jueves, 11 de octubre de 2012

¿QUÉ ES UN CONCILIO ECUMÉNICO?



Homenaje a 50 años del Concilio Vaticano II



Autor: n/a | Fuente: www.mercaba.org 
¿Qué es un Concilio Ecuménico?

Los Concilios Ecuménicos habidos hasta el presente ascienden a veintiuno.

Cuando el Papa quiere tomar una decisión que abarca a toda la cristiandad - proclamar un dogma, modificar la organización de la Iglesia o condenar una herejía, puede convocar un Concilio. 

Los obispos del mundo entero son llamados a Roma (o a la ciudad que el Pontífice haya escogido). Su presencia es obligatoria, salvo en caso de fuerza mayor. Los superiores de órdenes religiosas, los abades generales, los prelados nullius ( es decir, que no tienen jurisdicción en una diócesis propiamente dicha) y los cardenales son admitidos a participar en el Concilio o Sínodo ecuménico. Tienen voz deliberativa. 

Otras personalidades son admitidas a participar en los trabajos del Concilio, y tienen voz consultiva. Son los representantes de obispos ausentes, los príncipes católicos o sus embajadores y ciertos clérigos o laicos convocados a títulos diversos. 

A la apertura de los debates, todos los asistentes prestan juramento. Juran que permanecerán fieles a la Iglesia y a su jefe. El texto del juramento fue redactado por el papa Gregorio VII en el año 1709. 

El Santo Padre decide los temas que serán discutidos por el Concilio. Tiene el poder de interrumpir la sesión o detrasladarla a una fecha ulterior. 

El trabajo está repartido en varias comisiones - las Congregaciones - antes de ser presentado a la discusión general. 

En el reglamento mismo del Concilio se encuentra el ambiente de las asambleas de la Iglesia primitiva. Los votos son nominales y a la mayoría. Pero aunque el Papa reúna a su alrededor sólo una minoría, es siempre su punto de vista el que prevalece. 

En los primeros Concilios, cuya convocación quedaba al cuidado de los emperadores, cada pregunta estaba sometida a la aprobación de los participantes, que respondían por "placet" (sí) y "non placet" (no). Cuando han recibido la aprobación del Sumo Pontífice, las conclusiones del Concilio son promulgadas por una Bula. 

Los Concilios Ecuménicos 


La Iglesia, como sociedad divina y humana, es también visible e invisible al mismo tiempo; obra según los principios de su naturaleza con un Magisterio, que transmite el pensamiento divino por medio de la palabra humana; obra también con un Ministerio, que por medio de ritos sensibles - los Sacramentos - infunde la vida sobrenatural; y, como es lógico, debe tener un Gobierno que notifique las leyes del espíritu en una forma sometida a la experiencia de los sentidos. Por lo tanto cuenta con los tres poderes: legislativo, judicial y ejecutivo, todo ello en el ámbito religioso. 

La Iglesia en varias ocasiones, se ha visto obligada a reunir a sus hijos más preclaros, ya fuere por su dignidad o sabiduría, y enfrentarse a una oposición destructora en cuanto a la doctrina, a la moral o a la disciplina de la Institución. Esas asambleas reciben el nombre de Concilios, algunos de los cuales abarcan solamente una porción de la Iglesia como una Provincia Eclesiástica o bien la Iglesia de todo un país; y, los otros son los Ecuménicos = Universales, porque ya deliberan sobre asuntos que interesan a toda la Iglesia y al que asisten representantes de todas las latitudes. En estos casos el Sumo Pontífice asiste en persona y preside las sesiones o bien se hace representar por Legados. 

Los Concilios Ecuménicos habidos hasta el presente ascienden a veintiuno. A continuación los menciono, siguiendo el orden del tiempo en que se realizaron, las circunstancias que los originaron y las definiciones conciliares que se decretaron. 

Los Concilios


1. I De Nicea. 325

Reunido por el Emperador Constantino durante el pontificado de San Silvestre. Contra el arrianismo. Definió la consubstancialidad del Verbo, largamente defendida por Atanasio, diácono de Alejandría; sancionó los privilegios de las tres sedes patriarcales de Roma, Alejandría y Antioquía, y extendió a toda la Iglesia la costumbre romana concertando la fecha de la celebración de Pascua.

2. I De Constantinopla. 381


Reunido durante el pontificado del Papa San Dámaso y el Emperador Teodosio el Grande, reafirmó la divinidad del Espíritu Santo. Contra los macedonianos. También fue condenada la doctrina de Pelagio y Celestino que negaban la transmisión del pecado de Adán a su descendencia y defendían la bondad, puramente humana para hacer el bien sin el concurso del auxilio divino.

3. De Éfeso. 431


San Celestino I. Contra el nestorianismo. En el reinado de Teodosio el Joven. Definió la unidad de persona en Cristo y la maternidad divina de María. Condenación de los errores pelagianos.

