"Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?".
|
Libertad a María Ovando.
(AW)) La Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría aportará el tercer amicus curiae al expediente judicial que ya recorre el país y está siendo analizado por expertos juristas, defensores de derechos humanos y referentes en la lucha contra las violencias de género. Al igual que los anteriores denuncia la situación de extrema pobreza la omisión del Estado, y la criminalización de la pobreza. Además advierte que "la elevación a juicio constituye una vulneración al derecho a un juicio imparcial y justo, pues el proceso se encuentra impregnado de estereotipos sexistas que el Estado se comprometió a erradicar".
Con fuertes críticas a la investigación penal sesgada por el accionar discriminatorio y estereotipado de parte de los operadores de justicia, entre los que destaca particularmente al Fiscal de la causa, la Comisión sobre temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación se pronunció a favor de María Ovando, reclamando al igual que las anteriores presentaciones, su absolución. "En primer término, queremos manifestar nuestra adhesión a los argumentos que ha brindado la Asociación Pensamiento Penal en su presentación como amicus curiae", comienza planteando el escrito firmado por Cecilia MAGE y Héctor COPELLO titulares de la Comisión. Aporta además "precisiones acerca de la situación social de María Ramona Ovando y su familia", "el rol del Estado frente a la situación de extrema pobreza en la que vivía María Ramona y su familia, y, los sesgos de género en los que ha incurrido, en nuestra opinión, la investigación penal seguida contra la Sra. Ovando". Describe la situación de extrema pobreza en la que vivían María y todos sus hijos, en una zona con indicadores sociales que dan cuenta del riesgo en que se encuentran miles de familias y particularmente niños.
"El contexto de vida de María, su historia de vida y su actualidad son muestra fehaciente y concluyente del estado de vulnerabilidad que ha atravesado sus experiencias y las de su propia familia", pero advierte que la situación de María no es un hecho aislado. Se da en un "contexto provincial signado por la pobreza. En Misiones existe uno de los mayores índices de pobreza e indigencia nacional. En la región noreste de nuestro país, según datos actualizados del INDEC, en el año 2011 se determina que más del 12% de las personas son pobres y el 1% de las personas son indigentes, la mortalidad infantil azota con dureza a los niños/as menores de 5 años: en Misiones para el año 2007 el índice era de 14,6% por mil nacimiento de niños vivos, esto significa que cada 1000 niños nacidos con vida, mueren al nacer 146; en 2011 esa pauta ha disminuido al 12%. En el departamento de Eldorado, donde vivía María, este mismo índice se incrementaba al 17%. La población infantil sufre desnutrición, teniendo los niveles de incidencia más graves y preocupantes de todo el país".
En la presentación se remarca que el Estado tuvo claro conocimiento de esta situación de vulnerabilidad, a través del médico Julio César Benítez, hoy director del Hospital de Colonia Delicia y de las promotoras de salud y otros funcionarios. "Sin embargo, el Estado, a través de sus agentes y funcionarios, ha permanecido indiferente de cara a la miseria constatada en que trataban de sobrevivir María Ramona y su familia. En este sentido, el Estado ha omitido protegerlos y de ese modo ha incumplido sus obligaciones básicas como garante de los derechos humanos de esta familia".
La preocupación por los hijos de María La Defensoría General de la Nación en la presentación hace un llamado de atención sobre la situación actual de los hijos de María, la precariedad de la asistencia, aún sin poder percibir la asignación universal por hijo, la falta de documentos, y la separación de los hermanitos. Menciona la entrega de los niños a la presunta abuela paterna, "decimos presunta porque no estaría comprobado el vínculo paterno-filial entre los menores de edad y su presunto padre, Demetrio Godoy, ya fallecido, lo cual obstaría a la definición de la relación de parentesco entre quien detenta la guarda y los menores de edad".
"Asimismo, ponemos de resalto que hace más de un año que los niños y niñas viven separados, no surgiendo de autos la existencia de posibilidades de reunificación de la familia ni de contactos entre los hermanos/as. Desde que María Ramona está detenida en prisión preventiva sus hijos/as tampoco ha podido tomar contacto con su madre a través de visitas en el penal. En medio de este panorama, ha fallecido el padre de las niñas más pequeñas".
Criminalizada por pobre y por mujer Otro de los tramos destacados del aporte de la Defensoría General de la Nación apunta a la intención manifiesta del Estado de desligarse de sus responsabilidades culpabilizando exclusivamente a María por la muerte de Carolina, a quién registra por primera vez como persona en el momento de la muerte. El primer documento que otorgan a la niña es la partida de defunción.
"La indiferencia que el Estado ha asumido respecto de María Ramona y su familia cesó cuando se produjo la lamentable muerte de Carolina. Sólo a partir del doloroso y trágico evento, el Estado salió de su pasividad y comenzó a actuar: ya sea para reconocer la existencia legal de un ser humano brindándole un documento de identidad a la niña ya muerta (su partida de defunción), ya sea con su brazo más fuerte y simbólico, su sistema persecutorio penal, en contra de la Sra. Ovando".
Y agrega que "el Estado, que ha incumplido sus deberes primarios de garantía de los derechos básicos como son la salud, la vida y la integridad de la niña Carolina, pretende ahora hacerse presente para sancionar con el derecho penal a María Ramona, su madre, una mujer sumida en la más profunda pobreza y con mínimos recursos para poder cambiar el destino de su familia".
Estereotipos, desidia y negligencia en la investigación
En esta presentación se realiza además un detallado análisis del modo en que se direccionó la investigación y se apunta en particular al sesgo estereotipado, sexista y discriminatorio con el que se condujo la fiscalía a la hora de imputarle el delito de "abandono de persona agravado por el vinculo" a María Ovando y excluyendo de la investigación a cualquier otra persona que pudo haber tenido incidencia en el desenlace final de Carolina. Los fiscales optaron por no investigar las reales causas de la muerte, ni siquiera un posible abuso sexual como se sugiere en algunos de los testimonios.
