martes, 16 de febrero de 2016

¿POR QUÉ SAMUEL RUIZ MERECE UN HOMENAJE DEL PAPA FRANCISCO? Por Paris Martínez


Foto: CuartoscuroSamuel Ruíz y Raúl Vera

FEBRERO 15, 2016 

¿Por qué Samuel Ruiz merece un homenaje del papa Francisco?

El obispo Samuel Ruiz García, una espina difícil de tragar para el poder, indigerible, molesta, a la que el papa Francisco, sin embargo, insistió en rendirle honores. Un perfil de este hombre tan repudiado por la clase política y económica de Chiapas, que sufrió dos atentados contra su vida, y al que los pueblos indígenas abrazaron cariñosamente con el nombre Tatic, o "Papá".



Paris Martínez (@paris_martinez)



La Iglesia católica ante los derechos humanos


El pasado 6 de enero, la agencia oficial de noticias del Estado Mexicano, Notimex, anunció que, en su visita por el país, el papa Francisco había reservado un momento para orar ante “la tumba del polémico obispo de San Cristóbal de las Casas”, Samuel Ruiz García, ese religioso “acusado en su momento de vínculos con la guerrilla”, y al que “durante años vigiló el Vaticano (…) en el temor de que promoviese una iglesia autónoma, separada de Roma”.

En el texto, Notimex advertía que, “si la neblina lo permite”, el papa Francisco estará el próximo lunes, 15 de febrero, en San Cristóbal, para “rezar ante la tumba” de quien la nota llama simplemente “Samuel”.

Es éste sólo un ejemplo de como, cinco años después de su muerte, el obispo Samuel Ruiz García aún es una espina difícil de tragar para el poder, indigerible, molesta, a la que el papa Francisco, sin embargo, insistió en rendirle honores.

Quién fue ese hombre de cara redonda, párpados caídos y gesto bonachón, tan repudiado por la clase política y económica de Chiapas, que sufrió dos atentados contra su vida, y al que los pueblos indígenas abrazaron cariñosamente con el nombre Tatic, o “Papá”.

El príncipe…

En el año de 1960, Samuel Ruiz llegó a San Cristóbal de las Casas “como un príncipe”, narraPablo Romo –teólogo, filósofo, catedrático, defensor de derechos humanos y quien fue cercano colaborador de ‘Don Sam’, como él le llama–. “Su recibimiento por parte de la sociedad de San Cristóbal fue a la usanza de la ‘antigua iglesia’: don Sam era un obispo muy joven (de 36 años), e ingresó a la catedral adornado con una capa larguísima”, siendo reverenciado por la clase alta local, conformada por finqueros, comerciantes y políticos, enriquecidos todos con la explotación de los recursos naturales del estado y de los pueblos indígenas que lo habitaban.

Samuel Ruiz fue hijo de un matrimonio de migrantes, que en los años 20 había partido de Guanajuato hacia Estados Unidos, en busca de lo mismo que todos, entonces y ahora: no morir de hambre.

Allá fue concebido Samuel, pero sus padres decidieron que la tierra natal de su hijo sería México, por lo que volvieron a Guanajuato y ahí nació y creció, siendo un niño muy pobre, pero de inteligencia prominente.

Pablo Romo pone un ejemplo de esa brillantez: a los 13 años, Samuel Ruiz ingresó al Seminario Diocesano de León, en donde rápidamente aprendió italiano y francés.

A los 23 años, el seminario de León lo envió a estudiar a Roma, en donde aprendió hebreo, griego y latín, además de especializarse en exégesis cristiana (es decir, interpretación bíblica) para luego continuar con el inglés y el alemán.

Para cuando regresó a México, teniendo 30 años, fue nombrado rector del seminario que lo había arropado siendo niño, y seis años después fue elevado al rango de obispo.

Era una trayectoria meteórica para un joven de 36 años, nacido en el seno de una familia humilde, al que ahora recibían en las fincas como a una eminencia, y que comía en la mesa del patrón, mientras fuera, en chozas, permanecían los “indios acasillados”, es decir, los indígenas que vivían en las tierras del “finquero”, que trabajaban sus latifundios cafetaleros, a cambio sólo de alimento suficiente para llegar al siguiente día.

Arrancaba la década de los 60, narra por su parte el obispo de Saltillo, Raúl Vera, quien fue amigo y obispo adjunto de Samuel Ruiz; es decir, poco tiempo en realidad ha pasado desde entonces, pero subraya: “Se trataba de otra época, Chiapas era otro. En ese entonces, a los indígenas no les permitían sentarse en las bancas de la plaza de San Cristóbal; y las banquetas en las calles eran sólo para gente blanca o mestiza; y aunque el salario mínimo era de ocho pesos, en San Cristóbal, el salario para un indígena era de tres centavos, que los finqueros les pagaban en especie, o sea con un puñito de frijol o con un puñito de maíz”.

Era, subraya el obispo Vera, como si el feudalismo extirpado de Europa al concluir la Edad Media se hubiera trasladado a Chiapas, como si el estado estuviera encapsulado en esa etapa de la historia en la que el señor feudal era dueño de la tierra y de quien viviera en ella.