4. De Calcedonia 451


León I El Magno. Contra los monofisitas. Emperador Marciano. Condenó el eutiquianismo, que no reconocía en Cristo la distinción de las dos naturalezas perfectas.

5. II De Constantinopla. 553


Reunido por el emperador Justiniano, por ausencia del papa Vigilio. Contra los Tres Capítulos. Condenó los escritos de Teodoro de Mopsuestia y de Teodoro de Ciro contra San Cirilo y el Concilio de Efeso. Se confirma la condenación de los errores precedentes (trinitarios y cristológicos), ratificando el sentido genérico de las definiciones conciliares. Se condenan también los errores derivados de Orígenes junto con los Tres Capítulos influidos de Nestorianismo.

6. III De Constantinopla. 680-681


Papa San Agatón I y Papa San León II. Contra el monotelismo. Condenó a Honorio. El culto de las imágenes arranca desde los principios del Cristianismo, como se puede ver en las catacumbas romanas donde se ocultaban los cristianos perseguidos. En estas circunstancias se reunió el concilio de Nicea.

7. II De Nicea. 787


Papa Adriano I. Contra los iconoclastas. Emperatriz regente, Irene. Regula la querella de los iconoclastas pronunciándose por el culto de las imágenes, pero distinguiendo cuidadosamente el culto de veneración del culto de adoración, que sólo es debido a Dios.

A mediados del siglo noveno un ambicioso personaje ocupó la silla patriarcal, su nombre fue Focio; cometió toda clase de arbitrariedades y exacerbó los ánimos de los orientales contra Roma. Esta grave situación decidió la apertura de un nuevo concilio.

8. IV De Constantinopla. 869-970


Papa Adriano II. Contra el Cisma del emperador Focio. Con el apoyo del emperador Basilio el Macedonio. Condenación de Focio. Confirmación del culto de las imágenes. Afirmación del Primado del Romano Pontífice.

Los ocho primeros concilios se desarrollaron en el Oriente por ser ahí donde se originaron las controversias. En el siglo once el Oriente se separa de Roma y los concilios - trece más hasta el presente - se celebraron en el Occidente de Europa.

9. I De Letrán. 1123


Papa Calixto II. Contra las investiduras. Ratificó el arreglo entre el papa Calixto II y el emperador Enrique V. Es conocido con el nombre de Concordato de Worms, referente a las investiduras eclesiásticas. Propuso a los príncipes cristianos emprender las cruzadas. Se reivindica el derecho de la Iglesia en la elección y consagración de los Obispos contra la investidura de los laicos. Condénanse la simonía y el concubinato de los eclesiásticos como herejías.

10. II De Letrán. 1139


Papa Inocencio II. Por la disciplina y buenas costumbres. Condenó los amaños cismáticos de varios antipapas y los errores de Arnaldo de Brescia y publicó medidas destinadas a que reinara la continencia en el clero. Condenación del antipapa Anacleto y de sus partidarios.

11. III De Letrán. 1179


Papa Alejandro III. Contra los albigenses, cátaros y valdenses. Condenó a los cátaros y regularizó la elección del Papa, declarando válidamente elegido al candidato que hubiera obtenido los dos tercios de los votos de los cardenales. Nuevas leyes contra la simonía.

12. IV De Letrán. 1215


Papa Inocencio III. Por la fe y la moral. Condenó a los albigenses y a los valdenses. Decidió la organización de una cruzada. Revisó y fijó la legislación eclesiástica sobre los impedimentos matrimoniales y, en fin, impuso a los fieles la obligación de la confesión anual y de la comunión pascual. Es uno de los más importantes.

13. I De Lyon. 1245. (en Francia)


Papa Inocencio IV. Contra el Emperador Federico II y por la reforma del clero. Llevó a cabo una sentencia de deposición contra el emperador Federico II, usurpador de bienes y opresor de la Iglesia, y reguló el proceso de los juicios eclesiásticos.

14. II De Lyon. 1274


Papa San Gregorio X. Por la unión de las iglesias. Restableció, a petición de Miguel Paleólogo, la unión con los griegos y tomó nuevas medidas para una posible Cruzada.

15. De Vienne (Francia) 1311


Papa Clemente V. Por la cuestión de los templarios. Decidió la supresión de la Orden de los Templarios. Condenación de los errores de los Begardos sobre la perfección espiritual.

16. De Constanza. 1414-1418. (Alemania)


Papa Gregorio XII. Contra el cisma de Martín V Occidente, Wickleff, Juan Huss y Jerónimo de Praga. Fin del Cisma Occidental. Condénanse los errores de Wickleff sobre los Sacramentos y la constitución de la Iglesia, y también los errores de Juan Huss sobre la Iglesia invisible de los predestinados.

17. De Ferrara - Florencia. 1438-1442


Papa Eugenio IV. Por la reconciliación de griegos y latinos. Se celebró en Roma los dos últimos años. Estudio la Reforma de la Iglesia y un nuevo intento de reconciliación con los griegos de Constantinopla. Fundamentalmente trató de la unión con Roma de diferentes Iglesias Orientales Autónomas y para unificar criterios.

