fieles. Ese sacerdote vivió avant la lettre esos valores profundamente humanos y que pertenecen a la práctica del Jesús histórico. Que ellos puedan inspirar a otros sacerdotes a tener la misma humanidad.


domingo, 5 de octubre de 2014

MADRE, AYUDANOS A TRABAJAR POR LA PAZ

40 años peregrinando a pie a Luján con María






EL DEBATE DE LA IGLESIA CATÓLICA SOBRE SUS TEMAS TABÚ por Washington Uranga


El encuentro es la primera asamblea episcopal a nivel mundial reunida por Jorge Bergoglio. Imagen: EFE

EL MUNDO › ARRANCA EL SINODO DE OBISPOS QUE DISCUTIRA SOBRE DIVORCIO, ABORTO, HOMOSEXUALIDAD Y ANTICONCEPCION

El debate de la Iglesia Católica sobre sus temas tabú

La asamblea fue convocada por el Papa a la luz de los cambios que impulsa. Se prevén discusiones fuertes. Hoy, misa de apertura.


Por Washington Uranga



A partir de mañana lunes, y hasta el 19 de octubre, el Vaticano será el escenario de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los obispos católicos, una suerte de asamblea de la Iglesia Católica mundial de la que participarán 253 personas y cuyos debates girarán en torno de la concepción y las orientaciones de la Iglesia sobre la familia, las nulidades matrimoniales, las uniones de personas del mismo sexo, el aborto y los métodos anticonceptivos, entre otras cuestiones sobre las cuales Francisco habilitó el año anterior una consulta abierta a los obispos y fieles de todo el mundo. Hoy el Papa celebrará la misa de apertura.

El encuentro adquiere particular importancia porque es la primera asamblea episcopal a nivel mundial desde que Jorge Bergoglio llegó al pontificado y se celebra a luz de las reformas que el Papa viene impulsando también en el interior de la Iglesia. Sin embargo, se anticipan duros debates y una fuerte resistencia de los conservadores a aceptar cambios en la enseñanza de la Iglesia.

La sesión sinodal que se inicia mañana producirá recomendaciones que se elevarán a Francisco y tendrá una segunda instancia, más resolutiva, en octubre del año próximo.

De la asamblea sinodal participan los presidentes de 114 conferencias episcopales de todo el mundo. Por Argentina acude el arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo. A los mencionados se suman 13 representantes de las Iglesias orientales, 25 jefes de los dicasterios (ministerios) de la curia vaticana y 9 miembros del consejo ordinario del Sínodo. Para completar el número total de los asistentes se agregan 3 representantes de los religiosos y las religiosas reunidos en la Unión de Superiores Generales, y 26 personas más nombradas directamente por el Papa. Habrá además 16 expertos, 38 auditores y 8 personas a quienes se les ha asignado la responsabilidad de “evaluar y profundizar los datos, testimonios y las sugerencias de las iglesias particulares”. El total de los participantes es de 253, 192 de ellos con derecho a voto.

Refiriéndose a la etapa preparatoria y a la consulta que se hizo a las iglesias de todo el mundo, en días pasados el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, dijo que “el elevado número de respuestas recibidas se debe, por un lado, al tema que afecta a la vida de las comunidades, las familias y los individuos” y por otro que “la amplitud del material recibido es ciertamente índice de la apertura y la libertad con la que se llevó a cabo la consulta”. El documento de trabajo (“Instrumentum laboris”) que han recibido los participantes no solo reúne las diferentes propuestas llegadas desde los países, sino que acepta debates sobre la familia, moral sexual, homosexualidad y divorcio –entre otros– que hasta el momento habían estado excluidos de la agenda de discusión de la jerarquía católica.

Durante la primera semana el debate estará abierto a todos los temas que incluye la convocatoria y será iniciado por una presentación que hará un matrimonio de laicos católicos que ofrecerán su testimonio sobre la vida familiar. En la segunda semana los participantes se reunirán en comisiones con la finalidad de preparar el documento final (titulado Relatio Synodi) que se entregará al Papa.

En una entrevista concedida en agosto de 2013 a la revista italiana Civiltá Cattolica, el papa Francisco dio la tónica de lo que se puede esperar de los debates sinodales. “No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible”, dijo entonces Bergoglio. “Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Ya conocemos la opinión de la Iglesia (sobre estos temas), pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”, dijo el Papa para agregar que “la propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante” porque “sólo de esa propuesta surgen luego las consecuencias morales”.

