Romero, que solía pronunciar encendidos discursos en favor de los pobres y contra la violencia de la dictadura salvadoreña, fue asesinado mientras daba misa en la capilla del Hospital Divina Providencia de la capital salvadoreña.
Su homicidio se produjo días después de decir en otra misa: “Soldado: una ley inmoral nadie tiene que cumplirla. En nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de dios: ¡cese la represión!”.
En 1994, dos años después de firmarse la paz con que concluyó la guerra civil en este país centroamericano que dejó un saldo de 75.000 muertos o desaparecidos, el sucesor en la arquidiócesis de San Salvador, Arturo Rivera y Damas, inició su proceso de beatificación.
En el año 2000 la Congregación para la Doctrina de la Fe comenzó en el Vaticano el estudio de todos los discursos de Romero. En 2005 monseñor Paglia aseguró públicamente que “Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres”.
Sin embargo, la beatificación de monseñor Romero permaneció bloqueada hasta este anuncio del obispo Paglia.
Católicos contestatarios citados por el portal Terra, como el obispo francés Jacques Gaillot y el teólogo suizo Hans Küng deploraban desde hace años que el proceso de beatificación de Romero, abierto en 1996, hubiera sido, según ellos, "bloqueado".
Juan Pablo II y Benedicto XVI desaprobaron siempre los excesos de la Teología de la Liberación, un desvío peligroso, según ellos, del cristianismo hacia la lucha de clases preconizada por el marxismo.
Monseñor Romero, antes de su muerte, habría sufrido la falta de apoyo de Juan Pablo II, sintiendo que éste lo había "abandonado", afirmó en 2011 el teólogo italiano Giovanni Franzoni.
Por eso, la autorización dada por el papa Francisco es entendido como una fuerte señal para todo un sector del clero latinoamericano que, sin estar comprometido con las posiciones más radicales de la Teología de la Liberación, ha actuado en favor de los más pobres, a veces corriendo grandes riesgos.
Monseñor Romero era un obispo moderado, pero bastante cercano a las corrientes de la Teología de la Liberación. Había denunciado el hecho de que los campesinos salvadoreños autorizados a tomar posesión de las tierras gracias a la reforma agraria hubiesen tenido que enfrentarse a gente armada, y puso a disposición de ellos la radio de su diócesis.
El sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, fundador de la Teología de la Liberación, fue una de las 70.000 personas que fueron al entierro de monseñor Romero el 30 de marzo de 1980 y se salvó de los francotiradores que provocaron una masacre: más de 40 muertos y miles de heridos.
Por otra parte, meses después de asumir el gobierno de El Salvador, Mauricio Funes, candidato del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) -la guerrilla de ese país que llevó adelante el conflicto armado hasta 1992, transformada luego en partido político-, pidió perdón por la responsabilidad estatal en el asesinato de monseñor Romero.
A 30 años del homicidio del obispo, el 24 de marzo de 2010, Funes reconoció que los asesinos "actuaron bajo la cobertura o participación de agentes estatales", pese a que la amnistía a esos crímenes establecida en 1992, aún deja impune, entre muchas otras, la muerte de Romero.
"Los asesinos actuaron bajo la cobertura
o participación de agentes estatales"
Mauricio Funes
El mandatario, el primero de izquierda en la historia de El Salvador, reconoció que Romero “fue víctima de la violencia ilegal que perpetró un escuadrón de la muerte”.
“Este tipo de grupos armados ilegales ejercieron el terror de manera generalizada entre la población civil durante aquellos años aciagos, dejando tras de sí miles de víctimas. Dichos escuadrones de la muerte lamentablemente actuaron bajo la cobertura, colaboración, aquiescencia o participación de agentes estatales”, añadió.
Según la Comisión de la Verdad que investigó los crímenes durante la guerra civil salvadoreña (1980-1992), “existe plena evidencia” de la participación del ya fallecido militar Roberto D’Aubuisson, fundador de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) partido que gobernó el país entre 1989 y junio de 2009, y que el FMLN volverá a enfrentar en las próximas elecciones presidenciales del 2 de febrero de 2014.