18. V De Letrán. 1512-1517


Papa Julio II. Contra el concilio León X de Pisa y por la reforma de la Iglesia. Tenía como misión la reforma del clero y de los fieles pero tuvo que dejar lo más importante de esta tarea al Concilio siguiente.

19. De Trento. 1545-1563


Papa Paulo III. Julio III. Pío IV. Contra los errores del protestantismo y por la disciplina eclesiástica. Fue transferido durante dos años a Bolonia. En veintidós reuniones logró oponer una verdadera y sabia reforma de la Iglesia a los excesos y a los innumerables errores de la reforma protestante. El Concilio de Trento señala un cambio en la historia del mundo cristiano, pues muestra el dogma católico no sólo en su esplendor de verdad revelada, sino con su valor de vida sobrenatural. El concilio de Trento, el más largo de todos, dieciocho años, fue suspendido en varias ocasiones y se reanudó hasta su conclusión en l563. La causa principal fue la revolución protestante de Martín Lutero, que socavó profundamente los cimientos de la fe cristiana.

20. Vaticano I. 1869-1870


Se celebró en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, por lo que se denominó Concilio Vaticano I. Papa Pío IX. Contra el racionalismo y el galicanismo. Hubo que definir solemnemente la infalibilidad Pontificia como dogma de fe, cuando habla "Ex Cathedra". Esto es cuando en calidad de pastor y maestro de todos los cristianos, y haciendo uso de su suprema autoridad apostólica define una doctrina sobre la fe y las costumbres. El Papa Pío IX definió también el dogma de la Inmaculada Concepción (1854).

21. Vaticano II. 1962-1965


Fue convocado por el Papa Juan XXIII en 1962 y clausurado por el Papa Paulo VI en 1965. Ha sido el concilio más representativo de todos. Constó de cuatro etapas, con una media de asistencia de unos dos mil Padres Conciliares procedentes de todas las partes del mundo y de una gran diversidad de lenguas y razas. Se propuso actualizar la vida de la Iglesia sin definir ningún dogma. Trató de la Iglesia, la Revelación, la Liturgia, la libertad religiosa, etc. Recordó el Concilio la llamada universal a la santidad.

El Concilio Vaticano II es el hecho más decisivo de la historia de la Iglesia en el siglo XX. Las características del Concilio Vaticano II, son Renovación y Tradición.

Del Concilio Vaticano II surgieron 16 Documentos: cuatro Constituciones, nueve Decretos y tres Declaraciones



http://es.catholic.net/sacerdotes/222/2454/articulo.php?id=23220



¿QUÉ ES EL CONCILIO VATICANO II?


Homenaje a 50 años del Concilio Vaticano II




Concilio Vaticano II. 1962-1965
(Clickear en la palabra "Vaticano" para ingresar a más información)

Fue convocado por el Papa Juan XXIII en 1962 y clausurado por el Papa Paulo VI en 1965. Ha sido el concilio más representativo de todos. Constó de cuatro etapas, con una media de asistencia de unos dos mil Padres Conciliares procedentes de todas las partes del mundo y de una gran diversidad de lenguas y razas. Se propuso actualizar la vida de la Iglesia sin definir ningún dogma. Trató de la Iglesia, la Revelación, la Liturgia, la libertad religiosa, etc. Recordó el Concilio la llamada universal a la santidad. 

El Concilio Vaticano II es el hecho más decisivo de la historia de la Iglesia en el siglo XX. Las características del Concilio Vaticano II, son Renovación y Tradición.

Del Concilio Vaticano II surgieron 16 Documentos: cuatro Constituciones, nueve Decretos y tres Declaraciones

EL PEQUEÑO CONCILIO DE QUILMES (JUNIO 1965)



Homenaje a 50 años del Concilio Vaticano II


Padres Rossi, Morales, Bresci, Olagaray, Artiles, Galli, francisco Mascialino, de izq. a der.