Y ahí fue a dar el joven obispo dominico, Samuel Ruiz, con su larga capa de terciopelo, agasajado por los más privilegiados y conservadores, pero con la cabeza llena de ideas que pocos años después serían catalogadas como “comunistas” por esos mismos que lo halagaban.

El camino…

Los años 60 fueron un momento de cambio de la conciencia social y política a nivel mundial, explica Pablo Romo: en Europa y Estados Unidos se luchaba contra la segregación de los afrodescendientes, por el reconocimiento de los derechos de las mujeres, la Revolución Cubana estaba recién estrenada, se preparaba el terreno para la Guerra Fría, y en Roma, la jerarquía católica había establecido nuevas formas de “dialogar” con un mundo que la “horrorizaba”.

En 1959, detalla Romo, se realizó en Roma el Concilio Vaticano II, convocado por el papa Juan XXIII con el objetivo de “poner al día” a la iglesia católica. Ahí, se decidió abandonar el latín y permitir que las misas se realizaran en las lenguas nativas de cada nación; se permitió que en las ceremonias pudieran usarse instrumentos musicales autóctonos, e incluso se puso sobre la mesa la necesidad de reconocer la teoría de la evolución de Darwin.

“Y ahí estaba el joven obispo Samuel Ruiz, con prácticamente nada de experiencia, pero muy atento, absorbiendo, como esponjita, todas las ideas que ahí se plantearon”, las cuales llevó a la práctica tan pronto como estuvo de vuelta en su nueva diócesis: la de San Cristóbal de las Casas.




Samuel Ruiz en la comunidad indígena de Nachig, en 1960. Esta imagen fue captada por Vicente Kramsky, fotógrafo y cronista visual de San Cristóbal de las Casas. Foto: Publicada con autorización del Archivo Vicente Kramsky.

“Don Sam tuvo rápidamente una reflexión muy importante –explica Romo–: él se dijo ‘bueno, si estoy viniendo a la casa del finquero para bautizar a los hijos de los indios acasillados, ¿por qué celebro con el finquero, y no con la familia indígena?’ Y entonces decidió irse mejor con los indígenas, no con quienes los estaban oprimiendo, ahí empezó la ruptura en él, un cambio de pensamiento”.

Es así como Samuel Ruiz, junto con otros obispos latinoamericanos preocupados por llevar esta “puesta al día de la iglesia” a sus respectivas naciones –entre los que estaban el mexicano Sergio Méndez Arceo, el salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, el brasileño Rubem Alves, el ecuatoriano Leónidas Proaño y el guatemalteco Juan Gerardi, por citar sólo algunos–, desarrollaron la corriente conocida como “Teología de la liberación” o “La opción por los pobres”, que asumía como misión pastoral la defensa de las almas de los más desprotegidos de manera prioritaria, pero también defender sus vidas, sus dignidades, sus libertades, y denunciar a sus opresores.

Foto: CuartoscuroSamuel Ruíz y Raúl Vera

“Lo primero que hizo don Sam fue aprender las lenguas de todos los pueblos indígenas de su diócesis, el tzotzil, el tojolabal, el chuj, el chol, y empieza a oírlos. Yo me pregunto –señala Pablo Romo– ¿cuántas lenguas indígenas habla el actual gobernador, Manuel Velasco? La respuesta es ‘ninguna’. Durante el siglo XX y lo que va del XXI sólo ha habido un gobernador del estado que hablaba una lengua, Elmar Zeltzer, que hablaba tzeltal”, y quien gobernó sólo un año, de 1993 a 1994.

Pero el proyecto de atención a las comunidades indígenas del obispo Samuel Ruiz no se limitaba a enteder sus lenguas: creó equipos de trabajo que tradujeron la Biblia, y luego una red de diáconos que desplegó labores de evangelización en la Selva, los Altos y en la región fronteriza con Guatemala.

“Ahí está la genialidad de don Samuel: él se puso los huaraches del indígena y salió a recorrer la selva entera, y las montañas” (por esta costumbre, de hecho, fue conocido como El Caminante), y en ese camino fue creando una red, fue generando equipos de trabajo, creó comités de enseñanza de las escrituras, que pronto empezaron, por sí mismos, a generar soluciones en temas no relacionados con la religión. “Así como primero hubo delegados de atención pastoral, pronto hubo delegados indígenas de salud, de educación, delegadas de asuntos de la mujer, de derechos humanos; y eso derivó en la creación de cooperativas de producción y distribución, en agrupaciones estatales de mujeres, porque cada comité fue enlazándose con el resto, ubicados en toda la diócesis.”

Tal como señalan investigaciones de El Colegio de México, para 1961 –es decir, un año después de su arribo a la diócesis de San Cristóbal–, esta nueva estrategia de atención pastoral había permitido la formación de 700 catequistas indígenas; para 1985 eran ya más de 6 mil catequistas, prediáconos y diáconos indígenas, y para 2007 se consideraba que esta red ya alcanzaba los 8 mil integrantes. Cada uno de estos representantes eclesiales, además, está acompañado de equipos de voluntarios que atienden el resto de las áreas de la vida comunitaria.

Esta red, pues, podría alcanzar los 15 mil integrantes, por lo menos, contando a religiosos y voluntarios.