Remarca especialmente la animosidad del Fiscal al señalar a María como culpable que no tuvo reparos en tergiversar algunos testimonios. "En el caso particular, la presencia de estereotipos de género es tan grande, que lleva al Sr. Fiscal a mencionar, entre otros hechos supuestamente demostrativos del estado de abandono en que se encontraba Carolina Ayala por parte de su madre, que "en ocasiones la víctima junto a sus hermanos menores además de ser hallados solos en la vivienda, fueron encontrados con dinero en sus manos a fin de realizar la jugada de quiniela que le encomendaba su madre MARIA RAMONA OVANDO". Esta manifestación es llamativa, ya que las declaraciones incorporadas a la causa señalan que era el concubino de la Sra. Ovando, el Sr. Demetrio Godoy Ramírez, y no la imputada quien encomendaba a los niños la jugada de la quiniela (cfr. fs. 78)", dice la Defensoría General de la Nación.
Advierte también que "sostener el pedido de elevación a juicio en tales testimonios (como hizo el fiscal sin ningún tipo de valoración o salvedad sobre estos aspectos) constituye una vulneración al derecho a un juicio imparcial y justo, pues el proceso se encuentra impregnado de estereotipos sexistas que el Estado se comprometió a erradicar. Este tipo de actuaciones vulnera el principio de igualdad y no discriminación, que obliga a los operadores judiciales, y en particular a los jueces, a adoptar sus decisiones de manera imparcial, aplicando la ley libre de preconceptos basados en prejuicios sobre el sexo, lo sexual o nociones estereotipadas sobre los roles sexuales".
Finaliza este apartado advirtiendo "debe dejarse en claro entonces que, de condenarse a la Sra. María Ramona Ovando, dado el caudal probatorio actual, y dada la impronta que ha seguido la investigación, en donde se encuentran presentes prejuicios y estereotipos de los operadores judiciales, el Estado argentino podría ser denunciado ante los organismos internacionales por vulnerar diversos derechos de la imputada. Entre ellos, el Estado argentino podría ser denunciado por la violación al derecho a un juicio justo e imparcial, por vulnerar el deber de debida diligencia en las investigaciones, y por la discriminación de las autoridades estatales. Todo ello sin contar que, según los estándares internacionales de derechos humanos, la presencia de estereotipos y prejuicios en el accionar judicial constituye una forma de violencia contra la mujer, lo que implica una grave violación a los derechos humanos".
Alicia Rivas Zelaya
Contactos.
Defensa de María Ovando
Dr. Eduardo Paredes 0376 154341270
Dra, Roxana Rivas 0376 154279044 |
Una mirada comprometida con la Fe desde la realidad / Artículos, notas, entrevistas, documentos...
lunes, 19 de noviembre de 2012
LIBERTAD A MARÍA OVANDO (AGENCIA WALSH)
viernes, 2 de noviembre de 2012
LA OVEJA PERDIDA Y ENCONTRADA: JESÚS VIENE A LIBERAR NO A CONDENAR / Lc. 15,1-10
"...Pues el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido."
Lucas 19, 1-10.-
Evangelio de Lucas 15, 1-10
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
"Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría,
y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido".
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse".
http://www.vicariadepastoral.org.mx/sagrada_escritura/biblia/nuevo_testamento/
http://www.vicariadepastoral.org.mx/sagrada_escritura/biblia/nuevo_testamento/
jueves, 11 de octubre de 2012
RUBEN DRI: "EL CONCILIO VATICANO II CAMBIÓ OBEDIENCIA POR DIALOGO" / ENTREVISTA
Homenaje a 50 años del Concilio Vaticano II
Dri: “El Concilio Vaticano II cambió obediencia por diálogo”
Cecilia Aldini
El Concilio Vaticano II, del que el jueves se cumplen 50 años, fue "la oportunidad histórica que la iglesia católica tuvo para cuestionar su propio poder, cambiar obediencia por diálogo, y poner al pueblo en el centro de la relación con Dios", reivindicó el teólogo y filósofo.
En diálogo con Télam, Rubén Dri, que se ordenó sacerdote durante el papado de Juan XXIII e integró el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo durante su trabajo pastoral como cura en Resistencia, Chaco, aseguró que "el Concilio nos hizo sentir que estábamos vivos, nos dio la posibilidad de dejar de estar apartados dando un mensaje prácticamente de muerte".
Para Dri, que dejó la función sacerdotal en 1976, "la iglesia, que hasta antes del Concilio Vaticano II se había comportado como una fortaleza, empezó a plantear una nueva relación entre Dios y su pueblo, lo que significó abrir las compuertas y cuestionar el propio poder eclesial", sostuvo al intentar definir con precisión el alcance del sínodo de obispos que se reunió en Roma, entre 1962 y 1965.
A partir de ese momento, explicó Dri, "la iglesia, que se definía ya no como una institución integrada solo por obispos y sacerdotes sino por el pueblo de Dios, inició un proceso de democratización interna, y buscó dar respuestas al mundo desde una concepción teológica diferente".
"La iglesia nueva que se empezaba a vislumbrar iba a romper con la concepción individualista que le daba al obispo todo el poder para manejar su diócesis, sin un proyecto común, sin una pastoral", recordó.
Para Dri, "en América Latina, donde se venían gestando movimientos de liberación contra el poder de las oligarquías, el Concilio abrió la posibilidad de avanzar hacia la construcción de una iglesia viva, comprometida con el mundo".
Más tarde, la encíclica "Popularum Progressio" (1967) y la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) de Medellín, Colombia, (1968) se convertirán en los documentos más revolucionarios que producen el Papado (Paulo VI) en el primer caso, y los obispos en el segundo.
Los documentos hablan de la Justicia y la Paz, cuestionan el imperialismo y los poderes económicos de la región.
"Medellín fue un especie de milagro. Hubo algunos obispos que no estaban de acuerdo, pero la tendencia era acompañar a los movimientos de liberación en sus luchas", sostuvo el escritor de "La Hegemonía de los Cruzados" (2011) y el" Movimiento Antiimperial de Jesús" (2004).
Muchos de esos curas fueron sancionados, suspendidos, excomulgados, perseguidos y más tarde engrosaron las listas de asesinados y desaparecidos.