Pequeño Concilio de Quilmes: 28 y 29 de Junio 1965

Sólo uno de los doce obispos de la provincia de Buenos Aires no alcanzó a recibir el documento: monseñor Antonio Aguirre, titular de San Isidro, quien se había embarcado diez días antes hacia Roma. Pero desde el miércoles pasado, las 40 carillas mimeografiadas que resumían el Encuentro de Quilmes fueron llegando a las manos de los demás. Una decimotercera copia, inclusive, fue entregada al primado de la Argentina, cardenal Antonio Caggiano. Para ninguno de ellos el documento resultaba absolutamente novedoso: el Encuentro (28 y 29 de junio pasado) era la culminación de otras cuatro reuniones entre grupos sacerdotales dispuestos a intensificar el diálogo de la Iglesia Argentina con aquello que los teólogos llaman mundo, pero que es, en rigor, todo lo que está ,más allá de esa Iglesia. Por lo demás, el presbítero Juan José Rossi había publicado, en el quincenario Criterio —edición del 12 de agosto—, una minuciosa crónica del Encuentro. Dos obispos no tuvieron necesidad de informarse a través del documento: Jerónimo Podestá, de Avellaneda, y Antonio Quarraccino, de Nueve de Julio, comulgaron en la misa del 29 con todos los sacerdotes concentrados en Quilmes, y se sentaron a las mismas mesas de debate para dialogar con ellos, en pie de igualdad, sobre tres temas básicos: La ubicación de Dios en nuestra vida (la sacerdotal), Nuestra ubicación en la Iglesia, Nuestra relación con el mundo.
Las conversaciones duraron doce horas en total, y, por lo que se sabe, en algunas mesas (fueron diez en total, para 80 asistentes) el afán de entendimiento mutuo llegó a tales límites que algunas opiniones se parecieron más bien a una confesión en voz alta. Las consecuencias son explosivas: indican una voluntad de cambio radical en la Iglesia argentina, sobre todo en lo que concierne a la evangelización del mundo y a la ruptura de algunos antiquísimos tabúes: la relación recelosa del sacerdote con la mujer, exagerada cautela de algunos sectores de la Iglesia ante graves injusticias, el temor ante los riesgos del mundo.
Pero la clave del Encuentro está quizá en otra parte: en la necesidad de un diálogo franco entre los obispos y el clero. El documento de Quilmes dice, textualmente: "Nos falta gobierno de parte del Obispo. Ni siquiera habla con los sacerdotes. Si alguna vez lo hace, no es para consultarlos o escucharlos. Todo esto nos crea una situación de soledad pastoral, de gran incomodidad, que nos desubica al estar asumiendo responsabilidades que no nos corresponden."
Pese a que de ese texto podría inferirse un enfrentamiento, todo lo que hay es una apasionada voluntad de comunicación: "Quisimos dar alguna salida a nuestro sentimiento de desgobierno y de orfandad humana -explicó uno de los 80 sacerdotes de Quilmes, la semana pasada. Por nuestra formación, y por la estructura misma de la Iglesia, los sacerdotes dependemos hasta afectivamente del Obispo, a veces de un modo inconsciente. Cuando un cura es llamado por su Obispo, siente un golpe interior. ¿Qué me irá a decir?, teme. Ocurre que, en general —se quejó el informante—, los Obispos sólo llaman a sus sacerdotes para reprenderlos."
Los 80 hombres de Quilmes, ahora, sostienen que fueron impulsados por su amor a la Iglesia. Elaboraron su documento luego de haber transcripto todos los largos diálogos grabados; confiaron su redacción a los peritos, moderadores y coordinadores del Encuentro; llamaron a esa reunión "Primera Asamblea General de Equipos de Sacerdotes". Las 40 carillas mimeografiadas se convirtieron, así, en una especie de plan de vida para aquellos 80 hombres que representan a más de cien, y cuya edad promedio es 35 años. Pero es la historia previa al Encuentro lo que arroja luz sobre él y, en cierto modo, lo que le da el aire de una auténtica, empecinada revolución.