Y eso desató la ira de los sectores conservadores de San Cristóbal y de Chiapas, reconoce con cierto agrado el obispo Raúl Vera.

“A los ricos y a los poderosos les daba mucho coraje que don Samuel prefiriera estar con los hermanos indígenas, que con ellos, y que les hablara en lenguas, eso les enojaba muchísimo. Porque don Samuel entonces se convertía en testigo de todos sus abusos: él me contó que en esas épocas vio a muchos hermanos indígenas con las espaldas llenas de cicatrices, porque los finqueros no sólo no les pagaban y los tenían sometidos a trabajos forzosos, sino que además los golpeaban cruelmente… Y más coraje les daba, no sólo a los ricos, sino también a un sector de la iglesia, que don Samuel estuviera incorporando a los indígenas a la vida diocesana. Don Samuel se enfretaba a gente muy racista, gente que creía que los indígenas sobrevivían gracias a ellos, gente que creía que si los indígenas abandonaban sus fincas, se morirían, porque no sabrían cómo sobrevivir.”

El tiempo demostraría, no obstante, que los pueblos indígenas no sólo recuperaron el orgullo por su identidad durante las primeras dos décadas del obispado de Samuel Ruiz en San Cristóbal de las Casas, sino que estaban urgidos para ejercer y defender sus derechos, y también estaban dispuestos a cambiar la realidad de manera irreversible.

La paz…

Esta organización de los pueblos indígenas más allá de la vida religiosa, detonada por la acción pastoral de Samuel Ruiz, reconoce Pablo Romo, generó un nivel de conciencia política que, a su vez, fue la base para el alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994, grupo armado en cuyas filas se integraron muchas de las comunidades en las que la diócesis mantenía trabajo religioso y social.

“En ese sentido, es de gran orgullo lo que hizo la diócesis: llevó salud, llevó atención espiritual, pero también llevó conciencia a los pueblos indígenas”.

Sin embargo, advierte el filósofo, el verdadero catalizador del levantamiento armado fue la reforma al artículo 27 Constitucional, impulsada en 1992 por el entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari, y con la cual “se decretó la privatización de las tierras campesinas, cuando en Chiapas ni siquiera habían sido repartidas”.

Dos años después de dicha reforma, los indígenas chiapanecos se alzaron en armas.

Luego de 12 días de confrontaciones armadas entre el Ejército y el EZLN, la presión social nacional e internacional obligó al gobierno mexicano a declarar un cese al fuego y entablar un proceso de diálogo, en el que el obispo Samuel Ruiz fue convocado como mediador.


Foto: Cuartoscuro¿Por qué Samuel Ruíz merece un homenaje del Papa Francisco?


“Ese fue un reconocimiento de las partes en conflicto a su estatura moral, don Sam se convirtió en pieza clave en la construcción de la paz; pero también lo puso en la línea de fuego.”

De hecho, luego del alzamiento zapatista, Samuel Ruiz fue acusado hasta de ser el principal “comandante” del grupo armado, tras lo cual sufrió dos atentados contra su vida, perpetrados por “grupos paramilitares financiados por el gobierno”, tal como denunció el obispo Vera.

Estos intentos de la clase política nacional por desprestigiar a Samuel Ruiz no prosperaron.

La pequeñez de sus detractores, destacó Pablo Romo, contrasta con la altura moral de Samuel Ruiz, y pone un ejemplo: “En el año 1995, cuando estaban en marchan los diálogos de San Andrés –mediante los cuales se buscaba un cese al fuego definitivo entre el Ejército y el EZLN–, hubo un momento de crisis casi fatal: los diálogos estaban a punto de romperse, porque los zapatistas rechazaban los ofrecimientos del gobierno, y la delegación gubernamental, en vez de dialogar, de negociar, declaró que se retiraba del diálogo.


Foto: CuartoscuroFuneral de Samuel Ruiz en San Cristóbal de la Casas


“Fue un momento crítico: la delegación oficial empezó a empacar todos sus papeles, los cinturones de paz que garantizaban la seguridad de la delegación zapatista se comenzaron a retirar, ante el temor de que en ese mismo lugar se desatara una confrontación; la delegación zapatista ya había emitido la alerta para que las comunidades indígenas iniciaran preparativos… en fin, la paz estaba a punto de perderse, estabamos al borde de lo que el gobierno denominó el ‘reinicio de las hostilidades’. Y lo que hizo don Samuel fue un acto de tremenda valentía: él mintió.

“Don Samuel se presentó ante la delegación del gobierno federal y les pidió una disculpa, les dijo que él había equivocado la traducción de la propuesta, que no había entendido bien –porque las partes no estaban realmente en una mesa, estaban cada cual en un área separada, y don Samuel era el que llevaba los mensajes entre ellas… y Don Samuel mintió, les dijo que esperaran, que le permitieran hacer la corrección ante los zapatistas….

“La delegación oficial casi casi le dijo a don Samuel que era un imbécil, lo humillaron hasta que se cansaron, pero finalmente aceptaron no retirarse del diálogo, permanecer un día más, y al día siguiente, pasado ese momento de exaltación, las partes volvieron al diálogo, y la paz se mantuvo. Ese era Samuel Ruiz, una persona que no tenía el más mínimo interés por sí misma, una persona que sólo pensaba en el bienestar de los demás”.