"El Concilio había hecho una lectura de los Evangelios, y de los escritos del Nuevo Testamento, que rescataba las primeras comunidades de cristianos, y el proyecto liberador de Jesús".
En esas comunidades, dijo Dri, "no había jerarquía, no había sacerdocio, sí había roles (maestros, doctores). Los primeros grupos cristianos se reunían en asambleas. De hecho, el significado de "iglesia" del griego (eclesía) es "asamblea" y el concepto de Jesús de "poder" es "servicio" (diaconía), no "jerarquía" (arquía)".
El movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo, que tuvo su expresión máxima en 1968 en Medellín, desarrolló un compromiso con el pueblo que chocaba con los compromisos de las jerarquías de la iglesia argentina con los poderes económicos, políticos, e incluso militares, que recrudeció en la dictadura (1976-1983).
"Para Benedicto XVI, el actual Papa, el Concilio provocó el debilitamiento del poder de la iglesia católica, lo que desde su mirada es correcto: la iglesia perdió poder al abrirse como estructura" aclaró Dri, y añadió que "al hacerlo, el poder bajó a las bases".
Lo que se propuso este Papa, y antes Juan Pablo II -dijo Dri- "fue terminar con todo lo que había gestado el Concilio Vaticano II a través de la destrucción de los centros de formación de la Teología de la Liberación".
"No pueden decir que creen que el Concilio `se equivocó` pero lo piensan", afirmó Dri, quien destacó: "Para nosotros, la iglesia es la asamblea. Ahí donde nos reunimos, ahí es donde luchamos, ahí es donde resolvemos nuestros conflictos".
FUENTE: TELAM
Rubén Dri es un filósofo nacido en argentina, profesor e investigador en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y teólogo. Perteneció al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
50 AÑOS CONCILIO VATICANO II : 1° ENCUENTRO MOVIMIENTO HELDER CAMARA / MUNICIPIO QUILMES
Homenaje a 50 años del Concilio Vaticano II
1° ENCUENTRO MOVIMIENTO HELDER CAMARA / MUNICIPIO QUILMES
"Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista."
Obispo Helder Camara
http://shelf3d.com/0KPY8tt0kJg
CONCILIO VATICANO II: DE LA IGLESIA DEL PODER A LA IGLESIA DEL PUEBLO DE DIOS
Homenaje a 50 años del Concilio Vaticano II
DIOS ABRE A TODOS LA PUERTA DE LA FE
"Cuando llegaron y reunieron a la iglesia, informaron de todas las cosas que Dios había hecho con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe."
Hechos 14,27.-
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn
Papa Juan XXIII |
Autor: ForumLibertas.com | Fuente: ForumLibertas.com
50 años después del Concilio Vaticano II
Recordamos la santa locura del que decían ser un Papa de transición. Juan XXIII consumó un paso de increíble trascendencia para la Iglesia y el mundo
El día 25 de enero del año 1959 el Papa Juan XXIII solo llevaba tres meses ocupando la Silla de Pedro. Por sorpresa, al finalizar las oraciones del Octavario por la unidad de los cristianos, en el día de la conversión del apóstol san Pablo, el Papa comunicaba a los allí presentes la convocatoria de un concilio ecuménico para toda la Iglesia católica. Muchos temblaron ante este anuncio improvisado. Las palabras del anciano Roncalli fueron claras: para restaurar algunas formas antiguas de afirmación doctrinal y de prudente ordenamiento de la disciplina eclesiástica que en otro tiempo dieron frutos de extraordinaria eficacia.
Aquel día de enero de 1959, el Pontífice Juan XXIII (1881-1963) acababa de consumar un paso de increíble trascendencia para la Iglesia y el mundo. El Concilio Vaticano II había sido arrojado a la tierra de la cosecha, como una pequeña semilla por el sembrador evangélico, destinada a convertirse en grandioso árbol de frutos permanentes.
Casi tres años después de este hecho, en el día de Navidad de 1961, la Bula Papal Humanae salutis, anunciaba solemnemente lo que hasta entonces no había tomado cuerpo legal. Se ponía así en marcha un nuevo Concilio cuando oficialmente no se había aún clausurado el Concilio Vaticano I. Recordamos y celebramos la santa locura del que decían ser un Papa de transición.
La bula Humanae Salutis
Poner en marcha un Concilio Ecuménico no es nada fácil. Juan XXIII no lo tenía tampoco demasiado fácil. Eran muchas las resistencias de la Curia Romana y de sectores conservadores de la Iglesia. Posiblemente, el Papa debió sufrir muchas presiones para que olvidara tal descabellado proyecto. Pero siguió adelante.
Convocar un Concilio exige proclamar un documento oficial de la Iglesia, una Constitución Apostólica. Nos ha parecido de interés dar a conocer a los lectores de Tendencias21 de las religiones este texto –misteriosamente silenciado- que ofrece pistas sobre las intenciones de Juan XXIII y abre caminos de esperanza para los creyentes del futuro.
El título de este documento es ya, de entrada, muy solemne: ‘Constitución apostólica humanae salutis de Nuestro Santísimo Señor Juan por la Divina Providencia Papa XXIII por la que se convoca el Concilio Vaticano II.
El texto de la Bula muestra los párrafos numerados correlativamente hasta el número 24. En él se expresan los motivos de esta convocatoria, los objetivos del Concilio y algunos de los medios para llevarlos a cabo.
El Papa inicia el texto de la Bula con un reconocimiento de que Dios es el Señor de la historia:
“1. El Reparador de la salvación humana, Jesucristo, quien, antes de subir a los cielos, ordenó a sus Apóstoles predicar el Evangelio a todas las gentes, les hizo también, como apoyo y garantía de su misión, la consoladora promesa: «Mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos» (Mt 28,20).
2. Esta gozosa presencia de Cristo, viva y operante en todo tiempo en la Iglesia santa, se ha advertido sobre todo en los períodos más agitados de la humanidad. En tales épocas, la Esposa de Cristo se ha mostrado en todo su esplendor coma maestra de verdad y administradora de salvación y ha hecho ver a todos el poder extraordinario de la caridad, de la oración, del sacrificio y del dolor soportados por la gracia de Dios; todos los cuales son medios sobrenaturales y totalmente invencibles y son los mismos que empleó su divino Fundador, quien, en la hora solemne de su vida, declaró: «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33)”.