Los nombres y apellidos

Aunque la idea de un Encuentro entre grupos sacerdotales nació, en rigor, hacia julio de 1964, durante la Asamblea de la AJAC (los jóvenes de Acción Católica), y aunque ya en agosto se concentraron 9 sacerdotes de 7 equipos diferentes, en Buenos Aires, el proceso se remonta a diez años atrás, cuando 12 presbíteros —de 4 parroquias— empezaron a trabajar junto al padre Alfredo Trusso, de Todos los Santos. Uno de los miembros era monseñor Alberto Devoto, ahora Obispo de Goya, quien siguió adherido al equipo aun después de ser transferido a la diócesis de San Isidro.
A lo largo de esa década se produjo, inclusive, una escisión, cuando dos miembros se retiraron por razones ideológicas: el sector disidente procuraba poner el acento del trabajo sacerdotal sobre los aspectos litúrgicos; el resto defendía una labor pastoral más amplia. Por pastoral se entiende (según precisó un miembro de aquel grupo) "la acción de la Iglesia en relación a todos los hombres, cristianos o no, y en especial la evangelización del mundo". Lo doméstico, en cambio, la acción orientada a la Iglesia como tal, es lo que se conoce por liturgia y, catequesis. Estas dos formas de entender la misión de los sacerdotes cambió la fisonomía del grupo después de aquel desprendimiento: los que quedaron eran hombres preocupados ante todo por la evangelización. Los miembros más antiguos fueron Francisco Mascialino, párroco; Miguel Ramondetti, asesor del Movimiento Obrero Católico (MOAC); Néstor García Morro, párroco; Manuel Artiles, consejero psico-pastoral, y Juan José Rossi, consagrado al periodismo y miembro de la Junta Nacional de Catequesis.
Mientras ese equipo crecía con la incorporación de dos sacerdotes franceses —quienes estudian ahora, en Avellaneda, la gestación de un centro apostólico en el medio obrero—, otros grupos sacerdotales iban agregándose a aquel primer núcleo de 12 hombres: uno, con seis o siete miembros, empezó a ocuparse de Revisión de Vida y Pastoral; otro, al que se incorporaron los presbíteros Alejandro Mayol, Carlos Mugica y Pedro Geltman, se consagró a la Juventud Católica Universitaria (JUC). A partir de la reunión inicial (agosto de 1964, en Buenos Aires), los encuentros fueron produciéndose regularmente, a razón de 8 sacerdotes por vez. Hacia noviembre, el equipo primitivo había ya establecido vínculos con otros diez: ese movimiento comprendía ya el total de las doce
diócesis bonaerenses (Azul, Bahía Blanca, Avellaneda, La Plata, Mercedes, Mar del Plata, San Nicolás, Nueve de Julio, Morón, Lomas de Zamora, San Martín, San Isidro) y parecía dispuesto para una acción en bloque.
El primer encuentro entre los grupos fue efectuado en Mercedes, a fines de 1964: concentró a 19 sacerdotes de 6 diócesis; en marzo, Hurlingham cobijó a 23, y las diócesis ascendieron a 8; Azul, en mayo recibió a 37: a esa altura, sólo la diócesis de San Martin dejaba ya de estar representada. El encuentro de Quilmes fue como una repentina mayoría de edad: el crecimiento despacioso da las reuniones previas se transformó en un avasallador cónclave de dos obispos, 80 sacerdotes y 15 equipos.
Desde diciembre de 1964, cada uno de estos vastos diálogos había permitido la mutua revelación de preocupaciones comunes, una voluntad de hacer algo, y rápido, entre los sacerdotes bonaerenses; a la vez, se iba elaborando el orden de temas para Quilmes. Allí hubo un descubrimiento primordial: cuanto más maduro está un sacerdote, tanto más comprometido se siente en una acción colectiva.

Parados en la barranca

Los 80 hombres que llegaron a Quilmes el 28 de junio estaban dispuestos a no, dejar una sola pregunta sin contestación: había 14 en total, y todas eran arduas. Algunas ponían en tela de juicio la propia razón de ser del sacerdocio, en un esfuerzo valeroso por llevar la indagación hasta sus últimas consecuencias; otras postulaban una búsqueda del valor y la vigencia "de la pobreza, el celibato y la obediencia"; otras más, en fin, investigaban la actitud de los clérigos católicos ante las injusticias y la mentira.
El lugar de concentración fue una casa para retiros espirituales —el Hogar Sanford—, un enorme solar antiguo que se empina sobre una barranca, de cara al Río de la Plata. Durante las dos noches de fines de junio, los sacerdotes durmieron en los inmensos dormitorios del Hogar, donde caben unas quince camas por sala.
El método de trabajo consistió —como lo define el Documento— "en el ya clásico ver, juzgar y obrar". Durante la jornada inicial, los 80 sacerdotes se distribuyeron en diez mesas redondas; por la noche, los coordinadores de las mesas, un equipo moderador y tres teólogos (Lucio Gera, Miguel Mascialino y Carmelo Giaquinta) elaboraron las coincidencias básicas: al día siguiente, la Asamblea General pudo discutirlas. Fueron los mismos teólogos quienes, al fin del segundo día, expusieron las líneas de fuerza que predominaron en el Encuentro.
Durante el primer día, cuando "quisimos ser lo más objetivos posible", el clima de franqueza permitió un análisis a fondo de la relación entre los sacerdotes y la realidad. "Esa realidad —dijo uno de ellos, según revela el documento— se presenta como un mundo del trabajo y de la técnica, con todo lo que eso significa: la ida al cosmos, incorporar lo que es el cosmos a una nueva visión. Es un hecho. Incluso puede determinar un cambio de imagen del mundo humano."
El debate permitió, además, enfrentar al científico que descubre nuevos elementos en el universo con "la viejita —cristiana antigua— que dice no, es imposible que los hombres puedan ir arriba, eso es blasfemia". Fue como una segunda reivindicación de Galileo.
Otro tema básico de discusión —el sexo, la mujer— arrancó algunas notables definiciones: "Podríamos decir: en el horizonte ha aparecido la mujer. Cuestionada o no. Es un hecho que debemos valorar definitivamente. Aparece de un modo nuevo. Presenta características que no presentaba antes. La mujer se nos ha acercado."
Una suerte de estribillo se desplazó insistentemente sobre todas las conversaciones: La Iglesia tiene que estar presente, la Iglesia debe dialogar la Iglesia debe actuar.
Hasta el sábado pasado, el documento de Quilmes no había derivado en respuestas oficiales. Es probable, por lo demás, que ningún obispo bonaerense salga al cruce de las 40 carillas mimeografiadas, al menos de manera pública.
Los 80 sacerdotes explican allí que "tenían conciencia de participar en algo trascendental", que fueron al Encuentro "no a librarse de una culpa, sino a asumir una situación". Entendieron que la asumían al sentirse responsables del diálogo entre la Iglesia y el mundo, y que esa responsabilidad está basada sobre una pregunta importantísima: "¿Cómo vivir el sacerdocio para ser plenamente hombre?" En Quilmes se descubrió que la mejor manera de zanjar esa interrogación era no ya "cómo empezar a vivir", sino cómo comprender lo que ya se está viviendo". 
24 de agosto de 1965