Finalmente, los diálogos de San Andrés encallaron, dejando como resultado únicamente los acuerdos relacionados con derechos y cultura indígenas, que se convirtieron en una ley que, tal como denunció el EZLN, quebrantó los acuerdos establecidos con el gobierno.

El diálogo, sí, se fragmentó. Pero la paz, frágil, incompleta, y siempre amenazada, se mantiene hasta la fecha.

En el año 1999, Samuel Ruiz cumplió la edad de retiro y fue nombrado obispo emérito de San Cristóbal. Diez años después fue nombrado nuevamente intermediador, esta vez entre el grupo guerrillero Ejército Popular Revolucionario y el gobierno federal, proceso empantanado hasta la fecha.

El 24 de enero de 2011, Samuel Ruiz, Tatic Samuel, murió a los 86 años de edad.

“Se va don Samuel –escribió en su honor el Ejército Zapatista–, pero quedan muchas otras, muchos otros que, en y por la fe católica cristiana, luchan por un mundo terrenal más justo, más libre, más democrático, es decir, por un mundo mejor.”



Por él, por ellas y ellos, viene hoy el papa Francisco a San Cristóbal de las Casas.




Para conocer más de Samuel Ruiz, recomendamos:



  • La comunidad armada rebelde y el EZLN, estudio histórico y sociológico sobre las bases de apoyo zapatistas en las cañadas tojolabales de la Selva Lacandona (1930-2005). Una investigación de Marco Estrada Saavedra que dedica su segundo capítulo (La civitas christi) a analizar la evolución de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas a partir de noviembre de 1959, cuando Samuel Ruiz fue nombrado obispo de esa comunidad. Editado por El Colegio de México.


  • Don Samuel, profeta y pastor. Compilación de Juan Manuel Hurtado López. Este libro fue publicado para conmemorar los 50 años de labor episcopal de Samuel Ruiz, e incluye distintos análisis de académicos y teólogos en torno a labor del obispo de San Cristóbal de las Casas en materia de derechos humanos, derechos de las comunidades indígenas. Este libro, además, incluye la ponencia que Samuel Ruiz presentó en la Segunda Conferencia General del Episcopado Lationaericano de 1968, en Medellín, donde definió las líneas de acción de la ‘Teología de la liberación’ relacionadas con pueblos indígenas. Editado por la Asociación Teológica Ecuménica Mexicana, Razón y Raíz SC y Castellano Editores.



  • Cómo me convirtieron los indígenas, libro escrito por Samuel Ruiz. Editado por Sal Terrae.


  • ¿Por qué Chiapas?, libro escrito por el político panista Luis Pazos, tras el levantamiento armado del EZLN. Acusa a Samuel Ruiz de ser ideólogo y orquestador del alzamiento, junto con un grupo de “extranjeros”. Editado por Diana.

FRANCISCO ORÓ DE PIE FRENTE A LA TUMBA DE MONS. SAMUEL RUIZ


El Papa Francisco oró de pie frente a la tumba del obispo Samuel Ruiz.





FRANCISCO: QUE BIEN NOS HARÍA A TODOS HACER UN EXÁMEN DE CONCIENCIA Y APRENDER A DECIR: ¡PERDÓN!





“Muchas veces, de modo sistemático y estructural, los pueblos indígenas han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡perdón! El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita”. El Papa alabó como un ejemplo la relación “armónica” de los pueblos indígenas con la naturaleza y volvió a recomendar a los poderes políticos que imitaran esa “sabiduría”. Luego de las palabras del Papa, el actual obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, leyó un texto elaborado por las comunidades indígenas en el que estas dicen: “Aunque muchas personas nos desprecian, tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta. Llévanos en tu corazón con nuestra cultura, con las injusticias que sufrimos, con el dolor de nuestros enfermos. Gracias por haber aprobado el uso en la liturgia de nuestros idiomas. Queremos hablarle a Dios en nuestra lengua”.


Papa Francisco, ante Los pueblos Originarios en México.-



"FUE UNA SEÑAL PÚBLICA DEL PAPA"


“El Papa valora el compromiso de los dirigentes sociales”, dijo Palmeyro.


› EL ROSARIO QUE FRANCISCO LE ENVIÓ A MILAGRO SALA REPERCUTIÓ EN EL MUNDO POLÍTICO


“Fue una señal pública del Papa”

El enviado del Papa, Enrique Palmeyro, explicó que el rosario que entregó para la líder de la Tupac Amaru representa “una valorización del trabajo de los dirigentes sociales y de Milagro Sala en particular”.



La noticia del rosario que el Papa Francisco le envió a Milagro Sala impactó en el mundo de la política y en la diplomacia argentina que prepara el encuentro entre Francisco y Mauricio Macri. Como anticipó este diario ayer, el rosario llegó a Buenos Aires en manos de Enrique Palmeyro, segundo de la organización Scholas Occurrentes, de status pontificio y uno de los laicos de mayor confianza del papa Francisco. En diálogo radial, Palmeyro explicó que el rosario que entregó en la carpa de la Tupac Amaru en Plaza de Mayo representa “una valoración del trabajo de los dirigentes sociales y a Milagro Sala en particular”.