Sin embargo, no faltarán los debates. El cardenal alemán Walter Kasper, prestigioso teólogo y uno de los prelados más favorables a propiciar cambios, sostuvo recientemente que “la doctrina no puede cambiar, pero la disciplina sí”, pero advirtió que ciertos cardenales temen una especie de “efecto dominó” porque creen que “si uno cambia un punto, todo puede colapsar”. En torno de Kasper se nuclea un grupo importante de cardenales y obispos dispuestos a la apertura que el mismo prelado alemán sintetiza bajo el eslogan “armonizar fidelidad y misericordia” en la práctica pastoral en relación con los temas de la familia.

En relación con la eventualidad de que la Iglesia acepte el divorcio, Kasper sostuvo que “si un ‘naufragio’ (en referencia al divorcio) se produce, Dios no nos ofrece un segundo barco cómodo, sino una balsa para sobrevivir, es decir el sacramento de la penitencia”. Pero, agregó, “para la misericordia de Dios es impensable dejar caer una persona en un pozo sin ninguna salida. Si la persona se arrepiente, Dios le da una nueva oportunidad”. En la misma línea, el arzobispo de Amberes (Bélgica), Johan Bonny, ha dicho sobre los divorciados y vueltos a casar que se debe apelar a la “posibilidad de un reglamento excepcional en nombre de la misericordia”. Esta posición parece ser también la más cercana a Francisco, quien en febrero último dijo que “cuando el amor fracasa, y fracasa muchas veces, debemos sentir el dolor de ese fracaso, acompañar a la gente que ha sentido el fracaso de su amor. (...) No hay que condenarlos”.

En la acera de enfrente se ubica el también cardenal Gerhard Ludwig Müller, máxima autoridad de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio). A él se suman, entre otros, el arzobispo de Bolonia, Carlo Caffarra; Walter Brandumüller, presidente emérito del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, y el arzobispo Cyril Vasil. El 7 de octubre pasado la editorial católica estadounidense Ignatius Press publicó un libro en el que ocho teólogos se oponen de manera terminante a cualquier cambio en las normas eclesiásticas sobre matrimonio y familia. Entre otras cosas sostienen que “un matrimonio consumado entre dos bautizados no puede ser desatado por ningún poder humano, incluido el que le corresponde al Romano Pontífice como vicario”.

El Sínodo también habilitará cambios en el modo de la relación de la Iglesia con la sociedad. La Iglesia, habitualmente aferrada al secretismo respecto de sus deliberaciones internas, ha decidido ahora comunicar sus propios debates. Cada día habrá una conferencia de prensa de la que tomarán parte también algunos de los participantes del encuentro mundial para brindar información sobre los trabajos.





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miércoles, 24 de septiembre de 2014

EL OBSTÁCULO BÁSICO EN LA LUCHA POR LOS DERECHOS HUMANOS por Leonardo Boff




El obstáculo básico en la lucha por los derechos humanos

2014-09-21





El tema de los derechos humanos es una constante en todas las agendas. Hay momentos en que se vuelve un clamor universal, como actualmente con la creación del Estado Islámico que comete un genocidio sistemático de las minorías. ¿Por qué no conseguimos hacer valer efectivamente los derechos no sólo humanos sino también los de la naturaleza? ¿Dónde reside el impasse fundamental?

La Carta de la ONU de 1948 confía al Estado la obligación de crear las condiciones concretas para que los derechos puedan ser realizados para todos. Pero ocurre que el tipo de Estado dominante es un Estado clasista. Como tal está atravesado por las desigualdades que las clases sociales originan. Concretamente, la ideología política de este Estado es el neoliberalismo, que se expresa por la democracia representativa y por la exaltación de los valores del individuo; la economía es capitalista, que operó la “Gran Transformación”, sustituyendo la economía de mercado por la sociedad de mercado, para la cual todo se vuelve mercancía. Por ser capitalista está en vigor la hegemonía de la propiedad privada, el libre mercado y la lógica de la competencia. Ese Estado está controlado por los grandes conglomerados que hegemonizan el poder económico, político e ideológico, que en gran parte está privatizado por ellos. Usan el Estado para garantizar sus privilegios y no los derechos de todos. Atender los derechos sociales de todos sería contradictorio con su lógica interna.