La grave crisis de la humanidad
En castellano, la palabra “humanidad” (la humanitas) tiene diversos sentidos. Puede referirse al conjunto de los seres humanos, pero también a la cualidad esencial de los seres humanos: los valores de solidaridad, paz, respeto a los derechos… Al Papa le preocupan todos los elementos que des-humanizan a nuestro mundo y que impiden que el proyecto humanizador de Dios siga adelante:
“3. La Iglesia asiste en nuestros días a una grave crisis de la humanidad, que traerá consigo profundas mutaciones. Un orden nuevo se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones inmensas, como en las épocas mas trágicas de la historia. Porque lo que se exige hoy de la Iglesia es que infunda en las venas de la humanidad actual la virtud perenne, vital y divina del Evangelio. La humanidad alardea de sus recientes conquistas en el campo científico y técnico, pero sufre también las consecuencias de un orden temporal que algunos han querido organizar prescindiendo de Dios. Por esto, el progreso espiritual del hombre contemporáneo no ha seguido los pasos del progreso material. De aquí surgen la indiferencia por los bienes inmortales, el afán desordenado por los placeres de la tierra, que el progreso técnico pone con tanta facilidad al alcance de todos, y, por último, un hecho completamente nuevo y desconcertante, cual es la existencia de un ateísmo militante, que ha invadido ya a muchos pueblos.
4. Todos estos motivos de dolorosa ansiedad que se proponen para suscitar la reflexión tienden a probar cuán necesaria es la vigilancia y a suscitar el sentido de la responsabilidad personal de cada uno. La visión de estos males impresiona sobremanera a algunos espíritus que sólo ven tinieblas a su alrededor, como si este mundo estuviera totalmente envuelto por ellas. Nos, sin embargo, preferimos poner toda nuestra firme confianza en el divino Salvador de la humanidad, quien no ha abandonado a los hombres por Él redimidos. Mas aún, siguiendo la recomendación de Jesús cuando nos exhorta a distinguir claramente los signos... de los tiempos (Mt 16,3), Nos creemos vislumbrar, en medio de tantas tinieblas, no pocos indicios que nos hacen concebir esperanzas de tiempos mejores para la Iglesia y la humanidad. Porque las sangrientas guerras que sin interrupción se han ido sucediendo en nuestro tiempo, las lamentables ruinas espirituales causadas en todo el mundo por muchas ideologías y las amargas experiencias que durante tanto tiempo han sufrido los hombres, todo ello está sirviendo de grave advertencia. El mismo progreso técnico, que ha dado al hombre la posibilidad de crear instrumentos terribles para preparar su propia destrucción, ha suscitado no pocos interrogantes angustiosos, lo cual hace que los hombres se sientan actualmente preocupados para reconocer más fácilmente sus propias limitaciones, para desear la paz, para comprender mejor la importancia de los valores del espíritu y para acelerar, finalmente, la trayectoria de la vida social, que la humanidad con paso incierto parece haber ya iniciado, y que mueve cada vez más a los individuos, a los diferentes grupos ciudadanos y a las mismas naciones a colaborar amistosamente y a completarse y perfeccionarse con las ayudas mutuas. Todo esto hace más fácil y más expedito el apostolado de la Iglesia, pues muchos que hasta ahora no advirtieron la excelencia de su misión, hoy, enseñados mas cumplidamente por la experiencia, se sienten dispuestos a aceptar con prontitud las advertencias de la Iglesia.
5. Por lo que a la Iglesia se refiere, ésta no ha permanecido en modo alguno como espectadora pasiva ante la evolución de los pueblos, el progreso técnico y científico y las revoluciones sociales; por el contrario, los ha seguido con suma atención. Se ha opuesto con decisión contra las ideologías materialistas o las ideologías que niegan los fundamentos de la fe católica. Y ha sabido, finalmente, extraer de su seno y desarrollar en todos los campos del dinamismo humano energías inmensas para el apostolado, la oración y la acción, por parte, en primer lugar, del clero, situado cada vez más a la altura de su misión por su ciencia y su virtud, y por parte, en segundo lugar, del laicado, cada vez más consciente de sus responsabilidades dentro de la Iglesia, y sobre todo de su deber de ayudar a la Jerarquía eclesiástica. Añádense a ellos los inmensos sufrimientos que hoy padecen dolorosamente muchas cristiandades, por virtud de los cuales una admirable multitud de Pastores, sacerdotes y laicos sellan la constancia en su propia fe, sufriendo persecuciones de todo género y dando tales ejemplos de fortaleza cristiana, que con razón pueden compararse a los que recogen los períodos más gloriosos de la Iglesia. Por esto, mientras la humanidad aparece profundamente cambiada, también la Iglesia católica se ofrece a nuestros ojos grandemente transformada y perfeccionada, es decir, fortalecida en su unidad social, vigorizada en la bondad de su doctrina, purificada en su interior, por todo lo cual se halla pronta para combatir todos los sagrados combates de la fe.
6. Ante este doble espectáculo, la humanidad, sometida a un estado de grave indigencia espiritual, y la Iglesia de Cristo, pletórica de vitalidad, ya desde el comienzo de nuestro pontificado —al que subimos, a pesar de nuestra indignidad, por designio de la divina Providencia— juzgamos que formaba parte de nuestro deber apostólico el llamar la atención de todos nuestros hijos para que, con su colaboración a la Iglesia, se capacite ésta cada vez más para solucionar los problemas del hombre contemporáneo. Por ello, acogiendo como venida de lo alto una voz intima de nuestro espíritu, hemos juzgado que los tiempos estaban ya maduros para ofrecer a la Iglesia católica y al mundo el nuevo don de un Concilio ecuménico, el cual continúe la serie de los veinte grandes Sínodos, que tanto sirvieron, a lo largo de los siglos, para incrementar en el espíritu de los fieles la gracia de Dios y el progreso del cristianismo. El eco gozoso que en todos los católicos suscitó el anuncio de este acontecimiento, las oraciones elevadas a Dios con este motivo sin interrupción por toda la Iglesia, y el fervor realmente alentador en los trabajos preparatorios, así como el vivo interés o, al menos, la atención respetuosa hacia el Concilio por parte de los no católicos y hasta de los no cristianos, han demostrado de la manera más elocuente que a nadie se le oculta la importancia histórica de este hecho”.