FUENTE: REVISTA PRIMERA PLANA



VIDEOS / TESTIMONIOS

Pequeño Concilio de Quilmes (28 y 29 de Junio 1965) 

Centro de Producción Audivisual del Municipio de Quilmes

Entrevistados: Padre Domingo Bresci, Aldo Etchegoyen, Padre Pichi Meisseheier y Padre Luis Sanchez






sábado, 6 de octubre de 2012

LUJÁN: UNA PEREGRINACIÓN A LA VIDA!! TESTIMONIO DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR




http://www.peregrinacionlujan.org.ar/entrar.htm


"Este es el siglo de América, 
este es tu siglo Señor, 
los jóvenes estamos presentes, 
testigos de tu gran amor..." 


Estrofa que cantábamos mientras peregrinábamos.-



Cuando todo comenzó hace 38 años, muy pocos sabíamos que significaba peregrinar, no conocíamos el profundo sentido que tiene esa experiencia en todos los niveles, empezando por el principal, el humano. De hecho, no fue hasta "la tercera" de ellas, donde allí en la Parroquia del barrio y en plena dictadura militar, en aquel oasis de encuentro entre jóvenes, nos decidimos a ir. Reitero que se trataba de un grupo de jóvenes bastante importante en número y con una calidad diversa de posturas y compromisos, en mitad de la noche más larga y tortuosa que pudimos padecer. No es antojadizo, teníamos otro lugar, otro sitio y la Iglesia, fue sin dudas, aquel rincón de confluencia y de abrigo. Ella nos abrió sus puertas, nos dio todo su espacio, toda su disposición y todo su amor. No hubiese sido posible sin ella, sin la parroquia del barrio y aquellos curas y laicos que en una pastoral social de liberación y con mucho miedo y mucho valor, nos enseñaron que la Iglesia éramos todos. Desde ese sencilla Comunidad de “Jesús salvador”, en Lugano, fuimos creciendo en la fe; entonces fue ahí, donde sentimos necesidad de llegar hasta la Virgen con todos nuestros proyectos, con todas nuestras alegrías y todas nuestras incertidumbres.


Aquella fueron tardes, noches y madrugadas de aprendizaje. Lo primero que uno siente es que no está solo y en ese momento histórico concreto, eso es muchísimo... Después uno se sabe pueblo que camina, no que camina en términos usuales, sino como modo de vida; luego se aprende a compartir, a saber caminar, a rezar en el silencio y en grupo, a conocerse mejor como personas, a vivir el sacrificio, el cansancio con un sentido de superación; a descubrir lo importante que significa el prójimo, tanto que en él se descubre al mismo Dios...

Pocas veces en mi vida he sentido la presencia de María tan en mí como cuando apoyado en un bastón (un palo de escoba), Ella y quienes me acompañaban, me sostenían, me alentaban, me infundieron fuerzas cuando ya no daba más... Qué lejos quedaba Gral Rodriguez!! La pregunta obligada siempre era: Falta mucho para Lujan? Qué lejos quedaba Luján cuando salias hecho trizas de Rodriguez!! Inalcanzable, imposible con el sueño, las ampollas y la lluvia o el sol que te habían pasado su arado y surcado en todo el trayecto!! Veíamos los chicos que iban quedando, las lágrimas por no poder seguir, parecían muñequitos tristes sentados con los pies hinchados, llagados, en la ruta... Pero cuando los que llegábamos  mirábamos el cartel que decía: "Lujan centro urbano" y la flechita que indicaba que “ya la teníamos” a la ciudad encima, era el desborde de la fe que sobreponía todo, era la gente que nos aplaudía, nos recibía al llegar y por un instante sentíamos que éramos titanes pero la imagen de la virgencita, pequeña, a cuestas en los brazos de los peregrinos de adelante, nos bajaba los humos y nos decía que era María la que importaba... Entré varias veces a la Basílica después de cada peregrinación y cuando me disponía a agradecerle y a orar, levantaba la mirada, y entre tanta majestuosidad arquitectónica, entre el esplendor envolvente y la pompa vacua, estaba Ella, su figura morena, su estampa popular y simple; en apariencia sola e insignificante, rodeada de tanta ostentación proyectada a modo de piedad, pero única en sí misma y en el corazón de la gente.