“El papa Francisco valora el compromiso de los dirigentes sociales que luchan por cambiar la situación de que muchos no tengan una casa donde vivir o una alimentación adecuada”, dijo. Explicó que al “transmitirle” el pedido de oración por Milagro Sala, el Papa le entregó un rosario bendecido para ella, “lo hace con muchas personas que sufren”, aclaró. “Viajamos con José María Del Corral al Congreso Mundial de Scholas y, en ese marco, le transmití al papa Francisco el pliego de oración con la situación de Milagro Sala y el saludo del Movimiento Misioneros de Francisco, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y de otros movimientos sociales. Ahí, (el Sumo Pontífice) entregó el rosario bendecido para Milagro.”

También habló Gustavo Vera, otro de los laicos cercanos al papa. “Estuve diez días en Santa Marta y me consta la preocupación del Santo Padre respecto de las condiciones de la detención (de Milagro Sala), que claramente son ridículas y sientan un precedente para la criminalización de la protesta social”, dijo a radio El Mundo. “El argentino más importante de la historia está preocupado porque claramente hay dos varas a la hora de impartir justicia en este país, donde parece que se actúa según la portación de rostro.”

La vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, admitió que el Papa entregó el rosario porque “se preocupa muchísimo por ver cómo están aquellas personas que se dedican a trabajar por la pobreza”. Sin embargo, aclaró que “él, calculo yo, considera a Milagro Sala una dirigente social que se ha dedicado a trabajar por la gente más humilde”, pero “cuando uno sabe que (la líder de la Tupac Amaru) está rodeada de sospechas, eso tiene una cuestión más controvertida”.

Eduardo Valdés, que fue embajador ante la Santa Sede, separó el rosario de los efectos que puede tener eso en el encuentro entre Mauricio Macri y el Papa. “El rosario fue una señal pública y no tiene nada que ver con la relación con Macri. No hay que hacer un análisis político de esto, las causas de detención de Sala fueron ilegales desde el primer día y son muchas las voces que lo han dicho. Los que saben plantean que es una vergüenza nacional y era natural que pasase esto.”




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EL PAPA PIDIÓ PERDÓN A LOS INDÍGENAS POR LA EXCLUSIÓN Por Eduardo Febbro


La misa que Francisco ofreció en español y en varias lenguas indígenas fue todo un programa político sobre los derechos indígenas.

Imagen: AFP






EN CHIAPAS, FRANCISCO VISITO LA TUMBA DE MONSEÑOR SAMUEL RUIZ



El Papa pidió perdón a los indígenas por la exclusión

El Pontífice interpeló al poder político de México a que pida igualmente disculpas a los pueblos originarios por “excluirlos, menospreciarlos y expulsarlos de sus tierras”. Alabó la relación “armónica” de esos pueblos con la naturaleza.





Por Eduardo Febbro

Desde Ciudad de México



Todos los lugares del mundo están llenos de historia, pero pocos son La Historia. Chiapas es La Historia y es nuestra Historia, una de las más ricas y creativas del último cuarto de siglo. El papa Francisco abrió un espacio nuevo en esa Historia retomando lo que ya latía en Chiapas desde hace décadas, es decir, la exclusión de los indígenas. En un gesto sin precedentes, el Papa, en el corazón de las selvas de Chiapas, alegó contra “el dolor, el maltrato y la inequidad” de que son víctimas las 11 millones de personas pertenecientes a los pueblos indígenas de México. El pontífice también pidió perdón a los indígenas por los tratos recibidos e interpeló al poder político de México a que pidan igualmente disculpas por lo que hicieron con los indígenas, es decir, “excluirlos, menospreciarlos y expulsarlos de sus tierras”. Francisco completó la reivindicación global de la causa indígena cuando se inclinó ante la tumba de Monseñor Ruiz, el obispo que durante más de 40 años presidió los destinos de la Iglesia de Chiapas y fue una figura eminente de la llamada Teología India. El alegato papal fue demoledor y siguió en una línea de narrativas históricas la retórica acuñada por los indígenas chiapanecos y su movimiento más visible, el zapatismo.

La misa que Francisco ofreció en español y en varias lenguas indígenas fue todo un programa político que abrazó los pisoteados derechos indígenas. El Papa anheló “una tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente”. Luego, el eje central de su discurso se centró en un fulgurante reconocimiento de los derechos y los padecimientos indígenas. No existe, en la historia, una palabra oficial tan fuerte. Francisco dijo “Muchas veces, de modo sistemático y estructural, los pueblos indígenas han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡perdón! El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita”. El Papa alabó como un ejemplo la relación “armónica” de los pueblos indígenas con la naturaleza y volvió a recomendar a los poderes políticos que imitaran esa “sabiduría”. Luego de las palabras del Papa, el actual obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, leyó un texto elaborado por las comunidades indígenas en el que estas dicen: “Aunque muchas personas nos desprecian, tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta. Llévanos en tu corazón con nuestra cultura, con las injusticias que sufrimos, con el dolor de nuestros enfermos. Gracias por haber aprobado el uso en la liturgia de nuestros idiomas. Queremos hablarle a Dios en nuestra lengua”.