Un Concilio para dar vida a la humanidad
Juan XXIII, al convocar el Concilio, desea que toda la Iglesia se convierta en constructora de la paz junto con todos aquellos hombres y mujeres que luchan por la justicia y la reconciliación:
"7. Así, pues, el próximo Sínodo ecuménico se reúne felizmente en un momento en que la Iglesia anhela fortalecer su fe y mirarse una vez más en el espectáculo maravilloso de su unidad; siente también con creciente urgencia el deber de dar mayor eficacia a su sana vitalidad y de promover la santificación de sus miembros, así como el de aumentar la difusión de la verdad revelada y la consolidación de sus instituciones. Será ésta una demostración de la Iglesia, siempre viva y siempre joven, que percibe el ritmo del tiempo, que en cada siglo se adorna de nuevo esplendor, irradia nuevas luces, logra nuevas conquistas, aun permaneciendo siempre idéntica a sí misma, fiel a la imagen divina que le imprimiera en su rostro el divino Esposo, que la ama y protege, Cristo Jesús.
8. En un tiempo, además, de generosos y crecientes esfuerzos que en no pocas partes se hacen con el fin de rehacer aquella unidad visible de todos los cristianos que responda a los deseos del Redentor divino, es muy natural que el próximo Concilio aclare los principios doctrinales y dé los ejemplos de mutua caridad, que harán aún más vivo en los hermanos separados el deseo del presagiado retorno a la unidad y le allanarán el camino.
9. Finalmente, el próximo Concilio ecuménico está llamado a ofrecer al mundo, extraviado, confuso y angustiado bajo la amenaza de nuevos conflictos espantosos, la posibilidad, para todos los hombres de buena voluntad, de fomentar pensamientos y propósitos de paz; de una paz que puede y debe venir sobre todo de las realidades espirituales y sobrenaturales, de la inteligencia y de la conciencia humana, iluminadas y guiada por Dios, Creador y Redentor de la humanidad.
10. Pero estos frutos, que Nos ardientemente esperamos del Concilio ecuménico y sobre los que gustamos detenernos tan a menudo, exigen para preparar tan importante acontecimiento un vasto programa de trabajo. Propónense por ello cuestiones doctrinales y cuestiones prácticas, y se proponen para que las enseñanzas y los preceptos cristianos se apliquen perfectamente en la compleja vida diaria y sirvan para la edificación del Cuerpo místico de Cristo y cumplimiento de su misión sobrenatural. Todo esto se refiere a la divina Escritura, la sagrada Tradición, los sacramentos y la oración de la Iglesia, la disciplina de las costumbres, la acción caritativa y asistencial, el apostolado seglar y la acción misionera.
11. Pero este orden sobrenatural debe tener máxima eficacia sobre el orden temporal, que, por desgracia termina tantas veces por ser el único que ocupa y preocupa al hombre. Porque en este campo también ha demostrado ser la Iglesia Mater et magistra, según la expresión de nuestro glorioso antecesor Inocencio III, pronunciada con ocasión del Concilio ecuménico Lateranense IV. Aunque la Iglesia no tiene una finalidad primordialmente terrena, no puede, sin embargo, desinteresarse en su camino de los problemas relativos a las cosas temporales ni de las dificultades que de éstas surgen. Ella sabe cuánto ayudan y defienden al bien del alma aquellos medios que contribuyen a hacer más humana la vida de los hombres, cuya salvación eterna hay que procurar. Sabe que, iluminando a los hombres con la luz de Cristo, hace que los hombres se conozcan mejor a sí mismos. Porque les lleva a comprender su propio ser, su propia gran dignidad y el fin que deben buscar. De aquí la presencia viva de la Iglesia, de hecho o de derecho, en los actuales organismos internacionales y la elaboración de una doctrina social sobre la familia, la escuela, el trabajo, la sociedad civil y, finalmente, sobre todos los problemas de este campo, que ha elevado a tal prestigio el Magisterio de la Iglesia, que su grave voz goza hoy de gran autoridad entre los hombres sensatos, como intérprete y baluarte del orden moral y como defensora de los deberes y derechos de todos los seres humanos y de todas las comunidades políticas.
12. Por lo cual, como vivamente esperamos, el influjo benéfico de las deliberaciones conciliares llegará a iluminar con la luz cristiana y penetrar de fervorosa energía espiritual no sólo lo íntimo de las almas, sino también el conjunto de las actividades humanas”.
Las razones para la convocatoria solemne de un Concilio Ecuménico
Tras este deseo (cuya formulación, según algunos expertos ) tiene ecos de la filosofía de Pierre Teilhard de Chardin, el Papa declara convocado el Concilio:
"13. El primer anuncio del Concilio, hecho por Nos el 25 de enero de 1959, fue como la menuda semilla que echamos en tierra con ánimo y mano trémula. Sostenidos por la ayuda del cielo, nos dispusimos seguidamente al complejo y delicado trabajo de preparación. Tres años han pasado ya, en los que, día a día, hemos visto desarrollarse la menuda semilla y convertirse, con la bendición de Dios, en gran árbol. Al volver la vista al largo y fatigoso camino recorrido, se eleva de nuestra alma un himno de acción de gracias al Señor por la largueza de sus ayudas, gracias a las cuales todo se ha desarrollado de forma conveniente y con armonía de espíritu.
14. Antes de determinar los temas de estudio para el futuro Concilio, quisimos oír primeramente el sabio y luminoso parecer del Colegio cardenalicio, del Episcopado de todo el mundo, de los sagrados dicasterios de la Curia romana, de los superiores generales de las órdenes religiosas, de las universidades católicas y de las facultades eclesiásticas. En el curso de un año fue llevado a cabo este ingente trabajo de consulta, de cuyo examen resultaron claros los puntos que deberán ser objeto de un profundo estudio.