Luján no terminaba en Luján, Luján continuaba en la vida de cada uno, en la fe como testimonio social y privado, Luján quedaba mucho más lejos todavía que lo que pensábamos, en realidad a ese “Luján” no se llega nunca, todos los días se peregrina hacia él. No sabíamos que lo teníamos dentro nuestro, pero para saberlo debíamos pasar por ese otro Luján que nos preparó para entenderlo; más que como un destino, Luján entonces, se transformó en una partida sin solución de continuidad, desde allí, era posible transitar la fe para hacer el Reino presente con auténtica devoción y perseverancia entre todos, preferentemente los pobres, desde allí podíamos vivir la fe sin medias tintas, fortalecidos en una movilización religiosa y popular que excede toda palabra.

Hay que ir...




Raul Olivares.-
Todos los derechos reservados.-









martes, 25 de septiembre de 2012

MARÍA QUIERE ESTAR ENTRE NOSOTROS!!




















El 25 de Setiembre de 1983, en la ciudad de San Nicolás se comienza a asistir a un hecho de características particulares: Una sencilla mujer llamada Gladys Quiroga de Motta, esposa y madre de dos hijas, que solamente había podido cursar el cuarto grado y sin conocimientos teológicos ni bíblicos, manifiesta ver y oír a la Santísima Virgen. Mas tarde descubre que la Virgen se le aparece como la Virgen del Rosario, cuya imagen estaba relegada al campanario por su deterioro.
La Santísima Virgen, según la vidente, le había pedido la construcción de un templo en su honor, en el lugar de las apariciones. La Virgen comienza a darle una serie de mensajes, mayormente exhortativos, juntamente con citas bíblicas, llamando a la oración, a la conversión y a la consagración.




Se reproducen los primeros mensajes que Gladis Quiroga de Motta manifiesta ver y oír de la Virgen María. Son aquellos que darían comienzo a una de las devociones más significativas y populares de nuestro país. 




PRIMEROS MENSAJES

I - DESDE EL 25 DE SEPTIEMBRE AL 12 DE NOVIEMBRE DE 1983
PM 00 AL 016


25-9-83                                                                                                       PM 00 

"Vi a la Virgen por primera vez."

29-9-83                                                                                                       PM 01 

"Volví a verla."

5-10-83                                                                                                       PM 02 

"La vi nuevamente."

7-10-83                                                                                                       PM 03 

La vi y le pregunté qué quería de mí; se borró su imagen y apareció una Capilla. Comprendí que quería estar entre nosotros. 








viernes, 21 de septiembre de 2012

¿VES A ESTA MUJER? Lucas 7,36-50





Evangelio:

En aquel tiempo un fariseo le rogó a Jesús que comiera con él, y, entrando Jesús en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora. Jesús le respondió: Simón, tengo algo que decirte. Él dijo: Di, maestro. Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más? Respondió Simón: Supongo que aquel a quien perdonó más. Él le dijo: Has juzgado bien, y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra. Y le dijo a ella: Tus pecados quedan perdonados. Los comensales empezaron a decirse para sí: ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados? Pero Él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado. Vete en paz.

Lucas 7,36-50. 



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Una mujer anónima, una mujer considerada marginal, prostituida, indeseable para la sociedad, irrumpe en la cena que Jesús ha aceptado con un fariseo, y mojando con sus lagrimas los pies del Señor, los seca con sus cabellos, los besa y los unge con perfume. ¿Ves a esta mujer? pregunta Jesús... La vemos

Desde tiempos inmemoriales ha sido excluida, dejada a un lado como una cosa insignificante, ha sido explotada bajo todas las formas posibles y conocidas... El la vio, la aceptó y la integró con su amor y su misericordia. Aquella mujer sin un nombre dado (porque ella es en este evangelio todas las mujeres), ha sido vista y  valorizada como persona antes que nada o por encima de todo. Ella ha sabido amar mucho y amando de esa manera se ha dignificado también, se ha sabido valorar a sí misma, se ha reconocido por encima del peso que su vida tenía y sabiendo que Jesús estaba en ese lugar, ha corrido a su encuentro para demostrarle lo inmensamente feliz que estaba por haber sido amada, recibida y acogida de verdad, sin prejuicios, sin especulaciones, sin vacilaciones, amada totalmente como era, así y de tal modo que también ha sentido el perdón, la reconciliación con la Vida misma. El fariseo, apegado a una fe hueca y "tan perfecto", solo ve a la mujer prostituida, a la mujer pública y cree en su "sabiduría" que solo él puede reconocerla y saber quién es únicamente por su condición social establecida... Discrimina a los dos, descree y sentencia:"Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora." Así habla su conciencia y su corazón en su "lógica" elitista de "salvación". No ve a la mujer que Jesús sí vio. La que necesitaba que la identificaran más desde su necesidad de comprensión que por su nombre, la que perfumó a Aquel que le ha llevado la alegría de su Reino (que esencialmente es El), que la ha hecho participar en el por su fe, que ha compartido con ella su Gracia que libera. Ella lo ha visto a El, se han visto los dos; El, el rabi, el Maestro y el Profeta de Nazareth que vive la palabra hasta el extremo, considerado subversivo por los poderosos. Ellala pecadora, la despreciada, "la sucia", la maldecida, "la inmunda", "la de todos", "la pública", la meretriz, esa misma mujer con todas estas cargas y estigmatizada, ha reconocido a Jesús como el Señor... Por eso y solo por eso, su fe la ha salvado.