“Dios en nuestra lengua”, así se expresaba hace varias décadas el fallecido obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Ruiz, a quien el Papa ofreció un homenaje de alcance universal cuando se recogió ante su tumba. En esa historia convergen varios episodios que implican al mejor intérprete de la teología india y uno de los hombres más comprometidos y progresistas de la Iglesia, el obispo Monseñor Ruiz, y a los mismos indígenas zapatistas que hace 22 años se levantaron en armas contra la segregación y la dominación colonial respaldados por el mismo obispo, a quien los indígenas apodaban “Tatic”, papá en tzoztil. El Papa fue hasta la tumba de monseñor Ruiz en un gesto que abarca un doble significado: por un lado, el homenaje a la rama progresista del clero mexicano y su compromiso con los pueblos: por el otro, a esa teología india que es, a su vez, un capítulo de la tan combatida Teología de la Liberación. El Vaticano veía en esa teología una emanación diabólica del marxismo y la persiguió y aisló durante décadas. Ahora, aquella idea de la izquierda católica latinoamericana se ve reivindicada en su identidad más original a través del homenaje papal a monseñor Ruiz. El obispo definía esa teología india como algo que “nace al interior de un contexto de opresión. No fue sólo una conquista violenta de esta tierra por parte de España: también la religión, como la supremacía política, viene impuesta”. La historia personal de “Tatic” describe la trayectoria de un descubrimiento y de la adaptación a un hombre al medio en el que le tocó vivir. Lejos de ser un teólogo progresista, cuando llegó a Chiapas en 1962 Samuel Ruiz tenía poco más de 30 años y profesaba un conservadurismo que se tradujo inmediatamente en la denuncia contra el comunismo. Pero el medio ambiente lo transformó en un militante de la causa indígena. Como lo recuerda en las páginas del semanario Proceso, uno de los colaboradores más cercanos de monseñor Ruiz, Heriberto Cruz Vera, párroco del Santuario de Tila, “primero tuvo que darse la conversión de Don Samuel, que dejó de pensar que venía a enseñar a los indígenas a usar zapatos y a hablar español, para dar el paso siguiente: dejar que estos fueran sujetos de su historia y reconocerles su dignidad como hijos de Dios y como ciudadanos”. Hombre de carácter fuerte, de convicciones adquiridas irrenunciables y de una capacidad innata para aprender idiomas, Ruiz se transformó él mismo y su propia Iglesia. Se hizo un portavoz de los derechos de las comunidades entre las cuales vivía y aprendió sus idiomas: el tzotzil, el tzeltal, el chol y el tojolabal, en los cuales predicaba. A finales de los años 70 hizo pública su adhesión a la “opción por los pobres”. Hoy, la expresión es una política de Estado del mismo Vaticano, pero en aquellos años era poco más que un pecado. El padre Heriberto Cruz Vera recuerda que estaba prohibido decir “la Iglesia de los pobres” así como “la Iglesia que nace del pueblo”. Pero fue la Iglesia que “Tatic” encarnó con sus formas de militar y de vivir, montado a caballo entre lodazales y montañas, con sus andar por San Cristóbal de las Casas con los zapatos embarrados o vestido con los atuendos que le ofrecían los indígenas. Los símbolos iban, además, con la realidad de sus decisiones. Ruiz levantó un muro de indignación en el Vaticano cuando decidió ordenar a diáconos indígenas casados (340). La Santa Sede pugnó para dejar sin efecto la medida y hubo que esperar hasta que llegara el papa Francisco para que se levantará la prohibición de ordenar de diáconos indígenas casados. Muchos antes de que el Trono de Pedro sea ocupado por un papa latinoamericano, Samuel Ruiz ya profesaba la línea de Francisco: “Caminar con ellos”.

Durante más de 40 años monseñor Ruiz caminó con los indígenas con su teología india bajo el brazo y una espada de Damocles sobre su cabeza. El Vaticano y la Arquidiócesis de México hicieron de él casi un hereje. En 1999, poco después de la visita que Juan Pablo II efectuó en México, la Arquidiócesis mexicana publicó un documento en el cual consideraba que “la teología india, además de no ser ortodoxa, puede deparar muchos males a los indígenas. La condena papal intenta defender a los indígenas de estos males; es una expresión del amor y solicitud del Papa a los indígenas”.

Los tiempos transcurridos sirven para narrar la historia y medir, entre las superficies lentas del pasado y la velocidad del presente, las evoluciones y los retrocesos. Ayer, en Chiapas, el papa Francisco admitió los abusos y las acciones eclesiásticas que los denunciaron en una región donde más de un millón y medio de personas, todas indígenas, viven en condiciones de pobreza absoluta. Nada de ello conmovía a Juan Pablo II y su jerarquía. La Santa Sede probó cuanto pudo para apartar a Ruiz de su cargo, sin éxito. Cuando estalló la revuelta del Ejército Zapatista de Liberación, EZLN, el 31 de diciembre de 1993, Monseñor Ruiz fue acusado por los cancerberos de la Santa Sede de haber fomentado y participado en aquella gesta. El Obispo de la Teología indígena siempre apoyó los reclamos zapatistas, salud, alimentación, tierra y justicia, aunque no su metodología armada. Tras el levantamiento liderado por el subcomandante Marcos, el religioso actuó como un mediador decisivo en los acuerdos de paz. Fue nombrado presidente de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai). Su intervención dio lugar a los primeros acuerdos de paz entre los Zapatistas y el gobierno (1996), pero los incumplimientos de los mismos y las acusaciones de “imparcialidad” contra Monseñor pusieron término a su mediación.

