miércoles, 5 de junio de 2019

PENTECOSTES: SOMOS IGLESIA!!


Resultado de imagen para fuego pentecostes


La Iglesia no es una sociedad como cualquiera; no nace porque los apóstoles hayan sido afines; ni porque hayan convivido juntos por tres años; ni siquiera por su deseo de continuar la obra de Jesús. Lo que hace y constituye como Iglesia a todos aquellos que "estaban juntos en el mismo lugar" (Hch 2,1), es que "todos quedaron llenos del Espíritu Santo" (Hch 2,4).




"...y enciende en ellos el fuego de tu amor".

Resultado de imagen para fuego pentecostes



Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.
De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. 
Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. 
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo.
Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. 
Con gran admiración y estupor decían: "¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? 
Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios".  

Hechos 2, 1-11.-


Aquel Fuego / Narrativa.


Estábamos perdidos en el miedo y el dolor, no sabíamos bien qué hacer, dudábamos y al mismo tiempo nos manteníamos en la esperanza. Nos encerramos juntos con frustración y congoja, no sabiendo en nuestra confusión qué hacer y cómo seguiríamos... Aquellos días nos dimos consuelo todos, apesadumbrados, olvidados en la ignorancia del presente y del mañana. Comíamos sin comer, dormíamos sin dormir. La angustia era una visión, como una gigantesca montaña que aparecía en cada instante, infranqueable, cada vez más encumbrada... La crisis nos absorbió, nos masticaba los horizontes, nos ponía la cabeza en el tronco de la sentencia y vimos el cegador filo de su espada una y otra vez. La sangre corría de arteria en arteria, de vena en vena, sin piedad del sumiso esclavo que la impulsaba. Nos mirábamos unos a otros en la mesa que ya se había cansado de nuestras oraciones, que tenia grabado nuestro temor hundido en la madera en forma de uñas; sin emitir palabra alguna, palabra incierta, palabra vana, que no valía la pena decir, de penosa que era... Apartados, clandestinos, perseguidos...

Estuvimos con su madre, en ese silencio sereno que a pesar de los padecimientos, la espantosa cruz y el hijo desnudo clavado en ella, solo trasmiten quienes atravesados por el dolor(no sabemos cómo), y a pesar de ello, o por ello, vuelven sus ojos a los nuestros llenos de ese mismo sufrimiento, pero sin resignación, trastocados en esa fortaleza nacida del amor, que infunde templanza en medio de la devastación.  Ella estuvo siempre!! Ella soportó esos días a nuestro lado!! Su presencia evidenciaba el recuerdo de Aquel que ya no veíamos, y en ella, lo volvíamos a descubrir...


Sin mediar aviso alguno, vino una tarde... Las ventanas se abrieron de par en par(nuestras ventanas)... La pesadumbre, que perduró como una aliada perfecta del miedo, se hizo añicos en el momento que sentimos su Presencia. Cayó sobre cada uno de nosotros como un tizón encendido, como un rayo de fuego y luz... Salimos a la puerta decididos, llenos de valor!!  Y enardecidos solo queríamos gritar su Nombre. Algunos de los nuestros pagaron con cárcel y sangre esa osadía. 
No importó más nada!! Invadidos por aquella fuerza única que no cesaba de quemarnos por dentro, dimos testimonio de nuestra fe. La gente nos escuchaba, y nos entendían todos, aún los extranjeros. No solo nos entendían, se integraban y crecíamos cómo iglesia...

Aquel Fuego fue suficiente para hacernos arder definitivamente, no nos hizo falta nada más...

Raúl Olivares.
Todos los derechos reservados.


 



Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor, tu Espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la tierra. 

¡Oh, Dios, que has instruido los corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo!, concédenos que sintamos rectamente con el mismo Espíritu y gocemos siempre de su divino consuelo. 


Por Jesucristo, Nuestro Señor. AMÉN.