La solución que las clases subalternas encontraron para enfrentarse a esa contradicción fue la de organizarse ellas mismas y crear las condiciones para sus derechos. Así surgieron los distintos movimientos sociales y populares por la tierra, por el techo, por la salud, por la escuela, por los negros, indios y mujeres marginadas, por la igualdad de género, por el respeto a los derechos de las minorías, etc. Es más que una lucha por los derechos; es una lucha política para transformar el tipo de sociedad y el tipo de Estado vigentes porque con ellos sus derechos nunca van a ser reconocidos. Por lo tanto, la alternativa a la democracia reducida es la democracia social, participativa, de abajo hacia arriba, en la cual puedan caber todos. El Estado que representa este tipo de democracia enriquecida tendría una naturaleza nítidamente social y se organizaría para garantizar los derechos sociales de todos. Mientras no ocurra eso, no habrá una verdadera universalización de los derechos humanos. Parte de los discursos oficiales son solamente retóricos.

Las clases subalternas extendieron el concepto de ciudadanía. No se trata de aquella burguesa que coloca al individuo delante del Estado y organiza las relaciones entre ambos. Ahora se trata de ciudadanos que se articulan con otros ciudadanos para enfrentarse juntos al Estado privatizado y a la sociedad desigual de clase. De ahí nace la conciudadanía: ciudadanos que se unen entre sí, sin el Estado y muchas veces contra el Estado, para hacer valer sus derechos y llevar adelante la bandera política de una democracia social real, donde todos puedan sentirse representados.

Esos movimientos han hecho crecer más y más la conciencia de la dignidad humana, la verdadera fuente de todos los derechos. El ser humano no puede ser considerado como mera fuerza de trabajo, descartable, sino como un valor en sí mismo, no susceptible de manipulación por ninguna instancia, ni estatal, ni ideológica, ni religiosa. La dignidad humana remite a la preservación de las condiciones de continuidad del planeta Tierra, de la especie humana y de la vida, sin la cual el discurso de los derechos perdería su base.

Por eso, los dos valores y derechos básicos que deben entrar cada vez más en la conciencia colectiva son: cómo preservar nuestro espléndido planeta azul y blanco, la Tierra, Pachamama y Gaia, y cómo garantizar las condiciones ecológicas para que el experimento homo sapiens/demenspueda continuar, desarrollarse y coevolucionar. Estos dos datos constituyen la base de todo lo demás. En torno a ese núcleo se estructurarán todos los otros derechos, que serán no solo humanos, sino también socio-cósmicos. En otras palabras, la biosfera de la Tierra es patrimonio común de toda vida en su inmensa diversidad, y no solo de la vida humana. Entonces, más que hablar en términos de medio-ambiente, se debe hablar de comunidad de vida, o ambiente entero. El ser humano tiene la función, ya asignada en el Génesis, de ser el tutor o guardián de la vida, el representante legal de la comunidad biótica, sin pretensión de superioridad, sino comprendiéndose como un eslabón de la inmensa cadena de la vida, hermano y hermana de todos. De aquí resulta el sentimiento de responsabilidad y de veneración que facilita la preservación y el cuidado de todo lo creado y de todo lo que vive.

O hacemos ese giro necesario para esa nueva ética, fundada en una nueva óptica, o podremos conocer lo peor, la era de las grandes devastaciones del pasado. La reflexión sobre los derechos humanos de primera generación (individuales), de segunda generación (sociales), de tercera generación (transindividuales, derechos de los pueblos, de las culturas, etc), de cuarta generación (derechos genéticos) y de quinta generación (de la realidad virtual) no pueden desviar nuestra atención de esa nueva radicalidad en la lucha por los derechos, comenzando ahora por los derechos de la Tierra y de las tribus de la Tierra, base para todos los demás.

Hasta hoy todos daban por descontada la continuidad de la naturaleza y de la Tierra. No era necesario ocuparse de ellas. Esta situación se ha modificado totalmente, pues los seres humanos, en las últimas décadas, han elaborado el principio de autodestrucción.

La conciencia de esta nueva situación ha hecho surgir el tema de los derechos humano-socio-cósmicos y la urgencia de que si no nos movilizamos para los cambios, la cuenta regresiva del tiempo irá en contra nuestra y puede sorprendernos un bioecoinfarto de consecuencias devastadoras para todo el sistema de la vida. Tenemos que estar a la altura de esta emergencia.