En su escala más íntima con los pueblos originarios de México y contra las causas que aún los marginan, el Papa, al menos con el poder de la retórica, borró muchas décadas de desprecio por parte de los mismos poderes religiosos. A la historia no la transforma únicamente las palabras. Al menos estas sirvan, tal vez, para arraigar en la tierra los cimientos de une nueva historia que otros contarán más tarde. Quizá con menos muertes, menos hambre, menos colonialismo y menos segregación.

efebbro@pagina12.com.ar


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lunes, 15 de febrero de 2016

CAMILO TORRES: 50 AÑOS DE LUZ


El 15 de febrero de 1966, cayó en combate Camilo Torres, en Patio Cemento, Santander (Colombia). Desde allí, donde nació su cruz de luz-como cantara Víctor Jara-, ella alumbra la lucha revolucionaria para construir una sociedad más Justa, más Fraterna y Libre de toda opresión. Son entonces, 50 años de luz...













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El 15 de febrero del 1966, en las horas de la mañana, hace 50 años, Camilo Torres Restrepo cayó en combate. Isabelita, su madre, diría años después: “Camilo nació el día que lo mataron.”


"La Revolución, por lo tanto, es la forma de lograr un gobierno que dé de comer al hambriento, que vista al desnudo, que enseñe al que no sabe, que cumpla con las obras de caridad, de amor al prójimo, no solamente en forma ocasional y transitoria, no solamente para unos pocos, sino para la mayoría de nuestros prójimos. Por eso la Revolución no solamente es permitida sino obligatoria para los cristianos que vean en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el amor para todos (...) La lucha es larga, comencemos ya..."


A 50 años de la muerte de Camilo Torres Restrepo


Presente! 


biografía, artículos, documentos, entrevistas...


Indice: Clickear sobre el título para ingresar

CAMILO TORRES VIVE!!




VIDA DE CAMILO




Escrito por Edgar Camilo Rueda Navarro 


Nació en Bogotá el 3 de febrero de 1929. Sus padres fueron Calixto Torres Umaña, prestigioso médico, e Isabel Restrepo Gaviria. De familia acomodada, burguesa y liberal. 


Se graduó como bachiller en el Liceo Cervantes en 1946. Luego de estudiar un semestre de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá, donde permaneció siete años, tiempo durante el cual Camilo se comenzó a interesar por la realidad social, creando un círculo de estudios sociales, junto con su compañero Gustavo Pérez. Como cristiano, se sintió atraído por el tema de la pobreza y la justicia social.


Camilo se ordenó como sacerdote en 1954, y luego viajó a Bélgica a estudiar sociología en la Universidad de Lovaina. Durante su estadía en Europa, hizo contacto con la Democracia Cristiana, el movimiento sindical cristiano, y con los grupos de resistencia argelina en París, factores que lo llevaron a acercarse a la causa de los oprimidos. Fundó con un grupo de estudiantes colombianos de la universidad el ECISE (Equipo colombiano de investigación socioeconómica).


En 1958 se graduó como sociólogo con el trabajo "Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá" (publicado en 1987 como "La proletarización de Bogotá"), que fue uno de los pioneros en sociología urbana del país. En 1959 regresó a Bogotá y fue nombrado capellán de la Universidad Nacional. Allí, junto con Orlando Fals Borda, fundó la Facultad de Sociología en 1960, a la que estuvo vinculado como profesor.


Fundó el Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC), y desarrolló trabajos de investigación y de acción social en barrios populares y obreros de Bogotá, como el barrio Tunjuelito. Como capellán, introdujo en Colombia muchas de las reformas del II Concilio Vaticano, como dar la misa de frente y no de espaldas, y decirla en español y no en latín. Pregonó que el problema no era rezar más sino amar más.


En 1961 empezó a tener problemas con el cardenal Concha Córdoba, quien no veía con buenos ojos las labores de Camilo. La situación fue tornándose espinosa, hasta que el prelado lo destituyó de su cargo de capellán, de los trabajos académicos y de las funciones administrativas que tenía en la Universidad Nacional.


Colaboró con la investigación dirigida por Germán Guzmán, publicada como "La violencia en Colombia" (1962, segundo tomo 1964). En 1963 presentó el ensayo "La violencia y los cambios socioculturales en las áreas rurales colombianas", en el primer Congreso Nacional de Sociología. Hizo parte del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) y la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP).



Presionado por el alto clero, en 1965 renunció al sacerdocio.