15. Para preparar el Concilio creamos entonces diversos organismos, a los que confiamos la ardua tarea de elaborar los esquemas doctrinales y disciplinares, de entre los que escogeremos los que habrán de ser sometidos a las congregaciones conciliares.
16. Tenemos, finalmente, la alegría de comunicar que este intenso trabajo de estudio, al que han prestado preciosa contribución Cardenales, Obispos, Prelados, teólogos, canonistas y expertos de todo el mundo, está tocando a su fin.
17. Así, pues, confiando en la ayuda del Redentor divino, principio y fin de todas las cosas; de su augusta Madre, la Santísima Virgen María, y de San José, a quien desde el comienzo confiamos tan gran acontecimiento, nos parece llegado el momento de convocar el Concilio ecuménico Vaticano II.
18. Por lo cual, después de oír el parecer de nuestros hermanos los Cardenales de la S. I. R., con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y nuestra, publicamos, anunciamos y convocamos, para el próximo año 1962, el sagrado Concilio ecuménico y universal Vaticano II, el cual se celebrará en la Patriarcal Basílica Vaticana, en días que se fijarán según la oportunidad que la divina Providencia se dignara depararnos”.
El Concilio quiere ser abierto (ecuménico y universal)
Las palabras de Juan XXIII en la Bula son explícitas:
"19. Queremos entretanto y ordenamos que a este Concilio ecu ménico por Nos convocado acudan, de dondequiera, todos nuestros queridos hijos los Cardenales, los venerables hermanos Patriarcas, Primados, Arzobispos Obispos, ya residenciales, ya sólo titulares, y además todos los que tienen derecho y deber de asistir al Concilio ecuménico.
20. Por último, rogamos a cada uno de los fieles y a todo el pueblo cristiano que, concentrando sus afanes en el Concilio, pidan a Dios que favorezca benignamente tan magno y ya inminente acontecimiento y con la fortaleza de su gracia permita celebrarlo con la debida dignidad. Que esta oración común sea inspirada por una fe viva y perseverante; que se vea acompañada de la penitencia voluntaria, que la hace más acepta a Dios y acrece su eficacia; que esté igualmente avalorada por el esfuerzo generoso de vida cristiana, que sea como prenda anticipada de la resuelta disposición de cada uno de los fieles a aceptar las enseñanzas y directrices prácticas que emanarán del Concilio.
21. Nuestro llamamiento se dirige al venerable clero, así secular como regular, esparcido por todo el mundo, y a todas las categorías de fieles; pero encomendamos el éxito del Concilia, de modo especial, a las oraciones de los niños, pues sabemos bien cuán poderosa es delante de Dios la voz de la inocencia, y a los enfermos y dolientes, para que sus dolores y su vida de inmolación, en virtud de la cruz de Cristo, se transformen en oración, en redención y en manantial de vida para la Iglesia.
22. A este coro de oraciones invitamos, finalmente, a todos los cristianos de las Iglesias separadas de Roma, a fin de que también para ellos sea provechoso el Concilio. Nos sabemos que muchos de estos hijos están ansiosos de un retorno a la unidad y a la paz, según la enseñanza de Jesús y su oración al Padre. Y sabemos que el anuncio del Concilio no sólo ha sida acogido por ellos con alegría, sino también que no pocos han ofrecido sus oraciones por el buen éxito de aquél y esperan mandar representantes de sus comunidades para seguir de cerca sus trabajos. Todo ello constituye para Nos motivo de gran consuelo y esperanza, y justamente para facilitar estos contactos creamos de tiempo atrás un secretariado con este fin concreto.
23. Repítase así ahora en la familia cristiana el espectáculo de los Apóstoles reunidos en Jerusalén después de la ascensión de Jesús al cielo, cuando la Iglesia naciente se encontró unida toda en comunión de pensamiento y oración con Pedro y en derredor de Pedro, Pastor de los corderos y de las ovejas. Y dígnese el Espíritu divino escuchar de la manera más consoladora la oración que todos los días sube a Él desde todos los rincones de la tierra: «Renueva en nuestro tiempo los prodigios como de un nuevo Pentecostés, y concede que la Iglesia santa, reunida en unánime y más intensa oración en torno a María, Madre de Jesús, y guiada por Pedro, propague el reino del Salvador divino, que es reino de verdad, de justicia, de amor y de paz. Así sea» (cf. ASS 51 (1959) 382)”.
Exhortación final
"24. Queremos, pues, que esta Constitución sea eficaz ahora y para siempre, de tal manera que sus decretos se observen escrupulosamente por aquellos a quienes afectan, y así obtengan su resultado. Ningún mandato en contrario, de cualquier clase que sea, podrá impedir la eficacia de esta Constitución, ya que los derogamos todos mediante la misma Constitución. Por lo tanto, si alguien, cualquiera que sea su autoridad, a sabiendas o sin darse cuenta, actuare en contra de lo por Nos establecido, mandamos que se considere como nulo y de ningún valor. Además, a nadie le será licito ni romper ni falsificar estos documentos de nuestra voluntad; y se ha de dar también completamente el mismo crédito que se daría a este documento si se dejara ver, a sus copias y pasajes, sean impresos o manuscritos, que antepongan el sello de alguien constituido en dignidad eclesiástica y lleven también la firma de algún notario público. Si alguno menospreciare o de cualquier modo criticare estos nuestros decretos en general, sepa que incurrirá en las penas establecidas en el derecho contra los que no cumplen los mandatos de los Sumos Pontífices.
Dado en Roma, junto a San Pedro, en el día de la Natividad del Señor, 25 de diciembre de 1961, cuarto de nuestro pontificado.
Yo, JUAN, Obispo de la Iglesia católica”.
¿QUÉ ES UN CONCILIO ECUMÉNICO?
Homenaje a 50 años del Concilio Vaticano II
Autor: n/a | Fuente: www.mercaba.org
¿Qué es un Concilio Ecuménico?