Este Evangelio, nos está cuestionando ahora también: ¿Ves a esta mujer? 




Raúl Olivares.-
Todos los derechos reservados.-


miércoles, 5 de septiembre de 2012

NUESTRO SILENCIO: Un análisis desde la palabra de Martín Luther King





"La verdadera tragedia de los pueblos no consiste en el grito de un gobierno autoritario, sino en el silencio de la gente"

Martin Luther King




La cita de Martín Luther King es más que clara y contundente. La leí y sentí la verdad y la vergüenza que se abrían paso en mi conciencia. Desde su poderosa palabra, intento una reflexión sobre esenuestro silencio como acto íntimo y nuestro a la vez. Nuestro como sociedad, nuestro como pueblo, nuestro y de cada uno entre los tantos que callamos cuando no debimos o cuando no debemos callar,  frente a esas situaciones de la vida, en donde hace falta imperativamente que seamos protagonistas.

La tragedia, el silencio de cada uno y el de todos, en el entorno del autoritarismo, no únicamente como forma de gobierno, no solo permite su advenimiento y perdurabilidad como poder omnímodo, sino también, en gran parte y esencialmente; desde nuestro lugar en lo social, en aquel espacio que ocupamos en la extensa y compleja trama colectiva, en el sentido sistémico del término; además, lo produce. Ese silencio hace, ese silencio "construye", ese silencio es cómplice... Ese silencio resignado es parte fundamental en el armado de una autoridad desmedida, porque lo que cada individuo resigna es precisamente poder, delegándolo a otro, para que lo ejerza tan desmedidamente como él no lo puede, no lo quiere o no le conviene hacer...
Nuestro silencio es devastador cuando se trata de consentir, de subordinarse, de claudicar el derecho que nos compete como personas y como pueblo frente a la injusticia. ¡¡Qué esclavizados podemos estar, si nos doblegamos pacientemente a la fuerza de nuestra propia comodidad y no hacemos nada cuando el poderoso sistematiza la impunidad a nuestra costa!!  ¡¡Qué tan detestable podemos llegar a ser, si no tenemos ni conciencia, ni vergüenza de nuestras actitudes que nos condenan a caer en la obsecuencia típica de los lacayos, que solo se desviven por satisfacer a sus señores!!

Nuestro silencio obliga... Nos obliga, nos sustrae a una realidad lacerante de no saber quiénes somos, de no saber cuál es nuestra capacidad para levantarnos desde nuestras propias y subjetivas limitaciones, no nos deja que nos conozcamos, nos aliena. Nuestro silencio es un arma... En sí misma y como tal, se puede aseverar lo valiosa que es acorde con la aplicación que le demos. Nuestro silencio entonces, es una tragedia en condiciones concretas donde ese "grito autoritario" es más fuerte y silencia nuestro poder, el que todos llevamos por naturaleza y que en definitiva, es
 más fuerte porque "su grito se escucha, precisamente, por nuestro silencio"...
Cuando dejamos que todo pase, que todo se haga, que todo se decida, nos masificamos. En la masa no importa quienes somos, ni como somos, "el hombre" masificado no es hombre, es silencio útil para otros. 
¿Qué habría sido de nuestras vidas, si no hubiésemos guardado silencio, cuando la dictadura cívico-militar y genocida, ejecutó el golpe del 24 de marzo del '76? No se podría haber sostenido, o le hubiera sido muy difícil hacerlo, sin el indispensable apoyo de amplios sectores de la sociedad, que en silencio, dejaron paso al terrorismo de Estado. Ese silencio nuestro, fue más activo, más fuerte que las manos de los asesinos, ese silencio nuestro, levantó sus brazos para que reprima, detenga, torture y haga desaparecer a tantísimas victimas... ¡¡Qué distinto sería todo sin ese silencio nuestro, que nace del miedo y que es más poderoso y efectivo, cuando ese miedo se hace todo silencio como postura, como actitud de supervivencia!!

Hay hitos en la vida que deben afrontarse con toda la dignidad, con todo el coraje, con toda la fe que podamos tener...Recuerdo a  muchos que dieron testimonio en horas inciertas donde uno no valía nada, donde la existencia era un plus para verdugos que tenían el "privilegio" de impartir sentencia y condena sumarísima. Los recuerdo a todos, tan humanos y tan íntegros hasta la ultima hora y se que están mi corazón y en mi mente para doblegarme frente a mis propias miserias cuando ya no sé que hacer y mi silencio aparece como lo más conveniente...





Raúl Olivares.-
Todos los derechos reservados.-