Ése año, planteó una plataforma para un movimiento de unidad popular, gestando así a la fuerza política "Frente Unido del pueblo". Desarrolló numerosas manifestaciones y actos públicos, y publicó el semanario "Frente Unido". Igualmente hizo contacto con el Ejército de Liberación Nacional, conformado en 1964, con el que acordó la continuación de la agitación política en las ciudades, y su posterior ingreso a la organización cuando se considerase necesario.
El segundo semestre de 1965 Camilo trabaja en el impulso al Frente Unido y en la publicación del semanario del movimiento (el "Frente Unido"). Camilo llenó las plazas públicas y tuvo un vertiginoso ascenso político. Ratificó el abstencionismo como posición revolucionaria.
Luego del hostigamiento y la persecución estatal, se vinculó en noviembre al ELN, y lanzó la "Proclama a los colombianos". En su primer combate, el 15 de febrero de 1966, murió en combate en Patio Cemento, Santander. Sus restos mortales fueron sepultados en algún lugar clandestino, desconocido hasta el momento.

Pensamiento político


Los principales planteamientos de Camilo Torres pueden sintetizarse en las siguientes ideas en torno a la situación nacional: para transformar el país y lograr el bienestar de la clase popular es necesario liberar al país del imperialismo norteamericano y de la oligarquía que sirve a sus intereses; es necesaria la fusión, la movilización y la vinculación de los sectores pobres de la población a la lucha por la construcción de un nuevo Estado.

Por esto, debe generarse la unidad del movimiento revolucionario y opositor, aglutinando a las masas oprimidas del país; debe tenerse la convicción de llevar la lucha hasta el final afrontando todas las consecuencias; y por último, los cristianos no solamente tienen la posibilidad de participar en la revolución, sino que tienen la obligación de hacerlo ("el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución").

Otro elemento fundamental en el pensamiento de Camilo lo constituyó su esfuerzo por conciliar el cristianismo con el marxismo, impulsando un nuevo tipo de sociedad de carácter socialista y cristiano, basado en la justa distribución de la riqueza. "Los marxistas luchan por la nueva sociedad, y nosotros, los cristianos, deberíamos estar luchando a su lado".
La formación del pensamiento político de Camilo estuvo marcada por varias etapas. En primer lugar, tuvo una formación cristiana católica, pero siempre estando vinculado a la realidad social, y a la situación de pobreza de la población colombiana. Posteriormente viajó a Europa donde se formó como sociólogo, pero también donde hizo contacto con el mundo socialista y el movimiento obrero.

A su regreso a Colombia, Camilo se planteó complementar sus esfuerzos por el bienestar de los pobres con la actividad científica e investigativa, a partir de sus conocimientos de sociología. En este sentido, desarrolló proyectos de acción social y comunitaria, en los que puso el saber sociológico al servicio de los sectores pobres.

La incapacidad de lograr cambios auténticos y profundos por medios pacíficos y legales, llevó a Camilo a plantearse la necesidad de la lucha armada como medio para el establecimiento de un nuevo estado y una nueva sociedad, de carácter socialista. Por ello se vinculó al ELN, donde esperaba alcanzar la realización de la revolución en Colombia, hasta que cayó muerto en su primer combate. 



Edgar Camilo Rueda Navarro 2002 


Bibliografía sobre Camilo Torres: 


Sobre Camilo se han escrito numerosas obras que trascienden todos los géneros, en las que se pueden encontrar ensayos, libros, tesis de grado, artículos, reportajes, etc., así como obras a nivel internacional. Las más destacadas son: 

SOTO APARICIO, Fernando. “La siembra de Camilo”. (novela). Bogotá, Plaza y Janés, 1971. 
BRODERICK, Walter. “Camilo Torres. El cura guerrillero”. Bogotá, Círculo de lectores, 1977. {edición colombiana} 
VILLANUEVA, Orlando. “Camilo. Acción y utopía”. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1995. 
HABEGGER, Norberto. “Camilo Torres, el cura guerrillero”. Buenos Aires, Peña Lillo, 1967. 
LÓPEZ, María. “Camilo camina en Colombia”. Bogotá, 1989. 
TRUJILLO, Francisco. “Camilo y el Frente Unido”. Bogotá, 1987. 

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COMO CAYÓ CAMILO


*En una entrevista conducida por Marta Harnecker y publicada con el titulo "Unidad que multiplica" (Quito, Editorial La Quimera, 1988), Rafael Ortíz, miembro del Comando Central de la Unión Camilista Ejército de Liberación Nacional (UCELN), explica las circunstancias de la muerte de Camilo Torres: "Al vincularse a la lucha armada, él se compenetra de inmediato con la vida guerrillera. ...En esas circunstancias, cuando se planifica una emboscada, él sostiene que tiene que participar argumentando que si hay normas, él no puede quedar al margen de ellas. ...Camilo convence a Fabio y a Medina y éstos resuelven que vaya, pero lo ubican en el sitio más seguro, es decir, en la punta de la emboscada. ...Los compañeros, pensando que ya se había eliminado a la tropa que había entrado en la emboscada, dieron la voz de recuperación, pero cuando Camilo va a recuperar un arma es tiroteado por uno de los militares que había caído herido. La emboscada fue un poco larga y cuando se dan cuenta que Camilo ha caído se lanzan a sacarlo pero ya es demasiado tarde. ...En esa acción caen cinco compañeros tratando de auxiliar a Camilo." 
http://www.camilovive.org





CAMILO TORRES: EMISIÓN DEL PROGRAMA DE RADIO "ATRAPADOS EN LIBERTAD"


Emisión del programa radial Atrapados en libertad por AM 530, La Voz de las Madres