Los Concilios Ecuménicos habidos hasta el presente ascienden a veintiuno.
Cuando el Papa quiere tomar una decisión que abarca a toda la cristiandad - proclamar un dogma, modificar la organización de la Iglesia o condenar una herejía, puede convocar un Concilio.
Los obispos del mundo entero son llamados a Roma (o a la ciudad que el Pontífice haya escogido). Su presencia es obligatoria, salvo en caso de fuerza mayor. Los superiores de órdenes religiosas, los abades generales, los prelados nullius ( es decir, que no tienen jurisdicción en una diócesis propiamente dicha) y los cardenales son admitidos a participar en el Concilio o Sínodo ecuménico. Tienen voz deliberativa.
Otras personalidades son admitidas a participar en los trabajos del Concilio, y tienen voz consultiva. Son los representantes de obispos ausentes, los príncipes católicos o sus embajadores y ciertos clérigos o laicos convocados a títulos diversos.
A la apertura de los debates, todos los asistentes prestan juramento. Juran que permanecerán fieles a la Iglesia y a su jefe. El texto del juramento fue redactado por el papa Gregorio VII en el año 1709.
El Santo Padre decide los temas que serán discutidos por el Concilio. Tiene el poder de interrumpir la sesión o detrasladarla a una fecha ulterior.
El trabajo está repartido en varias comisiones - las Congregaciones - antes de ser presentado a la discusión general.
En el reglamento mismo del Concilio se encuentra el ambiente de las asambleas de la Iglesia primitiva. Los votos son nominales y a la mayoría. Pero aunque el Papa reúna a su alrededor sólo una minoría, es siempre su punto de vista el que prevalece.
En los primeros Concilios, cuya convocación quedaba al cuidado de los emperadores, cada pregunta estaba sometida a la aprobación de los participantes, que respondían por "placet" (sí) y "non placet" (no). Cuando han recibido la aprobación del Sumo Pontífice, las conclusiones del Concilio son promulgadas por una Bula.
Los Concilios Ecuménicos
La Iglesia, como sociedad divina y humana, es también visible e invisible al mismo tiempo; obra según los principios de su naturaleza con un Magisterio, que transmite el pensamiento divino por medio de la palabra humana; obra también con un Ministerio, que por medio de ritos sensibles - los Sacramentos - infunde la vida sobrenatural; y, como es lógico, debe tener un Gobierno que notifique las leyes del espíritu en una forma sometida a la experiencia de los sentidos. Por lo tanto cuenta con los tres poderes: legislativo, judicial y ejecutivo, todo ello en el ámbito religioso.
La Iglesia en varias ocasiones, se ha visto obligada a reunir a sus hijos más preclaros, ya fuere por su dignidad o sabiduría, y enfrentarse a una oposición destructora en cuanto a la doctrina, a la moral o a la disciplina de la Institución. Esas asambleas reciben el nombre de Concilios, algunos de los cuales abarcan solamente una porción de la Iglesia como una Provincia Eclesiástica o bien la Iglesia de todo un país; y, los otros son los Ecuménicos = Universales, porque ya deliberan sobre asuntos que interesan a toda la Iglesia y al que asisten representantes de todas las latitudes. En estos casos el Sumo Pontífice asiste en persona y preside las sesiones o bien se hace representar por Legados.
Los Concilios Ecuménicos habidos hasta el presente ascienden a veintiuno. A continuación los menciono, siguiendo el orden del tiempo en que se realizaron, las circunstancias que los originaron y las definiciones conciliares que se decretaron.
Los Concilios
1. I De Nicea. 325
Reunido por el Emperador Constantino durante el pontificado de San Silvestre. Contra el arrianismo. Definió la consubstancialidad del Verbo, largamente defendida por Atanasio, diácono de Alejandría; sancionó los privilegios de las tres sedes patriarcales de Roma, Alejandría y Antioquía, y extendió a toda la Iglesia la costumbre romana concertando la fecha de la celebración de Pascua.
2. I De Constantinopla. 381
Reunido durante el pontificado del Papa San Dámaso y el Emperador Teodosio el Grande, reafirmó la divinidad del Espíritu Santo. Contra los macedonianos. También fue condenada la doctrina de Pelagio y Celestino que negaban la transmisión del pecado de Adán a su descendencia y defendían la bondad, puramente humana para hacer el bien sin el concurso del auxilio divino.
3. De Éfeso. 431
San Celestino I. Contra el nestorianismo. En el reinado de Teodosio el Joven. Definió la unidad de persona en Cristo y la maternidad divina de María. Condenación de los errores pelagianos.
4. De Calcedonia 451
León I El Magno. Contra los monofisitas. Emperador Marciano. Condenó el eutiquianismo, que no reconocía en Cristo la distinción de las dos naturalezas perfectas.
5. II De Constantinopla. 553
Reunido por el emperador Justiniano, por ausencia del papa Vigilio. Contra los Tres Capítulos. Condenó los escritos de Teodoro de Mopsuestia y de Teodoro de Ciro contra San Cirilo y el Concilio de Efeso. Se confirma la condenación de los errores precedentes (trinitarios y cristológicos), ratificando el sentido genérico de las definiciones conciliares. Se condenan también los errores derivados de Orígenes junto con los Tres Capítulos influidos de Nestorianismo.
6. III De Constantinopla. 680-681
Papa San Agatón I y Papa San León II. Contra el monotelismo. Condenó a Honorio. El culto de las imágenes arranca desde los principios del Cristianismo, como se puede ver en las catacumbas romanas donde se ocultaban los cristianos perseguidos. En estas circunstancias se reunió el concilio de Nicea.
7. II De Nicea. 787
Papa Adriano I. Contra los iconoclastas. Emperatriz regente, Irene. Regula la querella de los iconoclastas pronunciándose por el culto de las imágenes, pero distinguiendo cuidadosamente el culto de veneración del culto de adoración, que sólo es debido a Dios.
A mediados del siglo noveno un ambicioso personaje ocupó la silla patriarcal, su nombre fue Focio; cometió toda clase de arbitrariedades y exacerbó los ánimos de los orientales contra Roma. Esta grave situación decidió la apertura de un nuevo concilio.
8. IV De Constantinopla. 869-970
Papa Adriano II. Contra el Cisma del emperador Focio. Con el apoyo del emperador Basilio el Macedonio. Condenación de Focio. Confirmación del culto de las imágenes. Afirmación del Primado del Romano Pontífice.
Los ocho primeros concilios se desarrollaron en el Oriente por ser ahí donde se originaron las controversias. En el siglo once el Oriente se separa de Roma y los concilios - trece más hasta el presente - se celebraron en el Occidente de Europa.
9. I De Letrán. 1123
Papa Calixto II. Contra las investiduras. Ratificó el arreglo entre el papa Calixto II y el emperador Enrique V. Es conocido con el nombre de Concordato de Worms, referente a las investiduras eclesiásticas. Propuso a los príncipes cristianos emprender las cruzadas. Se reivindica el derecho de la Iglesia en la elección y consagración de los Obispos contra la investidura de los laicos. Condénanse la simonía y el concubinato de los eclesiásticos como herejías.
10. II De Letrán. 1139
Papa Inocencio II. Por la disciplina y buenas costumbres. Condenó los amaños cismáticos de varios antipapas y los errores de Arnaldo de Brescia y publicó medidas destinadas a que reinara la continencia en el clero. Condenación del antipapa Anacleto y de sus partidarios.
11. III De Letrán. 1179
Papa Alejandro III. Contra los albigenses, cátaros y valdenses. Condenó a los cátaros y regularizó la elección del Papa, declarando válidamente elegido al candidato que hubiera obtenido los dos tercios de los votos de los cardenales. Nuevas leyes contra la simonía.
12. IV De Letrán. 1215
Papa Inocencio III. Por la fe y la moral. Condenó a los albigenses y a los valdenses. Decidió la organización de una cruzada. Revisó y fijó la legislación eclesiástica sobre los impedimentos matrimoniales y, en fin, impuso a los fieles la obligación de la confesión anual y de la comunión pascual. Es uno de los más importantes.
13. I De Lyon. 1245. (en Francia)
Papa Inocencio IV. Contra el Emperador Federico II y por la reforma del clero. Llevó a cabo una sentencia de deposición contra el emperador Federico II, usurpador de bienes y opresor de la Iglesia, y reguló el proceso de los juicios eclesiásticos.
14. II De Lyon. 1274
Papa San Gregorio X. Por la unión de las iglesias. Restableció, a petición de Miguel Paleólogo, la unión con los griegos y tomó nuevas medidas para una posible Cruzada.
15. De Vienne (Francia) 1311
Papa Clemente V. Por la cuestión de los templarios. Decidió la supresión de la Orden de los Templarios. Condenación de los errores de los Begardos sobre la perfección espiritual.
16. De Constanza. 1414-1418. (Alemania)
Papa Gregorio XII. Contra el cisma de Martín V Occidente, Wickleff, Juan Huss y Jerónimo de Praga. Fin del Cisma Occidental. Condénanse los errores de Wickleff sobre los Sacramentos y la constitución de la Iglesia, y también los errores de Juan Huss sobre la Iglesia invisible de los predestinados.
17. De Ferrara - Florencia. 1438-1442
Papa Eugenio IV. Por la reconciliación de griegos y latinos. Se celebró en Roma los dos últimos años. Estudio la Reforma de la Iglesia y un nuevo intento de reconciliación con los griegos de Constantinopla. Fundamentalmente trató de la unión con Roma de diferentes Iglesias Orientales Autónomas y para unificar criterios.
18. V De Letrán. 1512-1517
Papa Julio II. Contra el concilio León X de Pisa y por la reforma de la Iglesia. Tenía como misión la reforma del clero y de los fieles pero tuvo que dejar lo más importante de esta tarea al Concilio siguiente.
19. De Trento. 1545-1563
Papa Paulo III. Julio III. Pío IV. Contra los errores del protestantismo y por la disciplina eclesiástica. Fue transferido durante dos años a Bolonia. En veintidós reuniones logró oponer una verdadera y sabia reforma de la Iglesia a los excesos y a los innumerables errores de la reforma protestante. El Concilio de Trento señala un cambio en la historia del mundo cristiano, pues muestra el dogma católico no sólo en su esplendor de verdad revelada, sino con su valor de vida sobrenatural. El concilio de Trento, el más largo de todos, dieciocho años, fue suspendido en varias ocasiones y se reanudó hasta su conclusión en l563. La causa principal fue la revolución protestante de Martín Lutero, que socavó profundamente los cimientos de la fe cristiana.
20. Vaticano I. 1869-1870
Se celebró en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, por lo que se denominó Concilio Vaticano I. Papa Pío IX. Contra el racionalismo y el galicanismo. Hubo que definir solemnemente la infalibilidad Pontificia como dogma de fe, cuando habla "Ex Cathedra". Esto es cuando en calidad de pastor y maestro de todos los cristianos, y haciendo uso de su suprema autoridad apostólica define una doctrina sobre la fe y las costumbres. El Papa Pío IX definió también el dogma de la Inmaculada Concepción (1854).
21. Vaticano II. 1962-1965
Fue convocado por el Papa Juan XXIII en 1962 y clausurado por el Papa Paulo VI en 1965. Ha sido el concilio más representativo de todos. Constó de cuatro etapas, con una media de asistencia de unos dos mil Padres Conciliares procedentes de todas las partes del mundo y de una gran diversidad de lenguas y razas. Se propuso actualizar la vida de la Iglesia sin definir ningún dogma. Trató de la Iglesia, la Revelación, la Liturgia, la libertad religiosa, etc. Recordó el Concilio la llamada universal a la santidad.
El Concilio Vaticano II es el hecho más decisivo de la historia de la Iglesia en el siglo XX. Las características del Concilio Vaticano II, son Renovación y Tradición.
Del Concilio Vaticano II surgieron 16 Documentos: cuatro Constituciones, nueve Decretos y tres Declaraciones
http://es.catholic.net/sacerdotes/222/2454/articulo.php?id=23220
Suscribirse a:
Entradas (Atom)